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Inmigración y fascismo

Pero aquí estamos, 32 años después del “españoles, Franco ha muerto”, y siguen las banderas fascistas saliendo a la calle. Y unos días antes del 20-N, aquellos que salían con banderas y bufandas también salen ahora con navajas. Y esta vez los fachas se adelantaron unos días a la hora de hacer el sacrificio para la fiesta, y asesinaron al joven Carlos Javier Palomino, de 16 años, que acudía a una manifestación antirracista. Carlos quería ponerse frente a los ultraderechistas de Democracia Nacional que habían convocado en Madrid una manifestación contra la inmigración. Pero su viaje acabó en la estación de metro de Legazpi. Un militar profesional le apuñaló con un cuchillo de 30 centímetros.

Ahora los ultraderechistas se manifiestan sin nombrar a Franco. Tienen otros objetivos: ya asumieron que los gusanos ganaron la batalla al cadáver del caudillo, y ahora lo que piden es que España sea para los españoles. Los enemigos ya no son rojos (¡pero si casi no quedan rojos!, es normal), ahora sus enemigos son negros, mulatos o magrebíes. Los extranjeros que nos quitan el puesto de trabajo, los moros que no quieren creer en Cristo Rey, los sudacas que solo traen droga y violencia, los negros que no son tan inteligentes y civilizados como nosotros, los españoles ultraderechistas de verdad, que llevamos dos neuronas en el cerebro y una navaja asesina en el bolsillo.

Dicen que el asesino del joven de Madrid es simpatizante de Democracia Nacional. La última vez que vimos en las Islas a militantes de este partido fue en una manifestación por la ley de residencia que organizó un asesor del alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo. El discurso contra el inmigrante ya no es una excepción sino una regla. Se acepta la palabra “invasion” para hablar de la llegada de los africanos empobrecidos que huyen de las tierras invadidas y esquilmadas por nuestras empresas y gobiernos. Esa palabra que antes se quedaba en el panfleto de un partido fascista, la hemos escuchado en las Islas en la boca del Diputado del Común que amenaza con ser reelegido y en la de un candidato a presidente del Gobierno que ya es presidente.

En los periódicos de hoy podemos leer nuevas declaraciones del consejero de Empleo contra los extranjeros que aumentan nuestras listas del paro . Dice Jorge Rodríguez que que “no es posible la cohesión social mientras exista una bolsa de parados por la afluencia de trabajadores extranjeros”. Advirtió de la posibilidad de tensiones sociales y brotes xenófobos “si no hacemos nada y si el Gobierno canario mira a otro lado”.

Me pregunto: ¿quiénes son los extranjeros? Porque la mayoría de los que vienen de afuera a trabajar a las Islas son europeos o peninsulares, y a esos nadie los puede parar legalmente. Este Gobierno que defiende que los empresarios isleños dejen de pagar 1.000 millones de euros en impuestos cada año gracias a la Reserva de Inversiones, que no se inmuta cuando conocemos que cada ejercicio se produce en las Islas un fraude fiscal de 358 millones de euros sólo en el sector inmobiliario, que se da prisa para suprimir en los próximos presupuestos el impuesto de sucesiones, que provocará que se ingresen 60 millones de euros menos en el 2008 para beneficio de los que heredan grandes patrimonios. El mismo consejero de Hacienda que suprimió ese impuesto no incluye en esos presupuestos las ayudas que prometió para los jóvenes que alquilan un piso. Para este Gobierno no va contra la cohesión social dejar de recaudar 1500 millones de euros que se podrían usar por ejemplo en programas de formación para combatir el desempleo.

Repiten hasta la extenuación que la falta de cohesión social, el colapso sanitario, los problemas en la educación lo provocan los que vienen de afuera, y luego dicen que no quieren mirar para otro lado.¡Pero si lo único que hacen es mirar para otro lado para echarle la culpa de nuestros males a los de afuera, igualito que hacen los fascistas!

Este 20 de noviembre volverán a salir en Madrid con las banderas de los aguiluchos. Volverán los fascistas a gritar “alto a la invasión”. Pero en Canarias podemos quedarnos tranquilos. Los partidos fascistas originales o los que copian sus discursos y los asumen como propios están de capa caída, no van a crecer. En las últimas elecciones autonómicas los que centraron sus discursos en criminalizar a los inmigrantes perdieron más de 150.000 votos. Aunque parece que no se han enterado.

Juan García Luján

Pero aquí estamos, 32 años después del “españoles, Franco ha muerto”, y siguen las banderas fascistas saliendo a la calle. Y unos días antes del 20-N, aquellos que salían con banderas y bufandas también salen ahora con navajas. Y esta vez los fachas se adelantaron unos días a la hora de hacer el sacrificio para la fiesta, y asesinaron al joven Carlos Javier Palomino, de 16 años, que acudía a una manifestación antirracista. Carlos quería ponerse frente a los ultraderechistas de Democracia Nacional que habían convocado en Madrid una manifestación contra la inmigración. Pero su viaje acabó en la estación de metro de Legazpi. Un militar profesional le apuñaló con un cuchillo de 30 centímetros.

Ahora los ultraderechistas se manifiestan sin nombrar a Franco. Tienen otros objetivos: ya asumieron que los gusanos ganaron la batalla al cadáver del caudillo, y ahora lo que piden es que España sea para los españoles. Los enemigos ya no son rojos (¡pero si casi no quedan rojos!, es normal), ahora sus enemigos son negros, mulatos o magrebíes. Los extranjeros que nos quitan el puesto de trabajo, los moros que no quieren creer en Cristo Rey, los sudacas que solo traen droga y violencia, los negros que no son tan inteligentes y civilizados como nosotros, los españoles ultraderechistas de verdad, que llevamos dos neuronas en el cerebro y una navaja asesina en el bolsillo.