Fusión de yembes y timples, danza a ritmo de sabar o de isa canaria, e incluso papas arrugadas entremezcladas en una mesa en la que también se servía el ceebu jen senegalés (plato cocinado a base de pescado, arroz y verduras). Todo en una perfecta armonía de interculturalidad de la que se han nutrido senegaleses y canarios. Era el objetivo de la primera edición del festival Ci La Book, celebrado el pasado fin de semana en Dakar y organizado por Hermanos Thioune, grupo senegalés afincado en Canarias.
En las jornadas de este festival se podía bailar desde El zurrón del gofio yo lo traigo aquí', en el taller impartido por el grupo canario Salitre, hasta danza africana a ritmo de percusión de la mano de African Diguel. Pasos completamente diferentes entre sí, pero que animaban a un público con ganas de aprender nuevas técnicas.
Hasta Dakar se desplazaron profesionales como la saxofonista canaria Alba Aceytuno, la timplista Laura Martel, el músico alemán Torsten Winkel o el canario Pablo Quintana, así como una delegación de CEAR en Canarias y el cocinero Arham Marrero. Los músicos de las islas participaron tanto en la inauguración, celebrada en Centro Cultural Blaise Senghor, como al día siguiente en el gran concierto que tuvo lugar en el Teatro Nacional. El festival también contó con actuaciones de las alumnas de la escuela de Hermanos Thioune en Las Palmas de Gran Canaria, así como el admirado grupo Áfrican Diguel, Coumbis Sorra, Demba Guisse o Mariaa Siga.
El sabor del puchero, del gofio o de las frutas del baobab (árbol típico de Senegal, considerado como sagrado) dejaban paso a la parte más social de Ci La Bokk. Esos días de interculturalidad fue posible escuchar los testimonios de activistas como Thimbo Samb o Mamadou Dia, ambos llegados en cayuco a las Islas Canarias en una larga y dura travesía tras la cual pasaron por numerosas dificultades y se dieron de bruces con la realidad de Europa. Ahora, luchan por un futuro mejor para la juventud de su país.
El cambio, de la mano de la juventud
Mamadou Dia regresó hace algunos años a su pueblo, Gandiol, donde ha fundado la ONG Ha Ha Thay, que trabaja por el desarrollo comunitario de la región. Considera que la mejor forma de luchar contra la inmigración clandestina es favorecer los viajes seguros, ya que a los jóvenes como él se les ha privado del derecho a viajar y de conocer el mundo, un punto en el que se encuentra trabajando a través de su proyecto con los jóvenes del país. Además, se mostró muy crítico con la educación que siguen recibiendo los senegaleses, herencia de Francia, de la época colonial.
El actor y activista Thimbo Samb defiende que son los propios senegaleses quienes tienen que ser los protagonistas del cambio. Señala que llegar a Europa le hizo abrir los ojos y conocer que no era lo que en realidad pensaba antes. Ahora vive en Valencia, pero también ha creado la asociación Ndadie Mbolo con la que pretende, entre otros objetivos, construir un espacio sociocultural en el pueblo de Kayar.
Mujeres que luchan por sus derechos
La lucha contra la ablación y por los derechos de las mujeres africanas también fueron objeto de debate en las jornadas sociales. Fue muy aplaudida la labor de la joven Sylvie Diack, que trabaja por concienciar contra la mutilación genital femenina y en materia de educación sexual en distintos pueblos de Senegal. Explicó que con solo once años no comprendía cómo amigas suyas de la escuela abandonaban los estudios, eran casadas y se quedaban embarazadas desde muy jóvenes. Por ello, comenzó a interesarse por esta realidad y por trabajar con la juventud y las familias sobre la importancia de la educación en este sentido.
Sabía que siendo tan joven iba a ser un camino duro, y por ello encontró en el teatro una buena forma de llegar a la ciudadanía. La salud sexual y reproductiva de la mujer ha sido siempre un tema tabú en muchos países. Por esta razón, en un principio sentía que podría parecer que le estaba diciendo a la población lo que tenía que hacer y, por ello, decidió realizar un censo de mujeres que tuvieran capacidad de liderazgo y que pudieran contribuir en la movilización social.
Más de 3.000 jóvenes de Senegal trabajan ya junto a Sylvie Diack por la sensibilización en materia de educación sexual. Han creado grupos de madres y padres, así como talleres de formación. En 2015, pusieron en marcha una formación a través de la radio, pero también a través de las redes sociales, como por ejemplo la campaña No toques a mi hermana, en la que también se implicaron hombres jóvenes.
Awa Ndiaye, presidenta de la asociación DIAPO, contó su experiencia en Canarias, donde trabaja por la integración de la juventud senegalesa. Cuenta que llegó a las Islas con 26 años siguiendo a su marido. Se siente privilegiada por haber recibido educación y por haber ido a la universidad. Con su perfecto español, Ndiaye asegura que nunca dejó de formarse y que actualmente trabaja en centros de Tenerife como intérprete.
Su asociación surgió con la intención de ayudar a los menores que llegaban a las islas y a los que le faltaba el calor de sus familias. Trata de que se sientan como en casa festejando también sus costumbres como la fiesta del cordero. Posteriormente, la organización creció para ayudar también a las personas más mayores que necesitaban asesoramiento, como por ejemplo para rellenar un documento.
El broche de oro del festival tuvo lugar en el Teatro Nacional Daniel Sorano, donde se realizó una interpretación teatral en homenaje al fallecido Mamadou Diop, profesor de la Escuela Nacional de Arte de Senegal. También hubo turno para Coucounette, grupo de mujeres de Cabo Verde que emocionaron al público con su danza y percusión. Para finalizar la noche, tuvo lugar el concierto final de Hermanos Thioune junto a la timplista Laura Martel, la saxofonista Alba Aceytuno y el reconocido guitarrista Torsten Winkel.
Realizar este festival intercultural en Dakar era un sueño para Hermanos Thioune, acostumbrados a interpretar sobre todo en Canarias y en diferentes puntos de Europa. Para Khaly Thioune Ci La Bokk es una oportunidad para devolver a su país lo que le ha dado y para que se conozca que África también es danza, cultura, hospitalidad y solidaridad.