El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Mallorquines contra canarios
Ni siquiera en Baleares, donde la cadena Riu ocupa un lugar predominante en el mundo empresarial, se habían atrevido a tanto: enfrentarse abiertamente a las instituciones, despreciar cualquier negociación y ponerse en contra de una gran parte de la sociedad local para imponer su criterio. Los mallorquines han adoptado la peor de las actitudes, la de la soberbia de quien se cree que se desenvuelve en una colonia del imperio en lugar de la que debiera interpretar un agente económico más que ha de atenerse a las reglas del juego y respetar los sentimientos de los aborígenes. Tras la aprobación por el Consejo del Patrimonio Histórico de Canarias del expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para el Oasis de Maspalomas, la compañía que preside Carmen Riu ha optado por el camino de la confrontación, y lejos de avenirse a una negociación en la que finalmente no haya vencedores ni vencidos, ha elegido la imposición: o lo que yo digo, o el acabose. Para tal empeño, desgraciadamente, no está sola del todo. Un grupo de empresarios, casualmente foráneos (un asturiano y un vasco, por más señas) se ha aliado con absoluto descaro con la multinacional participada por Tui y ha iniciado una ofensiva final que ha incluido desde amenazas a los representantes públicos canarios hasta la divulgación de insinuaciones de amaños urbanísticos en un enclave que la mayoría de los grancanarios quiere recuperar para el disfrute público. Por primera vez en la historia de la Asociación de Hoteleros, integrada en la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo, una sola empresa controla la mayoría con cuatro vocales, cuatro, frente a un máximo de uno por cada una de las restantes compañías allí representadas. Esa empresa es Riu, a la que patrocina con un descaro y una tremenda falta de neutralidad el presidente de esa patronal, el vasco José María Mañaricúa, que ha fiado su futuro como representante de los patronos al éxito o al fracaso que ese pulso institucional pueda deparar.
Metidos a historiadores
Pero Riu y sus mariachis no sólo se han enfrentado a las instituciones canarias, particularmente al Cabildo de Gran Canaria y al Gobierno de Canarias, sobre el que mantiene una amenaza latente de guerra sin cuartel. También lo han hecho de modo muy arriesgado con entidades de mucho prestigio a las que han desafiado sin fundamento alguno acusándolos prácticamente de haberse inventado los valores históricos y naturales que encierra el sitio donde quieren arrasar con un hotel de 25 metros de altura por 370 de longitud. Las dos Universidades canarias, las dos demarcaciones del Colegio de Arquitectos, la Casa de Colón, El Museo Canario, la Academia Canaria de Bellas Artes, el colectivo Ben Magec-Ecologistas en Acción… han pasado para los mallorquines a la consideración de descamisados, y hasta se atreven a poner en entredicho sus informes sin aportar, naturalmente, ni un solo argumento de peso que los contradiga. Cualquiera que hable estos días con los científicos que estamparon su firma en la docena de informes que avalaron la declaración de BIC del Oasis de Maspalomas puede entender su cabreo. Sabrán muchos de hoteles, sabrán mucho de touroperación, de licencias urbanísticas y de políticos de medio pelo, pero es imposible que sepan de historia, de biología, de geografía o de geología, disciplinas que han informado sobre la conveniencia y la necesidad de proteger el Oasis de esta nueva gamberrada. Claro que a ese atrevimiento ha contribuido de modo absolutamente irresponsable la consejera de Cultura, Inés Rojas, al abrir la puerta a una posible solución intermedia que ni es solución ni satisface a nadie: proteger el actual hotel Maspalomas Oasis con un alargamiento de la sombra que proyecta el faro cercano. Resulta descorazonador que una representante pública sea capaz de meterse en esos jardines en lugar de hacer caso a los que saben de las cosas de las que ella habla y de dar la espalda a quienes ella misma dice representar.
Un poco de historia
Conviene recordar que esta batalla por la recuperación para el uso público del palmeral, el oasis y la charca de Maspalomas es muy anterior a que Riu pensara en establecerse en Canarias. Los usos y costumbres del boom turístico, allá por los sesenta, no interpretaban en las mismas claves que ahora la variable ambiental, de ahí que se permitiera a la familia Del Castillo (condado de la Vega Grande) levantar en aquel enclave virgen un hotel, el Maspalomas Oasis, que se convirtió en una punta de lanza de lo que luego fue la zona turística grancanaria por excelencia. Pero también entonces había leyes y los promotores se llevaron por delante en su afán benefactor y expansionista un trozo de suelo de dominio público, lo que le valió una sentencia con condena de derribo incluida. La presión ciudadana, que entonces tampoco era la que es hoy, hizo que se salvara el hotel en beneficio de los puestos de trabajo creados. Por lo tanto, bueno es recordarlo, quien luego acabó comprando aquella propiedad, carga también con la parte de la historia que le corresponde, incluido el clamor ciudadano, acrecentado a finales de los ochenta, de que aquello debía revertir a la titularidad pública. Claro que por el camino han mediado políticos de estómago agradecido y escasos escrúpulos que volvieron la vista hacia otro lado para que acabara por perpetuarse una situación que jamás debió ser la que era. La ciudadanía parecía resignada a que el palmeral acabara tal cual está hoy, hasta que a Riu se le ocurrió que lo mejor era sepultarlo todo con un mamotreto que –ahora sí-cercenaría cualquier posibilidad de devolución a los canarios de lo que se les arrebató por la avaricia y la política eterna de hechos consumados. Por eso se promovió un BIC y por eso se pusieron en marcha los técnicos y los científicos a recordar los valores que encierra ese enclave. De eso debió darse cuenta inmediatamente la cadena mallorquina y, en lugar de enrocarse en su prepotencia, su obligación era la de ser sensible con el territorio que pisa, con los habitantes que lo rodean y con las instituciones que les representan.
Pues claro que es una operación urbanística
Ya en el colmo de la desfachatez, la patronal turística de Las Palmas, aislándose todavía más en su conchabo con Riu, emitió un penoso comunicado de rechazo a la protección del Oasis de Maspalomas y de respaldo a las tesis más arrolladoras de la cadena mallorquina. Además de sumarse a ese coro de imprudentes que por dudar duda hasta de que Colón descubriera América, la Federación de Hostelería y Turismo insinúa que las intenciones de las instituciones van en el sentido de promover una operación urbanística sospechosa en el enclave objeto del litigio. Habló la sartén al cazo. Olvida la patronal que el urbanismo, en sí mismo, no es un demonio con rabo, cuernos y espumarajos en la boca. En todo caso habrán sido algunos de sus más señeros patronos los que durante años y años de contorsiones y de corrupción convirtieron esa disciplina en maldita. Pues claro que tiene que haber una operación urbanística en el entorno del palmeral, la charca, las dunas y el faro de Maspalomas. Claro que hay que reordenarlo, mejorar el cochambroso centro comercial que visitan miles y miles de turistas; hacer actuaciones blandas como piscinas de uso público en medio del palmeral; claro que hay que demoler hoteles, como el mismísimo Maspalomas Oasis, declarado en ruinas por su propietaria, Riu, que sin embargo lo sigue explotando con turistas y trabajadores dentro; claro que hay que derribar el Ifa Faro, del competidor Lopesan. Claro que hay que integrar paisajísticamente todo ese enclave en un modelo turístico de calidad del que, por las pruebas existentes en Gran Canaria, el nuevo jefe de los Mañaricúa y los Fraile no es experto. Por supuesto, de urbanismo se trata, estaría bueno. Conservar no es plantar árboles o soltar pardelas. Conservar un enclave sagrado para los canarios es permitirles que lo puedan usar, y como mínimo, poderlo ver. Quizás de eso no sepan nada de nada estos mallorquines. O saben hacerlo en Baleares, donde seguramente no se atreverían a este atropello.
Bañolas o la tierra quemada
Andan a la greña los equipos que respaldan a los dos posibles candidatos de Coalición Canaria a la presidencia del Gobierno en 2015, una disputa que promete quebrar de manera incierta la cohesión del partido. La falta de experiencia en la designación democrática, el escaso hábito de consultar a las bases y la desesperada manía de sumar adeptos sin detenerse a medir las consecuencias deparará una noche de cuchillos largos después de que el 12 de septiembre el Consejo Político Nacional se incline por uno de los dos en la carrera: Paulino Rivero y Fernando Clavijo. La exaltación de las virtudes de cada cual está conduciendo a situaciones esperpénticas en las que se miden no ya sus capacidades para asumir el desafío, sino también quién de los dos mea más lejos. Hace unos días se podía escuchar en un acto de Clavijo en Tenerife al veterano Manuel Hermoso resaltar como virtud del alcalde de La Laguna su cualidad de heredero del espíritu fundacional de ATI diciendo de él que es “un tinerfeño de verdad”. Vuelven algunos a olvidar que desde que se inventó el teléfono y apareció Internet ya no se puede decir una cosa en una isla y otra distinta en la otra, so pena de ser afeado en la plaza pública. Pero donde la batalla adquiere visos de cruenta es en Gran Canaria, donde a Bañolas le lleven las críticas en la misma proporción que crece su desbocado deseo de que gane el tinerfeño frente al otro tinerfeño que ya no representa las esencias nivarienses. Además de haber avisado a navegantes y público en general que cuando gane Clavijo rodarán cabezas, el secretario general de CC en Gran Canaria anda puenteando a su organización consciente de que muchas cosas que hace no se las iba a permitir. Por ejemplo, lo ocurrido este martes.
Como pierda Clavijo
Se decidía este martes en CC de Gran Canaria el nombre de uno de los tres puestos en el Consejo Territorial de la organización, que supone la suma de tres nuevos miembros con derecho a voto en el disputado Consejo Político Nacional que el 12 de septiembre inclinará la balanza. Bañolas no consultó con los órganos correspondientes del partido, a los que ni siquiera convocó, ni con los comités que no le apoyan en su estrategia clavijista. Así que, ni corto ni perezoso, decidió designar para ese puesto a otro de los destacados miembros de su equipo, el líder aruquense Juan Francisco Padrón. Frente a él le opusieron a Santiago Rodríguez, veterano funcionario de la Comunidad Autónoma y líder de CC en Santa Lucía de Tirajana, donde defiende cuatro concejalías en la oposición. Para asegurar el voto a favor del alcalde de La Laguna, Bañolas se saltó el diálogo y la negociación y logró que Padrón saliera elegido por veinte votos a dieciséis. Por el camino, alguien se olvidó de aquella famosa prohibición de la duplicidad de cargos porque no parece que el designado vaya a dimitir del puesto orgánico que ocupa en la organización insular. Así las cosas, vuelve el secretario general a abrir otra brecha de difícil cicatrización después del 12-S, porque ya tiene en su contra, que esté contabilizado, a los comités de Santa Lucía, Agüimes, Las Palmas de Gran Canaria, Moya, Firgas, Guía y Telde, a los que ya ni siquiera los llama para cantarles las mañanitas. Como gane Clavijo se convertirá en el macho de las cañadas y cortará las cabezas de los que le han afeado su comportamiento. Allá él. Pero como pierda… Porque puede perder ganando en Gran Canaria; o ganar perdiendo en Gran Canaria. Y para entonces ya no le quedarán muchos apoyos para seguir pidiendo la Autoridad Portuaria de Las Palmas.
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