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Burbuay Mr. Rajoy o el arte de aprender de errores ajenos
El padrón que por aquellas fechas se realizaba a pie, tocando de puerta en puerta, tuvo en los cuentos de D. Francisco (Pancho) Guerra con el inolvidable protagonismo de Pepito Monagas, el asunto de un diálogo muy canario, en el que Mamerta (su nombre real era Felipa) fue preguntada por el cabeza de familia.
-¿Cabeza? ¿Qué cabeza?
-La de su marido, mujer, cual a va a ser...
-Cabeza..... mejor se la “estrallara” una guagua.
Dice un cabeza pensante, de perfil afilado y de ideas eléctrico-renovables, que va a aprender de los errores que otros han cometido, de los otros, de los socialistas. ¿Aprender en cabeza ajena?
Está claro que de los suyos, no. Bueno fuera que reconociera errores propios, gesto de humildad incompatible con la soberbia que preside su acción política.
Las orejas son dos, y por eso escuchar por los dos lados es todo un arte y la lengua, siendo una, es un órgano que no conoce el cansancio.
El libro de cabecera, de preferida lectura del guitarrista del Trío de las Azores, Mr. Ansar de la Pradera, se asocia con el poema “If” de Kipling, que no es otro que la permanencia impertérrita en el estoicismo victoriano.
Y en esas estamos, que no hay ni forma ni manera de bajar del caballo del estoicismo tampoco a este “moderno Saulo” Sr. Rajoy y sus complacientes y complacidos hinchas, testarudos todos.
Pero mi gozo en un pozo si fuera solamente el ínclito presidente del gobierno,-tan en funciones entonces como ahora-.
Ese misterioso halo que adorna a la muchachada del popular partido no excluye a nadie.
Y ejemplos hay para parar un carro, desde aquellas frases del Obispo de Canarias Monseñor Pildain acerca de las primeras suecas pecaminosas de los sesenta “turismo bueno, si y mil veces si, turismo malo, no y mil veces no”, hasta la negativa, una y mil veces, a votar a favor o abstenerse en la votación de investidura del Sr. Sánchez, se pueden contar por decenas las reiteradas negaciones de los hechos de tantos políticos “investigados” por la Justicia y la permanencia en el estoicismo testarudo. ¿Errores? Los de los otros.
El viejo y sabio refrán que afirma que “a menos carga más suena el carro” tiene un marcado paralelismo con que a cerebro vacío más palabras necias.
No sé, no tengo ni idea, estoy limpio de cualquier sospecha, yo pasaba por allí, etc., son frases acuñadas en la mística verborrea de los padres,- y madres, vayamos a machismos-, de la coneja patria hispania.
Todos se me parecen al marido de Mamerta, el cabeza de familia, de cuyos andares nunca más supo, salvo que la dejó preñada y parió una hija “sietevesina” por culpa de un “rembalón”.
Habrá que hacer un “padrón” de todas las cabezas de los políticos a fin de ver, quién la tiene chiquita o vacía, quienes aceptan sus propios errores y están dispuestos a enmendarlos, cuantos de ellos se bajan del poema “If”, y comienzan a dialogar,- verbo de fácil dicción y dificil ejecución-.
Al menos que, cuando pregunten por uno de ellos, no se formule la asombrada cuestión de ¿cabeza? chiquita cabeza, caballero.....
Así les va y nos va, diz que aprendiendo de los errores en cabeza ajena, de los que nadie escarmienta. Y que quiere que le diga, están todos bonitos para un sancocho.
A la vista del palo mayor digo lo que dijo el macho que velaba en inglés: “burbuay Mr. Rajoy”, que traducido por Mamerta quiere decir “ que le vaya bien” (en inglés).
Si es que no tienen remedio.
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