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Los robots y la tecnología ¿nos van a quitar los trabajos? (II)

Francisco Rubio Royo

En esta serie se plantea la sustitución de las personas por robots, en trabajos que hasta el momento desempeñan los humanos. Se trata de añadir una perspectiva sobre las “carreras” que más/menos “aseguran el empleo” a los egresados superiores. Al mismo tiempo, quiere ilustrar cómo evoluciona la sociedad, la aparición de “nuevos” empleos difícilmente asociados a las carreras tradicionales, plantear situaciones nuevas para las que todavía no se tiene respuesta, y que requieren un cambio de paradigma respecto a soluciones que funcionaron en el pasado.

En el artículo anterior (hace ya tres semanas, por cuestión de edición) se trató de que – con robots o sin ellos- algo está cambiando en las necesidades de la Educación y Formación, desde la perspectiva de la empleabilidad (depende del sistema educativo&formativo) y del empleo (depende del sistema productivo); y ambos aspectos dependen, cada vez más, de cada persona en una igualdad real de oportunidades, todavía no alcanzada.

El artículo segundo de la serie se descompondrá a su vez en dos (II y II bis); trata del continuo en la irrupción de los robots en diferentes procesos productivos y no productivos, con sus ventajas e inconvenientes, y de cambios en el panorama económico, laboral, político, y social.

Las revoluciones industriales

La situación actual no es nueva, ni exclusiva de la revolución de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, de Internet y de las redes sociales. Toda revolución anterior significó un cambio, duro y doloroso casi siempre, en la especialización profesional de las personas, en sus actividades laborales, y en la estructura económica y social del momento.

No obstante, en un plazo de tiempo, siempre se encontraron nuevos nichos laborales y sociales, para que las personas y su trabajo cambiasen a mejor. Es cierto que con grandes vacíos en la integración social, aunque los cambios siempre fueron a mejor, para una gran mayoría de la sociedad.

Una gran disrupción tecnológica se dio con la [1ª] Revolución Industrial (1760-1850) en Inglaterra. De una sociedad agrícola y comercial estable se pasó a una sociedad moderna industrial. Tuvo lugar de manera gradual, en plazos de tiempo diversos, y de forma diferente en EE.UU. y Europa Occidental (pensemos, p.e., en España). La actual revolución tecnológica es, como sabemos, de características distintas.

En la [1ª] se sobrevivió a mejor; ahora también se conseguirá, ¿cómo?: con mayor visión individual e institucional, siendo las personas la razón de ser del cambio; además, con mayores probabilidades de éxito, en menor tiempo, y sin dejar a nadie atrás. La sociedad ha evolucionado mucho, desde entonces; diseñar y apostar por el futuro que queremos, depende solo de nosotros.

Distintas organizaciones mundiales, acertadamente o no, hablan de que estamos ya en puertas de la 4ª Revolución Industrial, desde una perspectiva basada exclusivamente en las tecnologías de producción. Se trata de un tránsito hacia una nueva sociedad (que hemos denominado del Conocimiento) caracterizada por “sistemas ciberfísicos”. “Un sistema ciber-físico integra capacidades de computación, almacenamiento y comunicación junto con capacidades de seguimiento y/o control de objetos en el mundo físico. Los sistemas ciber-físicos están, normalmente, conectados entre sí y a su vez conectados con el mundo virtual de las redes digitales globales” (http://bit.ly/1RzPbCe). Representan un salto cualitativo respecto de los primeros robots con fines de automatizar ciertos procesos productivos [repetitivos] de la 3ª Revolución Industrial. El conjunto de revoluciones industriales se muestran en el cuadro adjunto para su comprensión.

Este es el posicionamiento del World Economic Forum y de la última reunión del Foro de Davos. Nuestro reto debería ser reconocer el verdadero potencial de las persona, para impulsar y facilitar su desarrollo y realización.

La economía de los robots

Es cierto que ya están desapareciendo muchos trabajos, sustituidos por robots, en un salto cualitativa y cuantitativamente importante. Según McKinsey, “el 45% de las tareas que realizan ahora mismo los trabajadores de EEUU podrían ser automatizadas si se desease”. El estudio de Frey y Osborne afirma que “el 47% de los trabajador@s serán totalmente prescindibles en diez o veinte años [o quizá antes] en EEUU”. No es un fenómeno ajeno a España; Caixa Bank Research, basándose en datos de los estudios anteriores, publicó recientemente que “en España el 43% de los trabajadores serán sustituibles a medio plazo”. El Foro de Davos, por otra parte, calcula que “hasta 2020 se perderán 7’1 millones de empleos en los países analizados, y que sólo se generarán 2 millones”.

Estas previsiones, que podrán verificarse o no, implican que se deben considerar nuevos paradigmas para el desarrollo y la economía; en esa línea se ha manifestado la UE al apostar por una estrategia y desarrollo inteligente, sostenible (económico y eco social) e integrador; así como, también, comienzan a emerger modelos económicos alternativos. Los robots, conviene insistir, no solo sustituirán a las personas en tareas rutinarias (de producción o manufactura), sino en ciertas tareas con una componente cognitiva cada vez más importante.

En estas circunstancias, el trabajo, tal como se consideraba en el siglo XX deberá repensarse. Hay que atajar el “desempleo tecnológico” del que habla Keynes, que está llegando antes de lo esperado.

Que no cunda el pánico, si verdaderamente queremos y logramos que las personas, con toda su potencialidad, sean la razón de ser de la nueva sociedad hacia la que Canarias quiere transitar.

(Continuará)

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