Cada año, a mitad de enero, Madrid celebra la fiesta de los animales. La llegada de San Antón reúne a la ciudadanía, a las asociaciones animalistas y ecologistas, a la iglesia del Padre Ángel y a todos los vecinos y vecinas que quieren celebrar y poner en valor la especial relación que mantenemos con los animales.
Una tradición que desde 2015 contaba con una programación pensada para promover el respeto hacia los animales, con multitud de actividades educativas e informativas para todas las edades, con decenas de charlas y talleres sobre protección animal, prevención del abandono, colonias felinas, fauna urbana o convivencia responsable, con una ruta de tapas veganas y con la máxima participación de las protectoras y organizaciones en defensa de animales, asociaciones que colaboraban con el Ayuntamiento, incluso en el diseño de la programación.
Pero Almeida lo dinamitó. Ya en la primera edición bajo su mandato recortó en más de un 80% la participación de asociaciones, eliminó buena parte de las actividades educativas y de sensibilización y expulsó de la mesa de trabajo a las entidades que con tanto esfuerzo habían colaborado en la programación de un San Antón animalista en años anteriores.
En 2021 directamente se canceló y fueron las mesas de Bienestar Animal de los Foros Locales, la propia ciudadanía, en definitiva, quienes sacaron adelante un San Antón alternativo y virtual lleno de actividades.
Y en 2022 vemos con perplejidad cómo Almeida ha convertido la fiesta de los animales en un show con animales. ¿Qué nos ha ofrecido Almeida en el evento más importante del año para la protección animal? Pues un San Antón con el triple de exhibiciones de perros policía, de perros de trabajo y de adiestradores que de actividades para fomentar la adopción o concienciar en el respeto hacia los animales. El triple.
No hemos encontrado ni un taller, ni una charla, ni una sola actividad educativa. Y de nuevo, la participación de protectoras, asociaciones y santuarios ha sido mínima: incluso ha excluido a varias de las principales entidades que colaboran con la Administración y que trabajan día a día rescatando, cuidando y acogiendo a los animales que, por escasez de recursos asignados, el Ayuntamiento no llega a atender.
El desprecio de Almeida hacia el movimiento animalista madrileño es solo comparable a su desprecio hacia los animales en general. En más de dos años de legislatura el alcalde no ha hecho absolutamente nada. Cero mejoras, cero ideas, no hay ni un solo proyecto nuevo para luchar contra el abandono y el maltrato animal.
Nada a favor de los animales, claro, porque en su contra no ha escatimado recursos. Ha reanudado la actividad de la Escuela Taurina en la Venta del Batán para que niños y niñas aprendan a maltratar y matar animales, contraviniendo directamente las recomendaciones del Comité de Derechos del Niño de la ONU que insta a las administraciones a “proteger a los menores de la violencia de la tauromaquia”.
Almeida ha multiplicado el presupuesto y el apoyo para todo lo que tenga que ver con los toros, firmando con Ayuso un convenio para “la promoción y protección de la Tauromaquia como patrimonio cultural”, una alianza que incluye mayor financiación pública y mayor propaganda de los festejos taurinos.
Almeida durante meses ha dejado agonizar hasta casi morir la gestión de colonias felinas con el método CER (captura, esterilización y retorno), un proyecto iniciado en el mandato anterior para la gestión ética de las poblaciones de gatos que viven en nuestra ciudad. En Madrid hay más de 1.500 colonias felinas registradas, y las vecinas y vecinos que voluntariamente alimentan, esterilizan y cuidan de su bienestar sanitario y de los espacios que habitan con una autorización municipal, (y que son fundamentales para reducir los problemas de convivencia y las molestias vecinales que pueden ocasionar las colonias descontroladas), han denunciado de manera continuada y con desesperación el deterioro de un proyecto que no avanza, listas interminables para solicitar una esterilización en el centro municipal, dificultades para la comunicación, paralización en la renovación de carnés, etc. Y cuando, tímidamente, ante las crecientes quejas vecinales y de protectoras, parece retomarse la atención a esta iniciativa, se hace con una imprecisión, una tibieza y una falta de certezas que, lejos de ofrecer tranquilidad sobre el futuro de las colonias, está aumentando las incertidumbres ante la falta de un plan claro y una comunicación sólida sobre la hoja de ruta.
Almeida, el alcalde que mata cotorras a tiros en los parques de Madrid. El que en su cruzada contra la participación ciudadana borró del mapa a las Mesas de Bienestar Animal de los Foros Locales.
Almeida, que después de 2 años de la aprobación en Cibeles de la propuesta de Más Madrid para incluir a los animales como parte de la familia en situaciones de vulnerabilidad y establecer protocolos para protegerlos en casos de violencia machista, personas sin hogar o personas mayores que precisen apoyos, sigue sin hacer absolutamente nada.
Almeida, el portavoz nacional de un partido negacionista de las macrogranjas.
Se equivoca el alcalde y se equivocan los líderes políticos que, en su afán de ganar la batalla cultural, desprecian, ridiculizan y quitan importancia al bienestar de los animales y al cuidado del medio ambiente. Se equivocan, porque bajo la bandera del maltrato animal se quedan solos, cada vez más lejos de la ciudadanía del siglo XXI, de una sociedad que avanza y que ya no ríe sus chistes casposos sobre toros, cacerías y chuletones.
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