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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Indefensos ante el fuego: los grandes olvidados

Superviviente incendio Galicia 2022

Pilar Badía

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¿Deben tomarse medidas para ayudar a los animales que padecen o son susceptibles de sufrir las consecuencias de los incendios?

Hicimos este reportaje porque los otros animales son seres que pueden verse enormemente afectados por estos desastres. Los animales no humanos, sean domesticados o salvajes, pueden sufrir de forma equivalente a los humanos. A nadie nos gustaría que nos abandonasen a nuestra suerte en medio de un bosque ardiendo. El terror y el dolor que cualquiera podría padecer en esta situación lo sufren los millones de animales que cada año son víctimas de los incendios.

¿Es posible, sin cambios normativos relevantes, ayudar a los animales víctimas de incendios?

Sin cambios normativos no es posible, puesto que los operativos asignados para estas situaciones no sólo no cuentan con un protocolo de actuación, sino que, tal y como hemos podido comprobar, ellos mismos instan a abandonar a los animales en los lugares afectados ante una situación de peligro.

Creemos que para que los cuerpos de actuación en caso de incendio dispongan de protocolos y herramientas concretas y funcionales es necesario hacer un estudio de las distintas situaciones, lugares y tipos de animales, llevado a cabo por personas expertas. Esto debe ir además acompañado de formación específica para estos profesionales sobre la importancia de ayudar a los animales, sobre la aplicación de primeros auxilios en diferentes especies, así como sobre la implementación de los protocolos de salvamento.

También es indispensable que los organismos públicos se encarguen de la creación de equipos de búsqueda y recogida de animales heridos tras los incendios para poder darles tratamiento veterinario. Estos equipos podrían encargarse a su vez de colocar puntos de comida y bebida en las zonas afectadas para los animales que hubieran quedado vivos en la zona. Sin alimento, sin comida y sin refugio, estos animales corren el grave riesgo de morir también al poco tiempo.

Pero además debe existir una formación y normativas similares dirigidas a cualquier persona o negocio donde hay animales, y que puedan ponerse en marcha en momentos de riesgo, es decir, tener preparados medios de evacuación para los animales de los que son responsables, en caso de incendio.

¿Cuáles son los animales más vulnerables en un incendio?

Es difícil saberlo con exactitud. Cualquier animal que por su situación no pueda escapar, como los que se encuentran encerrados en casas o explotaciones, y desde luego los animales pequeños, especialmente los terrestres.

Los animales muy pequeños, como los insectos, buscan refugio en los troncos, pero acaban quemados cuando llegan las llamas. También las crías, que todavía no pueden desplazarse, como las de pájaros, ratones, conejos, etc, mueren quemadas o asfixiadas si no se les ayuda.

Los animales acuáticos pueden asimismo verse en serio peligro después de los incendios, cuando las lluvias arrastran las cenizas al mar o a los lagos. La ceniza reduce los niveles de oxígeno en el agua y bloquea las branquias y los pulmones de los animales acuáticos.

Durante el verano de 2022 documentasteis la situación de los animales afectados por los incendios en las más de 14.000 hectáreas que fueron quemadas en las comarcas de Barbanza, Verín y Quiroga, en Galicia. ¿Qué dificultades encontrasteis?

Nuestro objetivo era visibilizar a los animales víctimas de los incendios, porque rara vez se mencionan durante estas catástrofes, salvo por las pérdidas económicas. Sin embargo, la realidad es que muchos animales mueren, ya sean animales salvajes o se encuentren en granjas o explotaciones, así como también otros considerados de compañía.

Por un lado, cuando uno de los incendios estaba activo no podíamos acceder al lugar, como es normal. El problema es que nadie podía hacerlo, salvo para socorrer a seres humanos. Las carreteras se cortaban y si alguien quería abrir los cierres de los campos para vacas o caballos, llegar a los gallineros o a los cheniles de los perros para soltarlos, no les estaba permitido. Incluso cuando alertaban a los ciudadanos de que debían abandonar algunas zonas por riesgo de incendio, les indicaban que dejaran a los animales allí.

Por otro lado, cuando puedes acceder a las zonas afectadas para buscar animales que puedan estar heridos, te das cuenta de que es realmente difícil localizarlos. Muchos animales pequeños se esconden en sus madrigueras para intentar protegerse del fuego. Pero quedan atrapados y mueren asfixiados o carbonizados. Algunos animales más grandes que consiguen sobrevivir se pueden encontrar cerca de los ríos, muchas veces heridos.

Cuando pretendes encontrar y documentar a animales fallecidos en un incendio te das cuenta de lo complicado que es dar con ellos, puesto que resulta prácticamente imposible distinguir el cuerpo carbonizado de un animal de un tronco o una piedra. Todo es una especie de masa homogénea negra y gris. Y esto se hace aún más arduo cuando se trata de animales muy pequeños, de cuyos cuerpos no suelen quedar más que cenizas.

¿Cuáles fueron las situaciones más impactantes?

Pudimos documentar a varios perros que habían sido sorprendidos por las llamas apenas unas horas antes. Estaban totalmente calcinados, con las bocas abiertas y con sangre brotando de sus cuerpos abrasados. Una pequeña hembra se había metido en un agujero tratando de huir del fuego, pero murió asfixiada por el humo. Todos se encontraban encerrados en cheniles, muchos de ellos utilizados para cazar.

También documentamos perdices, ratones y culebras, algunos prácticamente carbonizados y otros entendemos que asfixiados por el humo.

Vimos caballos y vacas que vivían en los montes caminando entre matorrales y árboles quemados. Pudimos observar que muchos tenían los ojos irritados, pero al no poder acercarnos demasiado desconocemos de qué manera pudo afectarles realmente el humo y el fuego.

¿Qué indicaciones recibíais por parte de las autoridades cuando tratabais de acceder a zonas incendiadas?

Cuando los incendios estaban extinguidos o bajo control no teníamos ningún problema para acceder a las zonas afectadas, a pesar de que las suelas de nuestros zapatos se derretían al recorrerlas.

En una ocasión en la que accedimos a un incendio en Barbanza y observábamos las acciones de extinción del fuego, hubo un momento en que se perdió un poco el control del mismo y nos indicaron que debíamos irnos, como es lógico. El problema era que en esa misma zona quedaban animales como caballos y vacas.

Entendemos que sí corrimos cierto riesgo, puesto que un cambio en la dirección y la velocidad del viento puede complicarlo todo. Pero para nosotras siempre había un protocolo de evacuación; para los animales, no.

Después de un incendio, ¿veis posible activar redes de cuidados para animales heridos o quemados?

Durante y después de un incendio se pueden encontrar animales en parada cardiorrespiratoria, con quemaduras o con ataques de pánico, que podrían salvarse si los profesionales contasen con equipo y formación específicas.

También puede haber animales con secuelas muy dolorosas que les causen posteriormente la muerte, como quemaduras (incluyendo las patas, lo cual les dificulta caminar, o las alas para volar), lesiones en los ojos, ceguera, problemas respiratorios, turbación o estado de shock por el estrés sufrido. Es más fácil que caigan presas de otros animales, al estar débiles, desorientados y haberse quemado sus refugios.

Cuando pensamos en realizar este reportaje nos pusimos en contacto con varios grupos de personas que se organizaban a través de redes sociales para ir a las zonas afectadas y tratar de ayudar a los animales heridos, así como para dejar agua y alimento en distintos puntos a los que pudieran tener acceso los animales.

No sólo personas particulares sino entidades como la Asociación Moura o Callejeros Barbanza registraban el terreno para buscar y ayudar a animales afectados. Esto demuestra que es posible y necesario activar también protocolos después de controlar los incendios.

Pero, insistimos: no es suficiente. Es fundamental que los profesionales que actúan durante los incendios tengan protocolos de actuación y formación en primeros auxilios para diferentes especies de animales y para poder trasladar a estos animales a un servicio veterinario.

¿Creéis que un activista a título individual puede hacer algo por los animales en estas situaciones de incendio?

Sin duda, con acciones a nivel individual se puede ayudar enormemente, ya que muchos animales son rescatados por personas que deciden actuar en ese momento.

En situaciones de emergencia, sobre todo cuando no hay ningún tipo de actuación organizada por parte de las autoridades, hemos comprobado que funcionan bastante bien los grupos de WhatsApp y las redes sociales, donde mucha gente se organiza de forma más o menos espontánea para salir al monte a ayudar a los animales.

Por otro lado, también creemos que es de gran ayuda que activistas de forma individual y organizaciones se sumen a la reivindicación de mejoras en este sentido por parte de las autoridades, y que quienes tengan la formación necesaria puedan colaborar en la elaboración de protocolos de actuación en caso de incendio para zonas específicas.

Los incendios que hemos vivido recientemente son tan devastadores y numerosos que necesitan urgentemente de la implicación de los organismos públicos y el establecimiento de protocolos. Lo consideramos fundamental para que no se repitan las mismas situaciones de siempre. Por eso lo hemos querido documentar con este reportaje.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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