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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

''Cerebro de simio''

El hecho es que los llamados “foros de lectores” nunca pueden servir de excusa para que un juez dirima una competencia comercial entre periódicos, sería un despilfarro de gasto público y de tiempo en época de crisis (que habrá que recodar una vez más, tiene un origen financiero, de mala gestión bancaria en todo el mundo). Por ejemplo, yo criticaría a don José Rodríguez si se querellara contra Juan Francisco García por llamarle en su periódico “cerebro de simio”, “mala persona y endemoniado viejo infeliz”, “acojonado”,“ pirao”, “que triste llegar a viejo y encima chochear de esa manera”, “trasnochado, arcaico y xenófobo anciano”, “patético”, “Pepe Día-rrea”, “cadáver viviente”, “carcamal de tomo y lomo” ,“con achaques varios debido a su afición a la bebida (esto está más que verificado)”, “amargado”, “tutankamon corroído por la envidia”, “enfermo mental y su camarilla de desequilibrados”, “mamarracho”, “esquizofrénico paranoide”, “fuerte pirao”, “terrorista”, “nazi”, “mentecato fascista”, “Neardental que escribe las editoriales”, “descerebrado, acomplejado y senil elemento”, etc... Toda esta catarata de improperios procede de la calentura que provocan los previos insultos de un editorial de “El Día” hacia Gran Canaria por el Consejo de Ministros que Zapatero convocará este viernes en la isla redonda. Y aunque “Canarias 7” y “El Día” compitan en la prensa de papel, como compiten en internet “Canarias Ahora” o “Canarias7.es”, a nadie se le ocurre que un magistrado vea quebrado el “derecho al honor” (si es que existe) de un periódico tinerfeño porque otro grancanario le llame “panfleto vergonzoso”, “ejemplo de la mas asquerosa prensa”, “mierda de ese panfleto”, “monigotes del periodismo”, “pasquín, porque no llega a periódico”, “periodicucho ese de mier...”, “alguien debería de meter en la cárcel a estos mal nacidos”, “gentuza como el periódico mencionado”... Todo esto lo tengo registrado, autentificado y grabado.

Cuidado pues con la libertad, pues ya dijo Cervantes por boca de don Quijote que es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre. Pero la libertad de expresión es igual para todos, no la pueden ejercer los poderosos y estar vedada a los menesterosos, ese es el gran avance de las sociedades modernas y democráticas. Sólo faltaría que las querellas de Soria contra la prensa que han soliviantado a toda la profesión periodística, dentro y fuera de Canarias, y han acabado con su carrera política en Madrid, hubieran dado ejemplo a seguir, por mucho entusiasmo que suscite su figura entre sus escasos admiradores editoriales. Si así fuera, volverían las guerras mediáticas, esas que tanta curiosidad despiertan entre los lectores y tantas pasiones derraman, que recobran la memoria sobre asuntos olvidados y en las que el desván de los malos recuerdos se hace eterno presente, por no citar la posibilidad de que en plena trifulca alguien dispare una bomba atómica ya fabricada pero nunca antes lanzada. Eso Japón lo supo sólo después de bombardear Pearl Harbor. Así que cuidado con los asesores bélicos en tiempos de paz. Y es que las guerras, sin duda lo saben los editores, elevan los índices de audiencia... pero a costa del siempre ingrato, incomprendido y escasamente valorado trabajo de los jueces.

Federico Utrera

El hecho es que los llamados “foros de lectores” nunca pueden servir de excusa para que un juez dirima una competencia comercial entre periódicos, sería un despilfarro de gasto público y de tiempo en época de crisis (que habrá que recodar una vez más, tiene un origen financiero, de mala gestión bancaria en todo el mundo). Por ejemplo, yo criticaría a don José Rodríguez si se querellara contra Juan Francisco García por llamarle en su periódico “cerebro de simio”, “mala persona y endemoniado viejo infeliz”, “acojonado”,“ pirao”, “que triste llegar a viejo y encima chochear de esa manera”, “trasnochado, arcaico y xenófobo anciano”, “patético”, “Pepe Día-rrea”, “cadáver viviente”, “carcamal de tomo y lomo” ,“con achaques varios debido a su afición a la bebida (esto está más que verificado)”, “amargado”, “tutankamon corroído por la envidia”, “enfermo mental y su camarilla de desequilibrados”, “mamarracho”, “esquizofrénico paranoide”, “fuerte pirao”, “terrorista”, “nazi”, “mentecato fascista”, “Neardental que escribe las editoriales”, “descerebrado, acomplejado y senil elemento”, etc... Toda esta catarata de improperios procede de la calentura que provocan los previos insultos de un editorial de “El Día” hacia Gran Canaria por el Consejo de Ministros que Zapatero convocará este viernes en la isla redonda. Y aunque “Canarias 7” y “El Día” compitan en la prensa de papel, como compiten en internet “Canarias Ahora” o “Canarias7.es”, a nadie se le ocurre que un magistrado vea quebrado el “derecho al honor” (si es que existe) de un periódico tinerfeño porque otro grancanario le llame “panfleto vergonzoso”, “ejemplo de la mas asquerosa prensa”, “mierda de ese panfleto”, “monigotes del periodismo”, “pasquín, porque no llega a periódico”, “periodicucho ese de mier...”, “alguien debería de meter en la cárcel a estos mal nacidos”, “gentuza como el periódico mencionado”... Todo esto lo tengo registrado, autentificado y grabado.

Cuidado pues con la libertad, pues ya dijo Cervantes por boca de don Quijote que es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre. Pero la libertad de expresión es igual para todos, no la pueden ejercer los poderosos y estar vedada a los menesterosos, ese es el gran avance de las sociedades modernas y democráticas. Sólo faltaría que las querellas de Soria contra la prensa que han soliviantado a toda la profesión periodística, dentro y fuera de Canarias, y han acabado con su carrera política en Madrid, hubieran dado ejemplo a seguir, por mucho entusiasmo que suscite su figura entre sus escasos admiradores editoriales. Si así fuera, volverían las guerras mediáticas, esas que tanta curiosidad despiertan entre los lectores y tantas pasiones derraman, que recobran la memoria sobre asuntos olvidados y en las que el desván de los malos recuerdos se hace eterno presente, por no citar la posibilidad de que en plena trifulca alguien dispare una bomba atómica ya fabricada pero nunca antes lanzada. Eso Japón lo supo sólo después de bombardear Pearl Harbor. Así que cuidado con los asesores bélicos en tiempos de paz. Y es que las guerras, sin duda lo saben los editores, elevan los índices de audiencia... pero a costa del siempre ingrato, incomprendido y escasamente valorado trabajo de los jueces.