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Palestina era y es (A propósito del Rototom)
La negación sistemática de la existencia de Palestina y por ende de los palestinos es un endeble argumento anacrónico exhibido por el ideario de aquellos que quieren hacer creer al mundo la falacia de la frase “un pueblo sin tierra(judíos) para una tierra (Palestina)sin pueblo”.
Tal aseveración, carente de fundamento, por la maldad intrínseca con la que se pretende justificar la colonización de Palestina, no resiste el más mínimo examen a la luz de la historia misma de Oriente Medio. Más, es asunto que concierne a la inteligencia y al sentido común rechazarla, aunque lo diga Golda Meir o Agamenón y su porquero. Naturalmente, enfadarse porque lo afirme cualquiera es tan sólidamente estúpido como la propia naturaleza y la finalidad que se persigue, puesto que no fastidia quien quiere sino quien puede.
Palestina era y es, guste o no guste.
La negativa a que actúe determinado músico judío no ha conseguido otro efecto que, justamente, ser portada de periódicos y del telediario gubernamental. Flaco favor a la Causa Palestina.
La pretensión de que se retracte el sujeto en cuestión de su estúpida afirmación y castigarle con desistir de su actuación es tan poco eficaz, en justa proporción, con la falacia de la negación de Palestina y los palestinos.
Nada han tardado las comunidades afines en rasgarse las vestiduras. Tampoco el Gobierno de España que, sujeto a vaya usted a saber que intereses, critica con dureza a los organizadores del evento musical. Y de camino, así como quién no quiere la cosa, someten a los partidos y organizaciones con filias palestinas al yugo de la calificación de “antisemitas” y “antisistemas”. La amenaza que pende sobre los antisemitas es de pena de cárcel.
La época en la que para evacuar por el miembro viril se afirmaba que “se la cogían con papel de fumar” parece no tener fin y la continuidad en debatir memeces aparta de la verdadera discusión el exhibido deseo sionista de la judaización de toda Palestina.
La expulsión de sus habitantes palestinos, cristianos y musulmanes, de su propia tierra, y la inmisericorde destrucción de campos y pueblos,-baste recordar el verano pasado como fecha más reciente-, llevada a cabo por la entidad israelí es una constante que no parece tener fin.
Item más, la asimetría de fuerzas, a favor de Israel, su potencial militar y nuclear, y la sistemática humillación de palestinos, con incontables puestos policiales de control, la persecución de sus gentes, el encarcelamiento preventivo, el robo de las tierras más fértiles, el secuestro y asesinato de jóvenes o la pasividad manifiesta ante los ataques de la locura de los colonos a tierras y gentes, es lo que debe primar en este asunto. Y de esto, lo mínimo, que para eso está la censura.
Quienes tanto claman a la Justicia histórica resulta que son los mismos que, creados al amparo de una resolución de la ONU (181 de 29 de noviembre de 1947), no cejan en su desprecio a cualquiera otra que no les sea favorable. Y en estas estamos, casi sesenta y ocho años después, toda una vida, toda mi vida, sin visos de que haya una simple luciérnaga en esta oscuridad de sangre y lágrimas.
Hablemos pues de lo que importa, de someterse a la Justicia Internacional, de aceptar todas las resoluciones de la ONU en torno a este conflicto. Reitero, como tantas veces hemos proclamado todos los palestinos, que la Justicia es nuestra única esperanza.
La discusión de que toque o no toque determinado músico en un festival y que se asocie su actuación a su opinión personal acerca de este inacabable tema es tan poco práctico e inconsistente como negar el asesinato de Rabín a manos judías o la tragedia diaria que se vive en Gaza y Cisjordania o el luto por los miles de niños asesinados en inmisericordes acciones del llamado Ejército de “Defensa” de Israel.
Hablemos de lo que interesa;es de sobra conocido y bien saben que no se puede ocultar el sol con un dedo. La verdad dura un instante más y son cortas las patas de la mentira.
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