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Miserere nobis

Carlos Juma

Por si fuéramos pocos parió la abuela. Paulino, el ínclito ex presidente de la comunidad disgregada de Canarias alumbró un plan metódico de expropiación de fincas privadas en aras del denominado, cuando interesa, bien publico.

Este surrealista cariacontecido don Rivero tuvo la penosa ocurrencia de obligar al uso turístico de las propiedades que son el símbolo del ahorro de miles de canarios y de otros residenciados en nuestras islas. Y tan pancho se quedó, a sabiendas de que no estaría en los debates públicos.

Pues va a ser que no, que usted ha tirado la piedra y escondido la mano, se ha puesto a los pies de los saqueadores de la explotación turística y lo mismo le regalan un bungalow en los pinares de Vilaflor de los conejos.

Las razones que impulsan esta normativa, de inferior rango que las establecidas en la Constitución de lo queda de España, transgrede, viola y castiga el derecho a la propiedad y al establecimiento de la residencia en cualquier punto de la geografía española,-amparados por la Carta Magna-.

Ha logrado poner en pie de guerra, en estado de cabreo sumo a miles de ahorradores que han invertido en propiedades que yacen al sol de nuestras islas.

¿Que valen cero euros? ¡porque usted lo diga! Una prueba más de que estaríamos en manos de maduro-patas, castro-patas y otros de extintas razas.

Pues va a ser que no, que no aceptamos pulpo como animal de compañía, que esa ley por muy ley que sea es un esperpento que daña las entrañas de los canarios a los que dice servir.

Para que vamos a perder el tiempo en mencionar la explotación a la que hemos visto sometidas nuestras propiedades, a ridículos alquileres, a pagos de comunidad, de ibi y de rehabilitación a costa de los dueños. Es vano hablar de lo evidente pero no por ello lo dejamos de mencionar.

Los arrumacos de la Coca canaria a los peperos está a la vista y el malestar generado camina hacia la boda de partidos que se entienden, dicho en el sentido que se le quiera dar.

Se casaran y tendrán hijuelas, por un lado disponen,- aún en vías de veremos-, de la exención del pago del impuesto de sucesiones y donaciones en un noventa y nueve por ciento y por el otro te privan del uso y disfrute de la propiedad privada. Excelente.

¿Y quienes son los beneficiados? De la exención de impuestos, notarios y registradores, albaceas, peritos y Hacienda y Ayuntamientos, que no se han comido un rosco con tanta devolución de herencias, y de este decreto madurópata (en el doble sentido de la palabra), los explotadores y saqueadores de bienes privados, la recaudación de impuestos tipo IGIC y del IRPF. Carniza para los profesionales del Derecho. Aquí no hay dos sin tres, y nada es casual ni anecdótico. Y ahora también toca perder, estaremos en la parálisis de las compra-ventas de propiedades. Mejor no mudes los muebles para dejarlos como estaban.

¿Pondrán agentes fiscalizadores, inspectores que husmearán las propiedades a ver si están alquiladas a terceros o que tipo de usuarios lo habitan? Sin la menor duda.

La gente defrauda porque está defraudada, y hasta los mismísimos humildes de tanto mangoneo, corruptos y de administradores de los bienes públicos que publicitan aquello de que “no todos somos corruptos”, “somos iguales ante la ley”, y un largo etc. colocando la Justicia en estado de rendición a la mano que le da de comer. Virreyes de éstas insulas tierras, territorio colonizado por extraños a los intereses de los canarios.

¿Y si el problema es que no hay suelo para edificar establecimientos turísticos? Esa es la diana, y como más tierra no se puede sacar de dónde no hay, por mucho que se expriman las pocas neuronas que tienen la solución es tragarse al ciudadano.

¿No se les ocurrió hablar con los propietarios de apartamentos y bungolws, antes de parir semejante normativa?

Esta es la tragedia de derivar toda la economía, o una parte sustancial de la misma, a la llamada industria del turismo. Que pocas luces, consecuencia evidente de poner todos los huevos en la misma cesta.

El pronombre posesivo “mío” es de las primeras palabras que pronuncia un niño y crece el sentido de la posesión en este sistema capitalista, tanto y tanto que a ver quién es el guaperas que nos birla lo nuestro.

A veces dudo de que estemos en una sociedad fuerte pues la capacidad de aguante ante el desatino nacional más que engordarnos nos hunde en la caverna de los cantos del miserere.

Mañana toca hablar de los catalanes que, confieso, no los conozco a todos.

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