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Las favoritas de Oprah Winfrey y otras nueve patatas fritas de bolsa que mejoran cualquier aperitivo

Patatas fritas de bolsa para mejorar cualquier aperitivo.

Pilar Virtudes

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Las buenas patatas fritas españolas, esas de tipo churrería de las que es imposible comer solo una, son el último producto de deseo en Estados Unidos. Y todo porque la presentadora Oprah Winfrey ha incluido en su lista Oprah’s Favorite Things (la lista anual de recomendaciones de sus cosas favoritas) una de las marcas más populares aquí, las coruñesas Bonilla a la Vista. Se venden también en bolsa pero en sin duda la fotogénica lata de aspecto marinero, que ya se popularizó tras su cameo en la película Parásitos, la que ha desatado de nuevo el fenómeno, agotando en horas las existencias de esta marca.

Estos adictivos aperitivos son el acompañamiento más sencillo, pero también más sabroso y atractivo para niños y no tan niños, para nuestros boquerones en vinagre, latas de mejillones, aceitunas o gildas. Tan versátiles que hasta Ferrán Adriá se marcó ya hace unos años una tortilla con patatas fritas de bolsa que se hace en cinco minutos y que se ha convertido en una receta icónica.

Muchos de los recuerdos que asociamos a ellas se remontan a aquellas freidurías de patatas y cortezas, e incluso de churros, que antes había en cada barrio y que ahora escasean. Para las patatas fritas somos muy nuestros, cada comunidad, cada provincia, tiene sus favoritas. Algunas son como las cervezas artesanas (solo las conocen en su entorno), otras como las Bonilla a la Vista han alcanzado el mainstream y se encuentran con cierta facilidad en tiendas gourmet.

Por si acaso no tienes fichada unas patatas fetiche a las que entregarte cuando no has conseguido remontar el día o cuando necesitas transformar un lunes en viernes, aquí te dejamos una listas de marcas de patatas fritas de bolsa que merecen la pena.

Bonilla a la Vista

Antes de que la famosa presentadora las eligiese entre sus favoritas ya saltaron al estrellato porque aparecieron en la oscarizada película ‘Parásitos’, aunque aquí las apreciábamos hace tiempo. Llegan desde Galicia, concretamente desde A Coruña, tierra famosa por la calidad de sus patatas –entre otras cosas–, y son las herederas de una de esas freidurías tradicionales que además de patatas ofrecía churros de calidad desde 1935.

Su secreto está en elegir las mejores materias primas; solo patatas, aceite de oliva y sal marina. Se envasan en una lata (también en bolsa) que ya es más que reconocible.

Como no son baratas –la bolsa de 150 gramos cuesta 3,75 euros y la lata de 500 gramos, 20 euros– lo mejor es disfrutar de ellas como se merecen, nada de ponerla en cumpleaños y fiestas multitudinarias. Un vermú bien frío, con una corteza de naranja y unas gotas de ginebra y Bonilla a la Vista.

San Nicasio

Las más populares en las tiendas gourmet y que se encuentran en prácticamente todo el país. Son las que cogemos al vuelo cuando queremos darnos un homenaje.

Llegan desde Córdoba y su secreto también está en las materias primas. Utilizan patatas de la variedad agria que, según los expertos, son las mejores para freír y se elaboran a temperaturas más bajas de lo habitual para mantener la textura y el brillo. Son finas y crujientes y tienen el punto justo de sal, en este caso sal rosa del Himalaya.

Aunque están buenísimas solas junto a una cerveza fría, son perfectas para acompañar unos berberechos de lata previamente aderezados con mucha pimienta negra, unas gotas de limón y otras de vinagre. A lo mejor parece extraño, pero el sabor del berberecho y las patatas maridan de lujo.

Y tampoco son baratas: 2,45 euros la bolsa de 150 gramos.

Almodóvar

Estas se elaboran en un pequeño pueblo de Toledo, Urda. Te puedes venir arriba tomándolas porque mantienen un buen precio, poco más de 3 euros el cartucho de 330 gramos.

Estas patatas, grandes –qué gusto cuanto metes la mano en la bolsa y sacas una de esas patatas hermosas y brillantes–, saben a patatas fritas de toda la vida, con el punto justo de sal, y crujen al morderlas.

Puedes servirlas en plato grande junto a unos boquerones en vinagre y unas aceitunas manzanilla, al modo en que lo hacen en muchas tabernas tradicionales de Madrid. Y no olvides un buen chorrito de aceite de oliva virgen extra.

Patatas Sarriegui

Unas patatas también muy famosas y premiadas varios años en el prestigioso certamen Great Taste Awards, pero cuyo origen está en una pequeña freiduría de la parte vieja de Donostia donde todos los vecinos acudían a por esas deliciosas patatas para acompañar aperitivos y fiestas.

En estas nada de sal del Himalaya, solo patatas, aceite de oliva y sal marina. El grosor justo, ni finas ni delgadas, y sabor tradicional. Sobre ellas puedes poner un buen mejillón frito en escabeche y regarlo con algo de su propia salsa. Con vermú o con un chacolí están riquísimas. Salen a 2,60 euros la bolsa de 150 gramos.

Vallucas

También en Cantabria dominan el arte de hacer patatas fritas. De allí vienen estas Vallucas que se anuncian precisamente como “la patata frita de Cantabria”, y que utiliza patatas de proximidad, ya que las de esta localidad Valderredible son muy apreciadas por su calidad. En esta caso, fritas con aceite de girasol y sal.

La fábrica donde se elaboran es muy joven, empezó a funcionar en 2018, pero desde entonces la marca ha adquirido bastante notoriedad por su calidad y sabor.

Por supuesto puedes tomarlas solas, pero aquí una sugerencia de aperitivo para brillar. Coge las más grandes, ponlas en un plato y sobre cada una posa un huevo frito de codorniz en aceite de oliva aún humeante. Y pon un cuenco con más patatas para mojar en la yema. Cuestan 2,70 euros la bolsa de 140 gramos.

Patatas Pijo

Especial atención a las de pimienta y limón. Son también producto de la nueva cultura de la patata frita, creadas en 2016 en Murcia y con una imagen poderosa en su bolsa que las ha hecho inconfundibles.

Además de las de pimienta y limón, las tienen también clásicas, con pimentón o con aceituna negra, lo que las hace ideales para tunearlas un poquito.

Por ejemplo, las de pimientas y limón están muy buena como base para acoger unas lascas de bacalao desalado y macerado en aceite de oliva. Escúrrelo y ponlo sobre las patatas. Puedes espolvorear aceituna negra por encima. Y las de pimentón admiten perfectamente una pequeña porción de pulpo cocido con unas gotas de aceite de oliva y un mínimo de pimentón picante.

Cuestan 1,29 euros la bolsa de 130 gramos.

La papa que llevas

Sevillanas, tienen la vista y el aroma de la patata frita tradicional y ellos mismo dicen que son artesanas “fritas a perol”, y que su deseo es recuperar la tradición de la patata frita de siempre.

Son crujientes y muy finas, perfectas para acompañar una lata de mejillones en escabeche y luego mojarlas en el escabeche que sobra. No se puede pedir más. El precio: 1,1 euros la bolsa de 90 gramos.

Patatas fritas ecológicas Añavieja

Son las patatas fritas de Soria, elaboradas por una fábrica de aperitivos que además cuenta con su propia explotación agrícola ecológica para producir la materia prima con la que luego elabora sus productos.

La estrella de esta fábrica son las patatas ecológicas, fritas en aceite de oliva virgen extra y sal marina. Además de utilizar aceite de oliva, todos sus envases de plástico y de cartón son reciclados.

Son crujientes y doradas, acompañan muy bien solas, pero también quedan muy bien si las utilizamos para hacer una tortilla de patatas chips, la receta que se inventó Ferrán Adrián, pero que hoy ya es de todos. Solo hay que mezclar los huevos apenas batidos con las patatas fritas de bolsa, dejar que se empape la patata en el huevo durante cinco minutos y luego cuajarla en aceite de oliva con un minuto por cada lado, o algo más si te gusta más pasada. Con esto te preparas una cena estupenda de viernes.

Un poco más cara que las anteriores, en torno a 3 euros los 100 gramos.

La Azucena

Desde 1943 lleva esta típica freiduría de patatas y otros snacks haciendo felices a los madrileños. Su secreto es mantener la receta tradicional, elegir las patatas (de la variedad agria) directamente en el productor y optar solo por las que tienen el calibre perfecto. Ellos fríen en aceite de girasol español, pero también logran el crujido y el dorado perfecto y así lo acreditan sus miles de adeptos. Además de patatas, fríen cortezas y otros aperitivos y elaboran aceitunas y encurtidos.

Para degustar estas patatas, nada mejor que acompañarlas con algunas de sus aceitunas y encurtidos y una caña madrileña bien tirada.

Su precio: 1,65 euros la bolsa de 100 gramos.

El gallo

Los extremeños también tienen sus patatas favoritas, las de El Gallo, que se elaboran en Cáceres. Su receta artesanal no ha cambiado desde su creación: el origen de esta freiduría se remonta al año 1928 y desde entonces siguen elaborando igual, siempre con patatas españolas, aceite de girasol y sal. La pena es que es difícil encontrarlas fuera de Extremadura. Su precio: 1,80 euros la bolsa de 160 gramos.

Para disfrutarlas, tiremos de lo clásico, acompañándolas de embutidos extremeños, un buen chorizo ibérico y una morcilla patatera.

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