Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad de Galdós: la huella del célebre escritor resiste en la capital

EFE

Las Palmas de Gran Canaria —

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Sus detractores alimentaron el bulo de que, cuando marchó a Madrid, Benito Pérez Galdós se sacudió el polvo de los zapatos al desembarcar en Cádiz para borrar cualquier resto de Canarias. El escritor lo desmintió en unas palabras que su ciudad natal luce orgullosa un siglo después.

“¿Que de dónde soy? Eso lo sabe todo el mundo. ¡De Las Palmas!”, respondió Galdós en 1914 a la revista La Esfera cansado de que siempre le preguntaran sobre lo mismo, en una cita grabada desde hace tiempo para todo aquel que se interese por sus raíces en el pavimento de la calle de Cano, a la puerta de su casa natal.

Paseos literarios por la ciudad que lo vio crecer, rutas gastronómicas, esculturas, calles, edificios con su nombre y una casa museo rinden homenaje al autor de Fortunata y Jacinta.

El catedrático de Literatura Plácido Checa lleva décadas siguiendo la huella del escritor por su ciudad. De ese interés, compartido con su hijo Pablo, surgió el libro La ciudad de Galdós. Las Palmas de Gran Canaria ayer y hoy, (CanariaseBook, 2014), un paseo literario e histórico por los barrios de Vegueta y Triana.

Coincidiendo con el centenario de la muerte del escritor, que se conmemora este sábado, Plácido Checa invita a Efe a recorrer los lugares más galdosianos de la capital grancanaria.

Antes de empezar, este estudioso de Galdós insiste en que don Benito jamás olvidó su patria chica, cita de memoria entrevistas donde el autor exalta la ciudad y explica cómo sus detractores desempolvaron una leyenda de Teresa de Jesús para atribuírsela.

Se dice que la santa, poco antes de ser despachada de Ávila por sus divergencias a la hora de entender la expresión de la religiosidad, se quitó las sandalias, las sacudió y dijo: “De Ávila, ni el polvo”. Casi cuatro siglos después la frase acabaría puesta en boca de Galdós, según este investigador.

Casa Museo Pérez Galdós

La primera parada es el barrio de Triana, en el número 6 de la calle Cano; un inmueble de finales del XVIII que presume de ser el hogar donde nació el maestro de la narrativa realista en España.

La casa, donde el matrimonio formado por el militar Sebastián Pérez y María de los Dolores Galdós crió a sus diez hijos, fue testigo del despertar literario del autor, de su afición por la lectura y la pintura y de sus dotes al piano, que aprendería a tocar gracias a las enseñanzas de su hermana Manuela.

El Cabildo de Gran Canaria la convirtió hace tiempo en un museo. Su directora, Victoria Galván, explica a Efe cómo desde el centro se trabaja en difundir y custodiar el legado del autor.

Galván descubre algunos de sus tesoros, entre ellos el importante fondo documental con manuscritos de las obras de teatro y de novelas como Nazarín y Marianela, además de la biblioteca personal de Galdós. También correspondencia con otros escritores, editores, políticos y con algunas de las mujeres de su vida: su hija María, la actriz Concepción Ruth Morell Nicolau, con la que mantuvo una larga relación, o Teodosia Gandarillas, su último gran amor.

En 1914 Galdós fue elegido diputado a Cortes por Las Palmas. En su Casa Museo se custodia el escrutinio general de los comicios donde fue elegido junto a Leopoldo Matos y Baldomero Argente del Castillo.

Un paseo por el inmueble permite contemplar el famoso retrato del autor pintado por Sorolla (para toda una generación de españoles, la memoria del extinto billete de 1.000 pesetas), la cuna donde dormía de niño, el crucifijo que le regaló su maestra de la infancia, Luisa Bolt; algunos de los muebles que diseñó él mismo o la colección de dibujos de los Episodios Nacionales.

Iglesia de San Francisco

A los dos días de nacer, en mayo de 1843, Galdós fue bautizado en la iglesia del convento de San Francisco, reconstruida en el XVII después de que las tropas del pirata Van der Does la redujeran a cenizas.

La espadaña de la iglesia, restaurada a principios de este siglo, tiene grabadas las palabras de Galdós en las que inmortaliza el sonido de sus campanas: “Cuando he oído el tañido de sus campanas, siempre he sentido una emoción entre triste y dulce. Su son no lo confundiría con ninguno. Lo distinguiría entre cien que tocasen a un tiempo”.

El colegio de San Agustín

Galdós cursó sus estudios en el colegio de San Agustín, ubicado en el antiguo convento del mismo nombre. Allí, pronto profesores y alumnos descubrieron las habilidades del joven como periodista, poeta y dibujante.

Entre los muros del colegio se fraguó la amistad con Fernando León y Castillo, el político y diplomático canario que llegó a ser ministro de Ultramar de las colonias españolas. Y la amistad entre ambos continuaría en Madrid.

La catedral de Santa Ana

La ruta galdosiana se detiene ahora en la catedral de Santa Ana, un templo gótico que empezó a construirse a finales del siglo XV y que aún en 1800 seguía en obras.

La catedral sirvió al joven Galdós de escenario de uno de sus cuentos, Necrología de un prototipo, publicado en el periódico El Ómnibus. En él dio vida al palanquero del órgano de la catedral, un personaje romántico con características deformes y habilidades musicales que recuerdan al jorobado de Notre Dame y al Maese Pérez, el organista, de Bécquer.

El Gabinete Literario

El Gabinete Literario se fundó por deseo de un grupo de intelectuales de la isla en 1844, en algunos de los salones del antiguo Teatro Cairasco, el primer coliseo de la capital. Galdós asistió a allí a la Academia de Dibujo y frecuentaba sus conciertos y sesiones artísticas.

Teatro Pérez Galdós

A mediados del siglo XIX, la vecindad de Las Palmas se dividió entre los partidarios de construir el futuro Teatro Tirso de Molina en la desembocadura del barranco de Guiniguada y los que querían para el nuevo coliseo una ubicación alejada del barranco, el mar y la pescadería, próxima al solar.

Galdós tomó parte en el conflicto y se sumó a la oposición a que el teatro se levantase en el Guiniguada. Su malestar le llevó a escribir un poema, cuyos últimos versos dicen: “¿Quién fue el patriota estúpido / quién fue el patriota vándalo / que imaginó las bóvedas / de este Teatro Acuático...”.

También reflejó su descontento en una serie de dibujos humorísticos bajo el título: Gran Teatro de la Pescadería en los que plasmó desde dos actores con cara de peces a un trovador con el agua a la cintura, atacado por un cocodrilo.

La ironía haría que el edificio fuera rebautizado en 1902 como Teatro Pérez Galdós; Las Palmas de Gran Canaria homenajeaba así a su hijo más ilustre. Un año antes, su escenario había acogido, con gran éxito, el estreno de Electra.

Frente al teatro, un monumento a Pérez Galdós, obra del escultor Manuel Bethencourt y réplica del original de Victorio Macho, vigila el paso diario de los transeúntes, sus paisanos grancanarios.

Muelle de Las Palmas y Ermita de San Telmo

En 1862, Galdós embarcó rumbo a La Laguna, en Tenerife, para examinarse del título de Bachiller. Desde el puerto de Santa Cruz partió, en septiembre, a Cádiz para continuar el viaje a Madrid.

Antes, se despidió de su ciudad natal desde el muelle de Las Palmas. Atrás dejaba una incipiente labor periodística, con colaboraciones en el rotativo El Ómnibus y en El País de Las Palmas de Gran Canaria, donde escribió de la ciudad, el Teide o el meridiano de El Hierro.

Durante su último viaje a Gran Canaria, en 1894, visitó la ermita de San Telmo. Allí, la confraternidad de Mareantes le obsequió con un exvoto de una galera, la que observaba de niño durante sus visitas al templo.

La ruta galdosiana incluye paradas en las antiguas casas consistoriales donde llegó a ubicarse el Museo Canario, que el autor recorrió en 1894, y visitas a los grafitis del artista Matías Mata (Sabotaje al Montaje), en edificios de la calle Zaragoza, en el barrio de Schamann, que recrean las figuras de Galdós y personajes de sus novelas como Marianela, Federico Viera o El abuelo.

Es aconsejable, durante el paseo, no perder la vista del suelo: en algunos de sus adoquines sorprenden placas en bronce con citas de las obras más representativas del autor.