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¿Por qué López debe rechazar los votos del PP, si el PNV ha bailado con todo género de lobos?
Máxime si -como ocurre en Euskadi- hay sectores sociales, minoritarios pero no tanto, partidarios todavía de lo que denominan la “lucha armada”, eufemismo que encubre el ejercicio del terrorismo más salvaje, que es el de la amenaza, la extorsión, el secuestro y los asesinatos. Es cierto que el PNV ha sido la fuerza hegemónica en Euskadi desde la transición hasta la actualidad. Pero desde que el PNV sufrió la escisión de EA -hacia la mitad de los años ochenta- su continuidad en la gobernación ha dependido de coaliciones y pactos con otros partidos.
Txiqui Benegas
En las elecciones de 1986, quien hubiera podido presidir el Gobierno en Ajurianea fue Txiqui Benegas, uno de los históricos dirigentes socialistas de la época. Estuvo a punto de hacerlo. La ventaja electoral del PSE se produjo entonces merced a la referida escisión. Felipe González en aquella oportunidad creyó que ?en tiempos en los que los asesinatos de ETA eran el pestilente pan de casi cada día- lo más prudente era garantizar el Gobierno al PNV, eso sí con los socialistas de aliados.
Acuerdos nacionalistas con el PP
El PNV, aproximadamente diez años después ?tras las elecciones generales de marzo de 1996, las primeras en las que venció José María Aznar-, no tuvo, por cierto, problema alguno a la hora de alcanzar sustantivos acuerdos con el PP, que había llamado a la puerta del nacionalismo vasco. Hasta el extremo de votar la investidura de Aznar como presidente del Gobierno de España. Los nacionalistas de CiU fueron aún más lejos y aprovecharon la ocasión para firmar solemnemente -con la plana mayor de los populares trasladada a Barcelona- el Pacto del Majestic.
Intensa luna de miel
Y, mientras Xabier Arzalluz y Aznar parecían vivir una intensa luna de miel, conviene subrayar que, en Euskadi, se mantenía el Gobierno entre PNV y PSE como si no pasara nada. Los topetazos fortísimos se generaron un par de años más tarde, a raíz del Pacto de Lizarra. O sea, el pacto del nacionalismo vasco en casi todas sus tonalidades, incluíidas las de ETA o próximas a ETA. El PSE salió del Gobierno ?a pesar de que la consejera de Turismo, Rosa Díez, más bien se resistía a abandonar su despacho-, mientras que las relaciones del PP con el PNV se quebraron con creciente estruendo.
Planes secesionistas
Luego apareció Juan José Ibarretxe, promotor de planes secesionistas ?tan legítimos como inoportunos-, y el Gobierno tripartito, forzado por lo que en política se denomina “la correlación de fuerzas”. PNV, EA y Ezker Batua [Izquierda Unida en formato vasco] han gobernado con un cómodo margen durante las últimas legislaturas. Pero el domingo 1 de marzo, Ibarretxe no consiguió revalidar la mayoría absoluta.
Extraños compañeros de cama
¿Por qué regla de tres Patxi López no debe aspirar a la presidencia del Ejecutivo del País Vasco, si consigue el respaldo de los votos del PP vasco y, por consiguiente, la suma de unos y otros alcanza la mayoría absoluta, si añadimos el voto prácticamente perdido de EA en Álava y hasta el del UPyD? “La política hace extraños compañeros de cama”, recuerda a menudo Fraga Iribarne, quien importó este dicho inglés tras su estancia en Londres como embajador de España.
Diálogo y contactos
¿Por qué regla de tres el PNV ha podido bailar con todo género de lobos desde 1986 hasta ahora y el PSE no puede en cambio intentar el acceso al Gobierno vasco mediante el voto del PP vasco? Otra cosa es que, como es su deber, Patxi López hable, dialogue y busque contactos con unos y con otros. Otra cosa es también cuál será su programa de Gobierno, sobre todo en aras de evitar al máximo toda sombra de frentismo, o de riesgo de choque de trenes, que es uno de los pilares de la política socialista, una vez concluido el ya lejano ciclo del tandem Mayor Oreja y Redondo Terreros.
Algo importante está cambiando
Y otra cosa muy distinta es que el PNV ?apoyado de modo significativo por CiU- le haga saber formalmente a Zapatero que sus diputados y los convergentes no le apoyarán en el Congreso. No deja de ser paradójico, en todo caso, que los nacionalistas catalanes y vascos tengan que recurrir al presidente del Gobierno de España para defender en Madrid aquello que han perdido o pueden perder pronto en las urnas de sus propios feudos. Tal vez sucede que esos feudos ya no son tan suyos ?como creían- y que algo importante está cambiando en España, en Cataluña y en el País Vasco.
* Director de elplural.com
Enric Sopena*
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