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La Palma, pasado y futuro
Pero ante ello es evidente un hecho ineludible: el que cada cuatro años parece repetirse el mismo contexto político insular, sin aparentes cambios manifiestos y “vuelta a empezar”, o lo que es lo mismo “más de lo mismo”. Y seguirán las mismas quejas, los mismos discursos, las mismas políticas basadas básicamente en la especulación y la construcción. El modelo fracasado que está en el origen de la crisis económica.
Donde se reúna un grupo de oriundos de la isla siempre saldrá el tema del pasado glorioso de defensa a ultranza de la libertad, la igualdad, y la fraternidad; de lo que un día marcó el devenir de nuestra tierra y que poco a poco (salvo honrosas excepciones) se ha ido diluyendo con el paso del tiempo de manera casi “alarmante”. Los magníficos exponentes culturales de nuestra tierra viven aislados en sus cápsulas sin una unión y participación compacta que marque diferencias.
Hace unos días por casualidad cayó en mis manos un pequeño libro sobre la intelectual republicana María Zambrano y cómo no, reconoces paralelismos que te hacen pensar que en ocasiones la historia se repite. Que tan solo hay que estudiar, leer y tener acceso a los pensadores para dilucidar el porqué de algunas cosas.
En ese libro María Zambrano advertía reiteradamente del peligro de la concepción de la historia como pasado, como nostalgia. Es diferente vivir instalado en la nostalgia del pasado y los riesgos que ello conlleva a vivir libre y abiertamente la tradición.
Qué duda cabe que bajo estas reflexiones Zambrano envía guiños lúcidos sobre el peligro de ciertas intransigencias, que a modo de engaños nos envían ciertos nacionalismos, fenómeno presente en nuestra realidad insular.
En su libro Personas y democracia dice lo siguiente: “todo nacionalismo tiene su término, por amplio que sea su radio, está condenado a cesar algún día”.
“Sólo tiene futuro ilimitado un futuro verdadero lo universal, lo cosmopolita, las sociedades abiertas. Frente a este modelo se sitúan las ciudades amuralladas con fronteras o con pesadas cadenas amarradas a la servidumbre del pasado.” En el caso isleño es evidente que la frontera física es el “mar”, y la intelectual “nosotros mismos”.
“Los pueblos abiertos como auroras, sus calles huelen a pan caliente, a orujo mañanero, a ritmos sostenidos por la prudencia, a hogar en definitiva”.
“Por el contrario los cerrados son obsesivos narcisistas y aterrorizados, necesitan cerrar sus puertas y fronterizarse para auto engañarse de su identidad”.
“Tal pánico les obliga a dirigir sus miradas no al horizonte ni al futuro sino a su propio ombligo (lo cual les hace perder el equilibrio) este modo de ver la vida es mediocre y delirante”.
Si a todo esto le sumamos el vivir de las rentas del pasado, sin mirar hacia el futuro, el intentar mantener a toda consta a modo de empleo unos puestos políticos que podrían haber utilizado para crecer y no para detenernos en el tiempo, estaríamos hablando de la isla que un día fue y que nunca debió de perderse, estaríamos hablando de cultura, arraigo, tradición y medioambiente sin tener que mirar solo al pasado. Sería pues la isla que fue y creció para convertirse en el referente cultural que nunca debió de dejar de ser en nuestro archipiélago.
Mi agradecimiento a María Zambrano por haberme permitido ver con claridad. Transcribiendo textos suyos con algún cambio de mejor entender en nuestra tierra, para describir lo que desde mi punto de vista nos embargan a los palmeros de esta “nostalgia por el pasado”.
*Diputada Socialista por la Provincia de S/C de Tenerife
Mercedes Coello Fernández-Trujillo*
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