El primer mes de campeonato del Tenerife ya está inscrito entre los cinco peores de sus 72 temporadas en categorías nacionales. La derrota del viernes pasado por (0-1) – segunda en el Heliodoro– ante el Real Racing Club deja al equipo dirigido por Óscar Cano como colista de la Segunda División con un punto de doce posibles, un registro igualado al de los cursos 66-67 y 15-16.
Aunque podría haber sido peor de no arrancar un empate en Cádiz. Solo dos veces lo hizo peor que este verano de 2024 el equipo blanquiazul, cuando en los arranques de las campañas lo perdió todo en las cuatro primeras fechas. En su séptima temporada en Segunda (59-60) y en la trigésimo sexta (10-11) firmó cuatro derrotas. La primera vez se mantuvo, pero la siguiente acabó con el descenso a la extinta Segunda División B.
Barrios acude al rescate. El primer servicio de mérito al tinerfeñismo de José Antonio Barrios fue con solo 17 años. Jugador en dos etapas, entrenador, director deportivo y directivo, andando la cuarta jornada de la Liga de Segunda División 66-67, José Luis Riera dio la alternativa a un delantero juvenil en vista del mal comienzo de su equipo: derrota en Vallecas (2-0), empate casero ante el Sporting (11) y derrota en Oviedo (3-1). La visita a El Plantío alargó a cuatro aquel mal inicio (2-0).
El tropiezo ante el Burgos dio paso a tres victorias (Logroñés, Osasuna y Murcia) y un empate en Atocha (0-0) enderezaron el rumbo de un grupo que había perdido a Martín Marrero y José Juan (traspasados a la UD Las Palmas) y no renovado a titulares veteranos como Felipe Alberto (149 partidos en el representativo) y Paquillo (146).
El Tenerife, al menos, conservaba el talento y los goles de Justo Gilberto, que al acabar el curso también tomó rumbo a Gran Canaria. Sus catorce aciertos y los nueve de Barrios –ya asentado como titular– dieron fiabilidad al juego y las prestaciones del equipo. Riera conservó el puesto y el Tenerife terminó undécimo de dieciséis en el grupo Norte de la categoría de plata, tres puntos por encima de la promoción, cuando las victorias todavía valían dos puntos.
No hay mal que por bien no venga. El inicio del curso 15-16 es calcado al 24-25, aunque llamaría al optimismo si se alargara otro mes la comparación. El Tenerife arrancó con una serie similar al de Óscar Cano: tropiezo ante el Numancia (6-3), en casa ante el Nàstic (1-2), empate en Huesca (1-1) y nueva derrota tras la visita del Oviedo (0-2). Por el camino, una eliminación en la Copa del Rey (a partido único) en el campo del Leganés (2-0).
El grupo que entonces entrenaba Raúl Agné se repuso con ocho puntos de la siguiente docena, pero dos nuevas derrotas en las siguientes salidas (2-0 en Zaragoza y 2-0 en Lugo) acabaron con el crédito del entrenador aragonés, que venía relevar a Álvaro Cervera en la 14-15 para una permanencia que solo ató en la penúltima jornada tras imponerse al Betis y perder en casa el Racing.
Agné fue despedido y Miguel Concepción se puso en las manos de José Luis Martí (119 partidos como tinerfeñista y el ascenso a Primera de 2001), que enderezó el rumbo y sentó las bases de la mágica campaña 16-17, solo rota en el último partido por el ascenso en el campo del Getafe.