((((NO SUBIR,OSS))) ¡Quien será el nuevo líder del nacionalismo canario?

Después de colgar el teléfono, le dediqué un rato de reflexión a ésta cuestión y sólo puedo decir que la recomposición del nacionalismo canario será un proceso largo y complicado, donde deberían depurarse los recursos humanos, eliminando a todo ese lastre que habita en la cúpula y diseñar una estructura organizacional más cercana, flexible y ágil para tener capacidad de respuesta a la problemática social y las demandas de los militantes y ciudadanos. Por otro lado, la elaboración de un programa claro, escrito por alguien que viva en éste plano, sería ideal.

En cuanto al escenario global nacionalista, sigo creyendo que Ana Oramas, la misma que éste Domingo se presentó en La Provincia: atractiva, segura de sí, con los brazos cruzados y una sonrisa alegre diciendo “que no le interesa liderar a Coalición Canaria”, será la sustituta de Paulino Rivero. Es evidente, que diga eso y se ría, pues basta con liderar a ATI para controlar al “partido único = CC = ATI”. Por otro lado, la cabeza de un partido no tiene porque estar al frente de la organización, ya sabemos que “finis coronat opus”.

Lo cierto es que dedicar una página completa de un periódico de Las Palmas de Gran Canaria, el mismo, que en los años ochenta le criticaba por las expresiones en torno a los bingos y a las amas de casa, puede tener una lectura totalmente contraria. ¡Vamos, que parece un desmentido de la prensa rosa!

Por otro lado, dentro del mundo nacionalista Ignacio González finalmente se ha dado cuenta y pide la “Pax nacionalista”, con el fin de convertirse en el punto de convergencia (¡les suena!) de las demás fuerzas: Nueva Canarias y Coalición Canaria. Es una idea magnífica, sin embargo, no ha reparado en el factor que le ha hecho obtener malos resultados en éstas últimas elecciones. En fin, ya sus asesores, muy bien pagados, se iluminarán tarde o temprano. No debe olvidar, éste empresario de éxito, que Marco Aurelio propuso la Pax Romana y su circulo más cercano, terminó envenenándole. De hecho, creo que le enviaron a un ciego, con la fruta emponzoñada para que no sospechara. En este sentido, aquel que parezca el más inofensivo puede ser el gran traidor.

Michael A. Galascio