El negocio de la extinción de animales se extiende en todo el mundo, con una facturación anual estimada de al menos 14.000 millones de euros y ganancias que aumentan del 4 al 5% por año. El mercado de los animales mal llamados “de compañía”, la carrera por el exotismo y la búsqueda de las supuestas “virtudes curativas y afrodisíacas” son el motor de esta economía apocalíptica.
La ONG Robin des Bois (RdB) investiga la caza furtiva y el contrabando en todo el mundo a través de la información adquirida de los guardabosques, las aduanas, la prensa internacional y local, y las instituciones judiciales para denunciar la crueldad, la violencia, la corrupción y el modus operandi de cada sector.
Desde El Caballo de Nietzsche entrevistamos a Irene Torres, una de las investigadoras del libro El atlas del negocio de especies amenazadas, recopilación de textos y mapas de una macro investigación que lanzó RdB, y que demuestran inequívocamente la globalización y la diversificación del contrabando de seres vivos. El libro examina 32 especies, que actúan como embajadoras de las demás y que son víctimas de la guerra que el ser humano está dando a la naturaleza.
¿Cuáles podrían ser lo datos más relevantes recogidos en este atlas?
El primer dato alarmante es que el negocio de la extinción de animales se está expandiendo en todo el mundo, con una facturación anual estimada de al menos 14.000 millones de euros y unos beneficios que aumentan entre un 4 y un 5% al año.
¿Es negocio de la extinción o negocio del tráfico de animales?
Sí, dije negocio de la extinción. Son reglas del mercado: mientras más escasa es una especie, más cuestan sus individuos. En las últimas décadas la extinción de especies se ha acelerado hasta el extremo. Algunos expertos consideran que nos encontramos ante la sexta extinción más grande de la historia de la Tierra.
En el libro se recoge el tráfico ilegal de 32 especies en peligro de extinción, entre las que están primates, elefantes, aves, tortugas, boas, iguanas, rinocerontes, totoabas, felinos... En los países que yo investigo (de habla hispana y portuguesa) destaca, por ejemplo, el tráfico de aves en Brasil, fundamentalmente de loros. Brasil, dada su condición de ser el país más rico en biodiversidad, es uno de los lugares donde más se trafica, siendo 12 millones de animales el número estimado de víctimas de contrabando. Colombia, México y Ecuador también destacan por el elevado número de animales traficados.
Cabe destacar que solo en Sudamérica el tráfico de fauna mueve al año unos mil millones de dólares.
¿Cuál es la intención de RdB al publicar este libro?
Queremos mostrar el alcance del tráfico y comercio ilegal de especies y su magnitud a nivel internacional, así como el grado de violencia y crueldad extrema que esto implica y la corrupción existente tras los hechos.
Se trata de una enérgica denuncia social para que la gente entienda el mal que hace al adquirir estos animales. En general, existe la creencia de que el único responsable del comercio ilegal de fauna es el traficante, pero desde los cazadores hasta los transportistas y los consumidores que participan de estos hechos ilícitos son responsables.
Parece un trabajo muy laborioso ¿Cómo se organiza la investigación dentro de RdB?
Somos siete personas las que realizamos este trabajo de investigación sobre tráfico de especies protegidas en todo el mundo, nos dividimos por áreas geográficas y por idiomas. Realizamos la investigación de forma muy metódica. Tenemos una guía con webs oficiales de organismos ambientales de los diferentes gobiernos, también páginas webs de prensa y redes sociales oficiales.
Cubrimos semanalmente unas fichas en las que se detalla el lugar concreto en el que ha ocurrido el decomiso o la investigación sobre tenencia ilícita o tráfico de animales, la fecha, los nombres comunes y científicos de las especies traficadas, el apéndice en que se encuentran en la CITES (si es que figuran en ella), así como toda la información que proporcione la noticia: el modo en que han sido capturados los animales y su destino, identificación de los traficantes, sanción, etc.
Agrupamos semanalmente todas las noticias, clasificándolas numéricamente y señalando los datos más relevantes de cada una. En el libro se describe brevemente cada especie con sus características generales, su hábitat, reproducción, alimentación, esperanza de vida, población estimada… Y mediante un mapamundi se muestran las rutas seguidas para su contrabando, los transportes más utilizados y el precio de los animales (vivos o descuartizados) en diferentes países.
¿Qué países o áreas te tocaron investigar particularmente?
Los países de habla hispana y portuguesa: por ejemplo, España, Portugal, México, Brasil, Colombia, Ecuador, Argentina, así como todos los países centroamericanos…
Una zona de mega biodiversidad, por lo que habrás tenido mucho trabajo.
Desde luego. Desgraciadamente, son tantísimos los casos que es imposible recopilar el 100%, y eso que muchos de ellos ni siquiera llegan a publicarse, o en muchas ocasiones las noticias proporcionan información demasiado genérica y no podemos seleccionarlas. De hecho, según la Interpol -la organización internacional de policía criminal-, las incautaciones sólo representan el 10% de todo el tráfico de fauna.
¿En el tráfico de especies podríamos decir que existen mafias que operan de forma coordinada y organizada en varios países del mundo?
Sí, por supuesto. Hemos encontrado muchísimos casos de mafias que han trabajado internacionalmente durante años. Por ejemplo, el pasado mes de agosto se desmanteló una organización dedicada a comprar y vender de manera ilícita especies animales entre España y Marruecos, en el marco de la operación Fennec. Más de 200 animales fueron incautados (en su mayoría loros y guacamayos) y una decena de sus miembros fueron detenidos y acusados de los presuntos delitos de contrabando, maltrato animal, comercio ilegal y falsedad documental. La mayor parte de animales decomisados se dirigían hacia Marruecos, donde se ha acreditado la existencia de un mercado emergente de fauna exótica.
Otro caso relevante sucedió hace pocos meses, cuando las autoridades colombianas desmantelaron una red internacional que traficaba animales silvestres extraídos del Amazonas, La Guajira y el Orinoco, y de países vecinos como Venezuela y Ecuador, y los comercializaba a través de una cuenta en Facebook por todo el territorio nacional y en México.
Por citar otro ejemplo, la operación Thunderstorm (2018), en la que participaron agencias de policía, aduanas, fronteras, medio ambiente, vida silvestre y forestales en 92 países, dejó cifras alarmantes. La operación reveló que los grupos que trafican con animales silvestres usan las mismas rutas que los delincuentes en otros sectores delictivos, casi siempre violentos.
¿Crees que existe connivencia o complicidad con las autoridades ambientales en algunos países? ¿Salieron esos datos en tus investigaciones?
Sí, en algunos casos eran las propias autoridades quienes estaban directa o indirectamente involucradas en el tráfico de especies. Operan igual que las mafias que trafican con drogas o armas, e incluso suelen ser las mismas que trabajan con madera ilegal.
En algunas investigaciones surge la idea de que estas mafias operan especialmente en zonas fronterizas para evitar la persecución de las autoridades ambientales. ¿Aparece esto en vuestras investigaciones?
Efectivamente, muchos traficantes aprovechan esa situación para evitar ser perseguidos y, desafortunadamente, en muchas ocasiones lo consiguen. En la zona amazónica es la estrategia de base de las mafias.
¿Cuál suele ser el destino de todos esos animales que son víctimas del tráfico?
Los destinos de estas especies en peligro de extinción son muchos: desde el mascotismo hasta su uso en la cocina local, en la medicina tradicional (como supuestos productos curativos) o como meros objetos decorativos. Además, el capitalismo de la extinción especula sobre las especies más amenazadas, porque la gente quiere justo lo que menos puede tener. Es coleccionismo en estado puro, pero con seres vivos, con animales.
En general, en tu investigación, ¿aparecen los destinos de esos animales incautados o decomisados?
En muchos casos las noticias encontradas no especifican el destino de los animales. En otros casos sí se detalla el centro concreto al que son trasladados, o si podrán ser devueltos a su hábitat. No obstante, sabemos que no existen suficientes refugios para acoger al enorme número de animales incautados en todos los países.
¿Cuáles son las principales carencias que tienen los gobiernos para luchar contra esta lacra?
Para comenzar, existe una falta de coordinación. Se trata de un tema extremadamente complejo, y en el que se ven implicadas muchas administraciones, por lo que es precisa una óptima coordinación, especialmente ante las autoridades administrativas y científicas.
También hay falta de medios (materiales y humanos) y de formación específica en la aplicación de CITES. Por último, es necesaria la creación de centros de rescate y reubicación para los animales decomisados.
Hablemos del caso español ¿qué sucede aquí?
En el caso de España, pese a lo dispuesto en el Código Penal, la Ley Orgánica 12/1995 de Represión del Contrabando y la Ley 33/2015 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, sería necesario aprobar otra normativa más específica, clara y efectiva.
En la mayoría de países, sus códigos penales establecen como delito el tráfico, captura, posesión, transporte o introducción de especies de vida silvestre. Sin embargo, no los tipifican como delitos graves, por lo que los infractores quedan libres bajo fianza.
Existe además una enorme falta de investigación y control, especialmente sobre la venta a través de internet, y una gran falta de campañas de educación y sensibilización sobre la demanda.
La mayoría de los animales mueren mientras son traficados o una vez llegan al destino, antes incluso de ser decomisados. Y, desde luego, los centros de rescate y acogida casi no existen.
¿Los zoos podrían ser útiles para tales fines?
Algunos zoos de Latinoamérica funcionan como centros de rescate. En España los zoos no tienen espacio, pues se dedican a reproducir los animales que les interesa exhibir, y muchísimo menos tienen conocimiento sobre planes de recuperación y reubicación porque históricamente han hecho más bien lo contrario: capturar animales de la naturaleza para encerrarlos y exhibirlos. Sin ir más lejos, en la Cop18 de CITES, la Fundación Franz Weber y ZOOXXI denunciaron que las asociaciones de zoos y acuarios realizaron una fuerte presión para que no se prohíba internacionalmente la captura de elefantes en África para enviar a zoos del mundo. Por suerte el lobby de los zoos no se salió con la suya y triunfaron la razón y el buen criterio.
¿Cuál debería ser el futuro, cómo poner fin a este negocio ruin que afecta a animales y ecosistemas?
Es una batería de acciones: legislación penal más dura, formación específica del funcionariado, creación de centros de rescate y reubicación, y lo más importante: desarrollar sistemas de cooperación transfronteriza entre los países de origen y destino de estos animales.