La emergencia climática y su impacto sobre la salud y la economía es una realidad, ha advertido el ecólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Fernando Valladares, quien ha afirmado que “no funciona” el intento de mantener los combustibles fósiles y ser más verdes y sostenibles, sino el decrecimiento económico.
En unas jornadas del Colegio de Médicos de Las Palmas sobre las consecuencias del cambio climático para la salud humana y del planeta, Valladares ha señalado que la comunidad científica expresa con “enfado” y de manera “enfática” que la dependencia de los combustibles fósiles “sale carísima en términos económicos y en vidas humanas”, como revela el conflicto geopolítico por la guerra de Ucrania.
En declaraciones a los periodistas, Valladares ha señalado que hasta ahora han sido prudentes y no se querían meter fuera del área de su especialidad, pero las implicaciones del cambio climático en todos los ámbitos (la salud, la economía, la sociedad, la psicología, la antropología, etc.) son tan importantes que no pueden permanecer solo en su campo.
El lenguaje del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha cambiado y en su sexto informe “no se andan con medias tintas”, pues expone la necesidad de “poner patas arriba el modelo socioeconómico, de cambiarlo profundamente”.
Según Valladares, ya no sirven “medidas puntuales, de cosmética y coyunturales”, porque no son compatibles con una estrategia de mitigación del cambio climático, que pasa por el decrecimiento, una palabra que hasta hace cuatro años era una “blasfemia”, y que se debe aplicar en todo lo que genera “una huella de carbono muy grande para crecer en derechos humanos”.
La Agenda de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas se apoya en los derechos humanos y en siete años no se han logrado avances significativos en los objetivos propuestos, en relación al cambio climático, la salud y la pobreza extrema, “porque se pone demasiado el foco en el rendimiento económico medido en unidades monetarias del Producto Interior Bruto”.
El cambio climático afecta a tantas áreas de la actividad humana que raro es aquello que no tiene implicación en la salud, ha afirmado Valladares, que ha citado, entre otros ejemplos, la química atmosférica que acentúa los episodios de contaminación y repercute en las alergias, el asma, el sistema cardiorrespiratorio, y la temperatura, que está disminuyendo las horas eficaces de trabajo globalmente.
Migrantes climáticos
Valladares, además, se ha referido a la repercusión del cambio climático en las migraciones, pues son millones las personas que abandonan sus países por este motivo y para mediados de siglo se calcula que 216 millones se moverán por esta causa, lo que equivale al doble de los desplazamientos que produjo la Segunda Guerra Mundial.
El cambio climático también duplica los problemas existentes, según ha referido el científico, que ha hecho hincapié en los movimientos migratorios dentro de un mismo país, que es menos llamativo y aún no se dispone de datos, pero del que ha alertado porque carece de figuras de protección, como los refugiados, por lo que requiere también de un marco jurídico y apoyo económico.
En opinión de Valladares, la invasión de Ucrania por Putin ha sido como “la prueba del algodón, un test duro para ver que la verde Europa no lo es tanto por la dependencia de los combustibles fósiles y porque se buscan soluciones que no lo son”.
Ha citado el caso de España, que busca gas de Estados Unidos que se obtiene mediante fracking, un método ya se había decidido que no se iba a emplear, y el de Alemania, que reconsidera emplear carbón en las centrales térmicas, cuando es la fuente más contaminante de generar energía y se había ido desmontando la industria del carbón.
El gas y la energía nuclear no son verdes
Esta forma de actuar la denomina ya el informe del IPCC como “hipocresía organizada”, como lo es también el decir que el gas y la energía nuclear es una fuente verde, y “así no se progresa, sino se retrocede.
Los gobiernos no se atreven a reducir el uso de combustibles fósiles, ha destacado Valladares, quien ha considerado que la rebaja del precio de la gasolina indiscriminada aplicada en España, “en algunos sectores puede estar muy justificada” pero el extenderla a todo el mundo “revela la falta de valentía para abordar el problema principal, que es ir dejando de usarlo en todos los ámbitos”.
Repercusiones en la salud
El catedrático de la Universidad Pompeu Fabra y copresidente de la revista científica Lancet, Josep María Antó, ha expuesto una ponencia en la que sostiene que mientras se ha logrado un gran avance en la salud en los últimos 50 años el planeta se ha ido “al traste”, por lo que no es “sostenible el nivel de salud para las generaciones futuras”.
Ha implorado que es preciso cambiar la manera de pensar, en el sentido que aquello que beneficia a la salud humana debe serlo también para el planeta, para no quitar salud a generaciones más jóvenes y venideras.
“La contaminación atmosférica produce ocho millones de muertes en el mundo, más que los seis millones que causa el tabaco, por lo que las políticas que eliminen contaminantes fósiles la reducirán”, añade.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud de hace tres años ya advertía que una de las prácticas agrícolas más corrosivas era el cultivo de tabaco, por la deforestación que provocaba, el uso intensivo de plaguicidas, y la cantidad de agua que precisaba.
En Finlandia ya se debate eliminar “totalmente el tabaco” y esta es la gran oportunidad sobre la que hay que trabajar, en su opinión.
Sobre la relación entre la epidemia de coronavirus con el calentamiento global, ha comentado que lo más probable es que sea de origen animal, como muchas otras enfermedades emergentes debido a la alteración de la salud del planeta, que unido a los “frágiles sistemas sociales y sanitarios”, suponen un “cóctel catastrófico en el que estamos instalados desde hace dos años y que no se acaba de despejar”.
El presidente del Colegio de Médicos de Las Palmas y coordinador nacional de la Alianza Médica contra el Cambio Climático, Pedro Cabrera, ha destacado la importancia de las jornadas para concienciar a los médicos de que la mayor amenaza para la salud es el cambio climático, como ha alertado la OMS, y que se deben implicar en esta lucha, que, en definitiva, es “medicina preventiva y un deber ético”.