El campo toca a tu puerta: “Es la única forma de vender nuestros productos”
“Estamos intentando hacer venta directa a domicilio, es la única formula que tenemos a nuestro alcance para que el producto no esté parado y entre algo de dinero, porque los animales siguen comiendo”. Hace una semana que Natalia Mayor Monzón y su hermana Beatriz tomaron la decisión de vender puerta por puerta sus quesos en Gran Canaria ante el cierre de sus canales de venta por la crisis sanitaria desatada por el coronavirus, como restaurantes, bares o ferias, pues la mayoría de las queserías artesanales de las Islas no tienen acceso a las grandes superficies.
El presidente de la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG) de Canarias, Rafael Hernández, explica que ganaderos y agricultores de las Islas tienen “muchas dificultades” para darle salida a su producción ante el cierre de los hoteles y negocios de restauración. En la misma situación se encuentran “aquellos que se dedican al cultivo de flores”: la Asociación de Cosecheros de Flores y Plantas Vivas de Canarias avisa que se podrían quedar en la calle más de 1.400 floricultores. “Si dura mucho, que Dios nos ayude”, sostiene el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Canarias, Mario Escuela, quien añade que en el sector hay muchos productores que “no saben qué hacer con la cosecha”, mientras en las grandes superficies las ventas han subido de forma “bárbara”.
Además de ir puerta por puerta, las hermanas Mayor Monzón, de la empresa Ganadería Noray, relatan que cada siguen desarrollando su actividad, dando de comer a sus ovejas y cabras, “que están en la época de mayor producción y no se puede parar”. Sin embargo, Natalia Mayor reconoce que está siendo “bastante complicado” llegar a los clientes a domicilio por “el tema de la seguridad, los controles y las distancias”. Tras cuatro años dedicadas a la ganadería, un subsector en el que empezaron con 21 años, cuenta que tras muchas dificultades este 2020 empezaban a “coger un poco de aire”, pero ahora reconoce que “va a ser muy difícil remontar esta situación”.
Una de las medidas que ha reclamado COAG en el ámbito nacional para tratar de paliar las pérdidas y que los pequeños agricultores y ganaderos no se vean abocados a tirar la producción es la apertura de los mercadillos municipales. “Cumplen una función social de proveer de alimento y favorece que la sociedad pueda abastecerse directamente de los agricultores más cerca de su casa; por eso deberían mantenerse abiertos con todas las medidas preventivas y de seguridad necesarias”, afirma Hernández.
Además, en algunos municipios en los que se ha permitido que los mercadillos sigan abiertos, los clientes están teniendo dificultades para acceder a comprar. Escuela señala que en Tenerife se están produciendo problemas para que los clientes de municipios como Santa Cruz de Tenerife o La Laguna puedan acudir a los mercados debido a los controles de seguridad, en el marco de las actuaciones encaminadas a controlar la cadena de contagio del coronavirus.
El cierre de los mercadillos también ha afectado a Alejandra Núñez, que comenzó a dedicarse a la agricultura hace casi cuatro años. En una hectárea que tiene en Agüimes, planta lechugas, rúcula, espinacas, cebolletas, cebolla, puerros o perejil. Hasta hace dos semanas, vendía en mercadillos municipales o en bares y restaurantes, aunque también hacía venta a domicilio. Ahora, mientras sigue ejerciendo su actividad, se ha visto obligada a “incrementar” los canales particulares y recorre la isla de Gran Canaria cada día “para ir escapando”, porque es la única medida que tiene a su alcance para poder continuar con su producción, aunque reconoce que mucha cosecha “no tendrá salida”.
Sin embargo, el pastor trashumante Airam Rivero ve muy complicado vender puerta por puerta sus quesos, que elabora en el Cortijo Daniela, en Santa María de Guía (Gran Canaria) junto a su pareja, porque “la movilidad es reducida” y las fuerzas y cuerpos de seguridad le han pedido que intente “juntar al máximo los pedidos”. Aunque tiene almacenados “unos 700 kilos de queso” sin posibilidad de darles salida, su principal preocupación es poder seguir dando de comer a sus 500 ovejas. “Deberían estar en alta producción”, afirma, pero están dando el 75% de lo que deberían, principalmente por “la sequía” que afecta a las Islas en los últimos años, que ha mermado los pastos. “Por lo menos, estos últimos días está lloviendo”, añade.
Pérdidas
La cosecha de melones y sandías en Canarias abarca desde octubre hasta mayo y plantar estas frutas en las Islas durante el invierno requiere de una gran inversión en infraestructuras. Camilo Álvarez tiene 200.000 kilos que no sabe qué hacer con ellos, a pesar de que la producción ha sido menor de los esperado por la calima que sufrió el Archipiélago durante el fin de semana del 22 al 23 de febrero.
“Estoy pensando repartir melones y sandías a los bancos de alimentos para no tirarlos”, dice. Este productor, que cuenta con 40 hectáreas que lleva en un grupo de tres empresas con 250 empleados, vendía el 90% de la fruta a hoteles y restaurantes y el 10% restante a lo destinaba a la exportación, a Inglaterra y Holanda. “Al cerrar todo nos hemos visto con una producción grande y sin saber qué hacer con ella”, afirma Álvarez. Aunque ha tratado de acudir a las grandes superficies, dice que no le compran.
Por ahora, ha decidido “esperar”; mantiene los melones y sandías en la nave “a ver si aguantan” y “voy escapando gracias al Posei, que sirve para cubrir gastos” de cara a la próxima campaña, pero vaticina “unas pérdidas enormes” y no descarta que, después de una vida dedicada a la agricultura, tenga que abandonar la profesión. “He invertido mucho dinero y veo que no voy a recuperar lo que invertí. Lo veo muy negro”.
Sin embargo, hay agricultores de las Islas que sí pueden colocar sus productos en las grandes superficies, como Luis Jiménez, que tiene una empresa dedicada al pimiento -con 12 o 15 trabajadores- y otra enfocada al cultivo de sandías y melones -con 100 empleados-. “Por suerte, trabajo con supermercados que sí compran productos locales”.
Jiménez explica que durante el año tiene programados todos sus kilos con varios supermercados, pero hay otros que lo hacen con el canal Horeca (hoteles, restaurantes y catering) “y si estos cierran, poco pueden hacer”, porque ya no pueden colocar sus productos en grandes superficies que ya tienen acuerdos para los mismos con otros productores isleños y muchos se verán abocados “a cerrar negocios”.
A pesar de ello, dice que la venta ha caído y la producción que le sobra intenta aguantarla al máximo, alargando los cortes para vender lo que le demanden y no tirar alimentos, aunque reconoce que ya ha debido retirar parte de los pimientos o sandías y melones. También el precio ha bajado, “en torno a un 40%”, porque hay “más oferta”. “Quizá haya que hacer un Erte o un Ere”, añade.
A juicio de Jiménez, en Canarias no hay falta de abastecimiento: “Hay alimentos de sobra para que todo el mundo pueda comer”. El problema radica en que las grandes superficies traen productos importados que se cultivan en Canarias, como el tomate. “En condiciones normales, podemos acceder a otros canales de venta, como hoteles o restaurantes, cuando competimos con alimentos de península o de terceros países en supermercados, pero ahora mismo, traer productos que tenemos aquí y en esta situación, contribuye a cargarse el tejido empresarial del sector en las Islas”, concluye.
1