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Deja al niño

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, atiende a los medios de comunicación

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Fernando Clavijo ha querido emular estos días a Lorenzo Olarte cuando este, ocupando el mismo puesto que el lagunero ahora, inició una guerra contra el Gobierno central por diferencias sobre el descreste arancelario. 

El descreste arancelario era la reducción del arbitrio de entrada a las mercancías procedentes de la Comunidad Europea en Canarias en 1989. El Gobierno autónomo no quería aplicar el descreste arancelario tras su integración en Europa porque suponía un importante pérdida económica. 

Olarte se enfrentó duramente al entonces secretario de Estado de Hacienda socialista, Josep Borrell, pero con mucho más tino y sensatez que el presidente actual.

La pelea de Olarte tuvo sentido cuando prometió que Madrid se iba a enterar de lo que valía un peine canario. Eso ocurrió hace treinta y cinco años, en el siglo pasado, pero es inevitable hacer un paralelismo con la actitud retadora de los dos presidentes. 

Ahora es Clavijo el que se enfrenta a su antecesor y actual ministro socialista de Política Territorial, Ángel Víctor Torres. No hay ninguna razón seria y objetiva para encararse con el Gobierno de España en este asunto. Solo hay motivaciones políticas partidistas. 

Clavijo, en un ejercicio descomunal de cinismo, ha culpado a Torres y al Gobierno de España del rechazo de las modificaciones en la Ley de Extranjería en el Congreso de los Diputados esta misma semana, a la vez que exculpa al PP, su socio preferente y crucial en el actual Gobierno de Canarias.

El presidente pasa por alto que fue el PP y no el PSOE el que rechazó la reforma legislativa que impide hacer un reparto equitativo de los niños inmigrantes por todo el territorio nacional, comunidad a comunidad, en vez de que Canarias siga siendo la única responsable de su acogida y cuidado, a pesar de que los centros están saturados en las islas. 

Tras la traición de su socio, Clavijo pretende ahora que Sánchez firme un real decreto, precisamente lo que la oposición ha estado afeándole en todo su mandato. Cristina Valido está haciendo un brillante papel en Madrid. Emula a su antecesora Ana Oramas en el Congreso con su victimismo plañidero y su escenificación dramática en la tribuna. No cabe duda de que las dos son muy buenas actrices y podrían haberse ganado la vida en otros escenarios. La socialdemócrata grancanaria afincada en Tenerife está en una situación muy delicada entre el PSOE y el PP, entre Pinto y Valdemoro, entre los amarillos y los blanquiazules. 

Hay que ser muy cínico o muy cobarde para exculpar a tu socio de esta ignominia que perjudica a Canarias y a los canarios ostensiblemente. Clavijo se fió excesivamente de un aliado embustero y muñidor que luego se la metió doblada. Depositó su confianza en Domínguez y Feijóo hasta la misma víspera de la votación parlamentaria. 

Los enemigos de Canarias no son los socialistas ni Sumar ni los otros partidos que apoyan al Gobierno de España. Los enemigos de Canarias se sientan con Clavijo alrededor de la misma mesa todas las semanas. El enemigo no es Torres ni Franquis. El enemigo es Manuel Domínguez, su vicepresidente y líder del PP en Canarias, y los demás populares que cada día son más impopulares.

Si es auténtico el nacionalismo que preconiza Coalición Canaria, que teóricamente defiende a ultranza los intereses de los paisanos, Clavijo tendría que expulsar fulminantemente al PP de su gobierno. Pero es cobarde y pusilánime con el PP mientras que fue implacable y despiadado con el PSOE cuando gobernó en su primer mandato. No le tembló el pulso cuando expulsó a su entonces vicepresidenta Patricia Hernández y los consejeros socialistas. 

Lorenzo Olarte se atrevió a expulsar a los consejeros populares de su gobierno hace 35 años por varias traiciones y desavenencias. El Gobierno de Felipe González estuvo a punto de aplicar el artículo 155 en 1989 por la rebelión fiscal de Canarias a cuenta del descreste, que fue la palabra que se puso de moda ese año. 

Al final no lo hizo y Madrid se enteró de lo que valía el peine de Olarte, que debía ser muy caro y resistente como para poder domeñar su firme y consistente pelo rizado. El artículo 155 solo se aplicó una vez en España veintiocho años después, después de la declaración unilateral de independencia de Cataluña. 

 Tras la amenaza de Felipe González de aplicar el artículo 155 a Canarias, Lorenzo Olarte contraatacó reivindicando el Estado Libre Asociado para el archipiélago. Canarias como Puerto Rico. 

El espectáculo que está dando ahora el Gobierno canario y su presidente, tapándole las vergüenzas a su vicepresidente, es absolutamente deplorable y deleznable. Clavijo se podrá confundir de enemigo pero los canarios sabemos quiénes se han comportado en esta ocasión como unos godos hediondos e insufribles, rechazando el reparto de niños y traicionando a Canarias y a los canarios. 

Vox, Junts y el PP, que presume de partido de Estado, nos han traicionado y dejado solos ante el peligro. La derecha extrema usa la inmigración como arma arrojadiza, exactamente igual que utilizó las muertes de la pandemia y el terrorismo para sus espurios intereses partidistas. 

Dejar tirados a esos niños no es un problema para el PP porque seguramente el domingo irán a misa, confesarán sus pecados y comulgarán con ruedas de molino. 

Si su Dios los viera ahora, los expulsaría del Reino de los Cielos, como los echó Olarte hace tres décadas y media. Como hizo Jesucristo con los mercaderes del templo. No han entendido nada de las enseñanzas evangélicas. Dejad que los niños se alejen de mí. 

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