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La Gomera: de la dependencia del petróleo a la privatización del viento
El problema principal no está en San Sebastián en la central térmica de El Palmar. El problema es el de una política energética para La Gomera que sigue apostando por la privatización de los recursos colectivos, de dominio público, como el sol y el viento, con expropiaciones forzosas, si fuese necesario. Este modelo de transición va en contra de los intereses generales de los residentes y de la economía insular.
El cero energético de La Gomera producido en la madrugada del pasado domingo 30 de julio, por un incendio en la mayoría de los diez grupos de la central térmica de El Palmar en San Sebastián, pone en evidencia que la electricidad es la sangre que mueve la economía, es el insumo más determinante del sistema de producción de bienes y servicios y no digamos en el ámbito doméstico que está todo electrificado y, ahora, su extensión al transporte con la incorporación de los coches eléctricos.
Hemos visto como el Consejo Insular de Aguas de la Gomera, los mejores clientes de Endesa en las islas, llama a la restricción en los usos del agua porque no se pueden alimentar los estanques de cabecera del sistema, de la misma manera, que se suspenden servicios sanitarios por la ausencia del fluido eléctrico y, sin olvidar, las pérdidas en los productos alimenticios que se encontraban en las neveras y frigoríficos y, especialmente, el impacto en los sectores de la restauración y hostelería.
Por lo tanto, buena parte de la competitividad del sistema productivo viene determinada por los costes energéticos como quedó confirmado, también, con los incrementos de los precios de la luz y los combustibles por la guerra en Ucrania. Por lo tanto, nos interesaría una transición energética fuera del marco de influencia de las multinacionales del sector que siempre van buscando sus beneficios y no el de los usuarios del servicio eléctrico.
Hay una corriente de opinión mayoritaria en el relato oficial de la política energética para la transición a las renovables que nos quiere convencer de que solo es posible su propuesta de transición que, casualmente o no tan casual, coincide con la que promueven y desarrollan las eléctricas y fondos de inversión. Dicha propuesta se caracteriza por continuar con los sistemas de generación concentrada frente a los de generación distribuida, con el protagonismo en la oferta, más caros, que los sistemas distribuidos que priorizan la gestión de la demanda y una energía kilómetro cero de mucho menor impacto territorial.
La restitución plena del servicio después del incendio de los grupos de la central térmica insular y la interconexión submarina Tenerife-La Gomera no resuelven el problema de la transición energética en la isla. Puesto que, desde la ciudadanía y las entidades locales públicas y privadas esperamos que las renovables, que las tenemos aquí en la isla, nos traigan un servicio eléctrico de más calidad, con mucha menos contaminación, un recibo de la luz más barato y con menos pobreza energética.
Es curioso observar como en tiempos de cambio en los modelos energéticos, protagonizados por los recursos renovables, los mismos que tenían el negocio con los combustibles fósiles son los que están ahora, también, en el negocio de las renovables. Por esta razón los problemas del sistema eléctrico
insular gomero no acaban cuando se restituya el servicio al 100%, una vez reparados o sustituidos los grupos averiados, porque una transición energética justa, además de echar de la isla al petróleo, para mitigar el cambio climático, debe beneficiar a los residentes con unos recibos de la luz más económicos y reducción de costes eléctricos en toda la actividad económica.
En el contexto del debate energético, el panorama que tenemos y en el que se ha producido el apagón generalizado en la isla de La Gomera, podríamos describirlo así: un sistema eléctrico insular privatizado, en manos de una multinacional del gobierno italiano que tiene la mayoría de las acciones de Endesa (Enel), es decir, de la presidenta de la república de Italia, la ultraderechista Giorgia Meloni, con una dependencia de más del 90% del petróleo, cuya sustitución por energías limpias se está favoreciendo, también, la privatización del sol y el viento que son recursos de dominio público, en detrimento del interés general, comunitario. Es decir, una política energética que desaprovecha la oportunidad de cambiar los modelos, ahora que tenemos los recursos energéticos en la isla para la independencia del petróleo, y convertir la electricidad en un servicio esencial para la gente y que reduzca, de verdad, la pobreza energética y aporte competitividad a la economía insular.
Las grandes infraestructuras energéticas no cambian el modelo más bien lo perpetúan, constituyen la estructura física del sistema que es imprescindible para conservar el mercado, ahora con renovables de generación concentrada, porque sin mercado mayorista no hay negocio. Lo que estamos observando es como los grandes parques eólicos y fotovoltaicos llevan una ventaja considerable en la ocupación territorial, sobre el desarrollo de los aspectos distribuidos que configuran sistemas eléctricos descentralizados, priorizando la gestión de la demanda que es el camino para cambiar el modelo energético e ir más allá de la sustitución tecnológica. No es una casualidad los problemas que están teniendo las comunidades energéticas locales como resultado del ejercicio de posición de dominio de Endesa/Enel que, como dueña de la red de distribución, está haciendo para obstaculizar el acceso ciudadano a la gestión directa de su demanda energética.
Las administraciones presentes en el acto de inauguración, insular y autonómica, contentas por que se han conseguido el 70% de los objetivos de la estrategia “La Gomera 100% sostenible”, con los gomeros/as fuera, pero sostenible. ¿Dónde está la participación ciudadana y de las entidades públicas y privadas locales en esos parques eólicos? La gomera tiene el tamaño adecuado para que se hubiese constituido una Comunidad Energética Insular, como la tiene la isla de La Palma, que canalizara la participación comunitaria, las pequeñas y medianas empresas y los ayuntamientos, construyendo soberanía energética desde el ámbito local y democratizando su gestión.
La inauguración de los parques eólicos de Ecoener de 12 MW de potencia, cuando los picos de demanda insular están por debajo de los 10MW, confirma el proceso privatizador del recurso eólico de La Gomera del que los usuarios de este servicio esencial en la isla son los perdedores. Se pierde así la ocasión de convertir el aprovechamiento de los recursos energéticos gomeros en una oportunidad para diversificar su economía creando riqueza y empleo local.
La interconexión submarina con Tenerife obedece a la misma lógica de mercado y que es imprescindible para la viabilidad económica de los parques eólicos gomeros de Ecoener, y que nadie pone en duda la estabilidad que dicha infraestructura aportaría al sistema insular gomero, pero a qué precio? ¿Es esta la mejor solución para La Gomera, los intereses de los usuarios y la economía insular?
Existen ya todo un conjunto de nuevas tecnologías de almacenamiento que combinadas con las TIC, la inteligencia artificial y la digitalización de las redes eléctricas de transporte y distribución cambia sustancialmente la concepción convencional del traslado de la electricidad y distribución, poniendo en el debate de la transición energética otras alternativas que nos permiten una mayor eficiencia en el aprovechamiento de las energías renovables, sobre todo desde el almacenamiento distribuido para una gestión automática de los excedentes de los diferentes perfiles del autoconsumo.
Frente a un presupuesto de 110 millones de € para la conexión eléctrica submarina entre Tenerife y La Gomera, preguntamos si se ha hecho un estudio de oportunidad de coste de esta infraestructura que contemple otras alternativas para sistemas insulares pequeños como el de La Gomera.
En este sentido, hay que prestar atención al modelo de transición energética que se está desarrollando en las islas puesto que se está quedando en una sustitución tecnológica y, al mismo tiempo, bloqueando la gestión pública de los recursos renovables y la democratización de los sistemas insulares.
Por lo tanto, una vez subsanadas las averías de la central de El Palmar, normalizado el funcionamiento del sistema eléctrico de La Gomera y atendidas cada una de las indemnizaciones por los daños ocasionados, nos queda pendiente resolver el problema de una transición energética insular que se está desarrollando de espaldas a los usuarios y las economías locales, porque la política energética ha optado por la actitud de colaborador necesario para el éxito de la mudanza, de las eléctricas y fondos de inversión, del negocio de los combustibles fósiles al de las renovables.
Y terminamos esta reflexión con el mismo interrogante que la iniciamos, ¿de qué transición energética estamos hablando en La Gomera, en Canarias?
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