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FilmLab, el laboratorio cinematográfico que extrae vetas de talento en plena cuenca minera asturiana

Los jóvenes cineastras con el jurado que evaluó sus pitch, los tres tutores de FilmLab y el director general de SODECO, sociedad impulsora del laboratorio

Leticia Quintanal

Mieres del Camín —

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Si pensamos en lo que tienen en común el duelo por la muerte, un hospital psiquiátrico convertido en cuartel de la Guardia Civil, un hombre pez, el cine ‘kinki’, una tienda de fotografía o un valle donde hay más muertos que vivos, podríamos deducir, sin temor a equivocarnos, que nada.

Sin embargo, como en el cine nada es lo que parece, existe un hilo conductor para todo ello, el FilmLab LaC6, o para que nos entendamos, el laboratorio de creación cinematográfica que se puso en marcha el año pasado en la cuenca minera asturiana, de la mano de la Sociedad para el Desarrollo de las Comarcas Mineras, y que hace unos días puso el broche final a su segunda edición.

Este laboratorio es un programa de acompañamiento de proyectos cinematográficos en su fase inicial, a través del cual, y durante cinco meses, un total de 20 profesionales del sector audiovisual de reconocida trayectoria, realizan el seguimiento de los proyectos seleccionados, para que sus autores y autoras adquieran las herramientas necesarias en el desarrollo y realización de su obra. Herramientas que van desde elaborar un dossier profesional de dirección y producción, hasta aprender a desenvolverse en foros cinematográficos de cualquier ámbito.

El audiovisual es un sector complicado en Asturias, una comunidad pequeña, que apenas roza el millón de habitantes, en la que es “dificilísimo” financiar un largometraje porque el Principado es la región que menos invierte en cine de todo el país. Lo dice Marcos Martínez Merino, director de afamados largometrajes documentales como ‘Remine, el último movimiento obrero’, que cuenta la gran huelga minera de la primavera de 2012 contra los recortes del gobierno de Rajoy, o ‘In Memoriam, la derrota conviene no olvidarla’, en el que aborda la preservación de la memoria de un valle minero de Asturias.

Merino, que es junto a Marta Fernández Crestelo director del FilmLab, apunta a la escasez de financiación y apoyo, tanto del gobierno autonómico como de la Televisión del Principado de Asturias (TPA) y denuncia que en Asturias “tenemos unas propuestas públicas que están más cerca de la era analógica, en los 90, que de la digital, en la actualidad. Según esto se está de hablando de un retraso de 30 años respecto a otros territorios, por ejemplo, Galicia o País Vasco, comunidades muy cercanas y a años luz de la asturiana.

Lamenta que, en España, se estén recibiendo 1.500 millones de euros, cada dos años, de la Unión Europea, para que nuestro país se convierta en el plató de rodaje de producciones audiovisuales y “aquí en Asturias ni nos habíamos enterado de algo así”.

El sector se ha unido en la Asociación de Creadores Independientes de Asturias ‘Lluces’ desde la que reivindican el cine como uno más de los sectores generadores de empleo y riqueza en Asturias

Sin embargo, también sabe hacer autocrítica y es que hasta hace un año el sector no había conseguido unirse y ahora lo han hecho en la Asociación de Creadores Independientes de Asturias ‘Lluces’, que hasta tiene un espacio dedicado en exclusiva a la “mocedá”, la juventud del sector. Desde la unión luchan por reivindicar el cine como uno más de los sectores generadores de empleo y riqueza en Asturias.

En esta segunda edición del FilmLab Merino cuenta orgulloso, y no le falta razón para ello, cómo se ha notado el impacto que ha tenido la edición del año pasado, “este año hemos recibido proyectos mucho más elaborados y sólidos, de gente muy joven”. Y es que se nota el efecto contagio del primer FilmLab y el germen de ilusión que ha comenzado a crecer entre el sector joven del audiovisual asturiano.

Fernando, Olaya, Julia y Bárbara, Iván, Antonio y Juan, protagonistas de esta segunda edición, han recibido más de 600 horas de formación de 22 profesionales del cine en todas sus vertientes, durante cinco meses, con el acompañamiento de los tres tutores del laboratorio, Marcos Merino, Álvaro Gago y Ángeles Huerta. Ahora les toca enfrentar la ardua labor de salir a la calle a buscar financiación para poder rodar.

De los seis proyectos, cinco son cortometrajes y uno es un largo, de Julia Caso y Bárbara Fernández, titulado ‘Avril’, un drama rural contado desde el realismo mágico, sobre las diferentes formas de afrontar la muerte. De duelo habla también ‘Dos hermanos’, corto de Fernando Lorenzana que abordar la relación entre dos hermanos que pierden a su madre y cómo se enfrentan a esta pérdida.

Salvo el cortometraje ‘Ladrones de Fé’, de Juan Mier, un homenaje al cine kinki partiendo del saqueo de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo (suceso acontecido el 11 de agosto de 1977), todos los trabajos tienen como denominador común el existencialismo, abordando temas como la muerte, la gestión del duelo o la memoria. Es el caso de Olaya Pena, alma mater de ‘El valle del silencio’ donde trata la tragedia del hospital de Valdediós, en plena Guerra Civil.

Los proyectos trabajados este año en el FilmLab se completan con dos cortos, ‘Lo que fuiste’, de Iván Landeiras, una introspección en la que el autor intenta entender la relación con su abuelo, y ‘La soterraña’, de Antonio Llaneza, un cortometraje en el que se cuenta la historia de un valle en el que hay más muertos que vivos, ‘tiktokers’ y reptilianos.

Todos consideran el laboratorio como una iniciativa “super necesaria y enriquecedora” no solo por lo que han aprendido si no por las redes que han conseguido tejer, entre los compañeros y dentro del propio sector

Escuchando sus ‘pitch’ (exposición de un proyecto en el argot cinematográfico) todos consideran el laboratorio como una iniciativa “super necesaria y enriquecedora” no solo por lo que han aprendido si no por las redes que han conseguido tejer, entre los compañeros y dentro del propio sector, porque todos son conscientes de lo que les espera fuera.

Y lo que sucede fuera lo saben bien los cinco cineastas que participaron en el primer laboratorio. Pablo, Lía, Howi, Rodri y Celia presentaron dos largometrajes y tres cortos y todos ellos han sabido ya lo complicado que es poder hacer algo en Asturias porque ninguno ha obtenido, por el momento, financiación.

Tanto es así que Celia Cuervo ha tenido que aparcar el rodaje de ‘Velado’, un corto de ficción que también profundiza en el duelo y su superación, para dedicarse a otras cosas y poder seguir adelante. No pierde la esperanza de poder finalizar su primer proyecto en algún momento, pero reconoce que “muy pocos consiguen hacer cine en Asturias, los que lo hacen es porque se han ido fuera para poder hacerse un nombre para luego volver”.

Rodri Agüeria comienza a rodar su corto gracias al esfuerzo de sus compañeros de laboratorio, con quienes comienza a grabar ‘Una mujer que conocí llamada Judita’, en el que profundiza en la historia de una mujer que decidió aislarse en la montaña tras ser agredida sexualmente, y a la que su familia ayudó hasta que falleció.

Mi proyecto sale a pesar de las circunstancias. Vivimos en una comunidad autónoma que no da respuestas a quienes queremos dedicarnos a generar cultura

Rodri Agüeria autor del proyecto ‘Una mujer que conocí llamada Judita’

“Mi proyecto sale a pesar de las circunstancias”, asegura, “vivimos en una comunidad autónoma que no da respuestas a quienes queremos dedicarnos a generar cultura”, lamenta. Y es que la única ayuda directa que hay en Asturias para jóvenes cineastas, con financiación anticipada, es la que se concede anualmente a un proyecto, a través del Premio Nuevos Realizadores del Principado de Asturias, dotado con 8.700 euros.

Lía Lugilde aborda la problemática del suicidio en Asturias en el corto ‘Salta’. Recopila documentación para poder presentarse a todas las convocatorias de ayudas que pueda, pero reclama más convocatorias para jóvenes, “si estás empezando es imposible que puedas competir con los grandes”. Considera el audiovisual como una industria que crea empleo, genera cultura y sinergias, tres cuestiones fundamentales para el desarrollo de una comunidad.

Para Pablo Casanueva FilmLab es un milagro que permite profundizar en la educación y anclarse en el territorio, pero también facilita el encuentro entre cineastas y tejer una red que funciona tanto en los buenos como en los malos momentos. Reconoce que encontrar financiación para su largometraje será complicado.

Sabe que necesita un presupuesto adecuado para garantizar sueldos y derechos dignos al equipo, así que la historia  de la primera subida al Pico Urriellu del Marqués de Villaviciosa y ‘El Cainejo’, los protagonistas de esta hazaña, aún tendrá que esperar. Sin embargo, sí ha conseguido rodar, con medios propios, una película sobre la memoria familiar, que estuvo años en su cabeza y para cuyo desenlace también fue importante su paso por el laboratorio.

Cuando le llegaron ofertas para rodar en otras comunidades su corto, Howi Álvarez las rechazó, quiere rodar en Asturias porque no quiere contar la historia de cualquier valle, él quiere contar la historia del valle de Turón, que fue el proyecto con el que participó en el primer FilmLab.

La tercera edición del FilmLab está en manos de la Consejería de Cultura como explica el director general de la Sociedad para el Desarrollo de las Comarcas Mineras (SODECO) impulsora de los laboratorios hasta ahora financiados por el ICAA

Era consciente de que un largometraje era un proyecto muy ambicioso, por eso lo adaptó a un corto a partir de una secuencia, “pero ni aun así hubo manera, salvo el Ayuntamiento de Mieres, nadie me hizo caso”, lamenta. Para no quedarse parado rodó otro corto con ahorros que tenía para hacer un viaje, que está a punto de salir de postproducción, a ver si a través de este corto puede conseguir financiación para contar su otra historia.

En Asturias hay mucho talento y muchas ganas, los jóvenes que han participado en estas dos ediciones del FilmLab son sólo una pequeña muestra de ello, pero es necesaria una apuesta más decidida por la cultura audiovisual.

Ante la buena acogida que ha tenido esta iniciativa entre los jóvenes cineastas asturianos y los buenos resultados obtenidos en las dos ediciones anteriores, solo cabría pensar que habrá una tercera edición del taller. ¿La habrá?, Todo está en manos de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias porque, tal y como explica Francisco Fernández Viesca, director general de SODECO, Sociedad para el Desarrollo de las Comarcas Mineras impulsora de los laboratorios, si bien las dos primeras ediciones estuvieron convocadas directamente por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) del Ministerio de Cultura, en 2024 el ICAA le ha pasado esas cuantías a las comunidades autónomas siendo éstas, por tanto, las encargadas de sacar la siguiente convocatoria. Por tanto, en Asturias será la Consejería de Cultura la que decidirá si habrá o no una tercera edición del FilmLab.

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