Hola corazones, hoy os contamos que uno de los buques insignia de TVE, el programa Corazón, cumplió recientemente 19 años retratando “la crónica social” de nuestro país. Una crónica que, como veremos a continuación, tiene bastante poco de social y mucho de tendenciosa. Estrellas de cine y televisión, cantantes, deportistas, familias reales y, sobre todo, toreros, se dan cita cada día en este familiar espacio, ideología disfrazada de entretenimiento, producido con el dinero de todos.
Lo cierto es que la saturación de toreros salta a la vista, pero hemos querido analizar uno a uno los programas de junio y julio de 2016 - algo más de 50 emisiones - para medir con mayor exactitud los minutos dedicados íntegramente a estos personajes.
El resultado no puede ser más elocuente: un 10% de la emisión de Corazón está dedicada a mostrar las facetas más solidarias, glamurosas y benéficas de aquellos que se ganan la vida torturando animales hasta la muerte para regocijo de una minoría cada vez más envejecida. Un 10% de costosísimo tiempo televisivo.
De lunes a domingo, este espacio lleva dos décadas metiéndonos en casa a la hora de comer, con un tono amable y siempre positivo, bodas, bautizos, comuniones, viajes y eventos de los protagonistas de la crónica rosa. Un programa que huye de la polémica, respetuoso, para todos los públicos, que se emite en una franja horaria familiar, realizando un sistemático lavado de imagen a un colectivo minoritario cuya sangrienta actividad es económicamente ruinosa y está fuertemente cuestionada por la mayoría de la sociedad.
La cuota de audiencia de esta fórmula de éxito es de un continuado 12%, una de las más altas de la parrilla, muy lejos del 2,2% de Tendido Cero, el programa taurino de La 2, que nos cuesta a todos cientos de miles de euros y cuya audiencia no ha parado de caer en picado desde el 2007. Lo mismo ha pasado cada vez que a la “televisión de todos” se le ha ocurrido volver a emitir corridas en horario infantil. Tanto la vuelta de los toros a Ilumbe en San Sebastián, con presencia de Juan Carlos de Borbón incluida, como la última corrida “benéfica” en Albacete, que fue un escándalo porque el 97% de la recaudación se la quedaron ganaderos y cuadrillas, dejando 3.480€ para los discapacitados, consiguieron mínimos de audiencia y fueron trending topic en las redes por el absoluto rechazo social que despertaron.
Pero volvamos a la vida en rosa. El efecto que causan este tipo de espacios es conocido, a base de entrar en nuestras casas a diario, los protagonistas terminan por parecer algo nuestro. A diferencia de otros programas, en Corazón no hay gritos ni malos modales. Siempre con una sonrisa, sus presentadoras nos cuentan dónde han ido de vacaciones los famosos, o si tienen algún problemilla familiar, asistimos a sus galas y conocemos a sus bebés antes que nadie.
“Benéfico”, “buena causa”, “solidario”, “fundación”, son las palabras clave en las crónicas sobre toreros. No vemos imágenes sangrientas de toros agonizando, aunque sí muchos trajes de luces. Lo que abundan son reportajes de eventos, éxitos profesionales de sus mujeres, salidas de la plaza en hombros, ovaciones, besos y abrazos de la afición. Pareciera que el trabajo de esta gente consistiera en darse baños de multitudes, y no en matar por dinero a herbívoros inocentes. A las modelos, por poner un ejemplo que daría para otro artículo, sí las solemos ver desempeñando su trabajo y posando (a poder ser en bikini) para los fotógrafos, pero los toreros nunca salen con las manos manchadas de sangre. Debe de ser porque las imágenes de toros agonizando no pegan mucho con la línea editorial del programa, algo que no deja de ser comprensible.
Una cosa que no pasa desapercibida es lo mal que lo pasan esposas y familiares cuando ellos van a la plaza. Hemos visto a la mujer de Francisco Rivera y también a Eva González, cuya boda ilustra este artículo, decir en múltiples ocasiones que están deseando que sus maridos dejen de torear. Ellas y ellos declaran siempre que no quisieran que sus hijos sigan los pasos de sus padres. Nosotros tampoco. Desde aquí les deseamos una larga vida, mucha suerte y una profesión digna acorde con los tiempos.