Si no se te ocurre nada, date una ducha
Ya lo dijo Arquímedes al meterse en la bañera: “¡Eureka!”. El momento del baño o de la ducha nos lleva –en no pocas ocasiones– a conectar ideas de la forma adecuada, algo que ha llamado la atención psicólogos y expertos en Ciencias Cognitivas, que intentan buscar dónde está la relación.
Mark Fenske, psicólogo de la Universidad de Guelph (Canadá) explica en su libro The Winner’s Brain (El cerebro del ganador), la manera en la que una ducha supone todo un empujón para nuestra creatividad. “En una situación en la que estamos conscientes, pero obramos de manera mecánica, sin prestar demasiada atención, la relajación de los sentidos permite al cerebro trabajar libre y creativamente en proyectos en los que, con el ajetreo diario, apenas podemos pensar”, afirma Fenske.
También se han interesado en estos mecanismos John Kounios y Mark Beeman, del Departamento de Psicología de la Universidad de Drexel en Filadelfia (EE.UU.). En sus investigaciones podemos encontrar un profundo análisis de los denominados “entendimientos”, que ellos prefieren llamar “momentos ¡ajá!” o ideas en la ducha.
Tras varios años estudiando el proceso mental mediante encefalogramas y resonancias magnéticas, han llegado a la conclusión de que puede haber una conexión ineludible entre estas “ideas en la ducha” y un estado de relax.
Para que surja esta chispa de creatividad, señalan en su investigación, el cerebro debe estar en un cierto nivel de actividad pero no lo suficientemente alto como para tener que estar prestando atención a la tarea.
Esto quiere decir que una situación cómoda, mientras realizamos una tarea más bien mecánica –como puede ser el baño– es el escenario ideal para que nuestra mente divague y las ideas comiencen a fluir.
“Nuestro cerebro cataloga los conceptos que vemos y los relaciona más fácilmente cuando no estamos analizando algo conscientemente”, dice John Kounios. Por eso, ese tipo de situaciones pueden dirigir nuestro pensamiento hacia todo tipo de buenas ideas.