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Apagón en la aportación del campo y la pesca a la riqueza de Canarias

Un agricultor trabaja la tierra en un cultivo de papas en Valleseco (Gran Canaria)

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

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Cuesta decirlo una vez más, pero esta es la realidad tal y como se manifiesta en Canarias, sin edulcorantes ni maquillajes posibles. Es la verdad que aportan los registros oficiales, los datos estadísticos ya validados, los cálculos que hace el Instituto Nacional de Estadística (INE) dentro de su completo trabajo englobado en la Contabilidad Regional de España, en este caso para el periodo 2000-2018, con base 100 en el primer año de ese intervalo.

Vuelve a quedar claro, sobre todo si se trata del sector primario (como es el caso), que Canarias no gana para sustos. Al cierre del año pasado (2018), según el dato que sirve el INE como primera estimación dentro de ese análisis estadístico temporal, el campo (agricultura y ganadería) y la pesca locales (la suma de esos tres subsectores económicos) solo aportaron al Producto Interior Bruto (PIB) regional, medido a precios de mercado, el 1,2%, un valor mínimo, el más bajo de la historia, nada significativo y hasta peligroso porque ello supone que ese sector económico pierde aún más peso relativo dentro de la economía del archipiélago, a punto de alcanzar el nivel del 1%, un porcentaje lejísimo del umbral nacional.

Bien es verdad que ese trozo tan pequeño de la tarta regional, del 1,2%, se ha mantenido en los tres últimos ejercicios económicos. En efecto, así es, pero de igual manera se puede afirmar que en 2015, en el inicio de la legislatura pasada, tal registro porcentual era 0,1 puntos superior: se hallaba en el 1,3%. Y lo que aún es peor: el sector primario canario se ha dejado en el camino, en los ocho últimos años, 0,5 puntos de participación en el PIB regional (entonces alcanzó el 1,7%).

En 2011, siempre según variables oficiales del INE, el PIB agropesquero local representaba el 1,7% del volumen económico global de las islas. Así que a peor ha ido la mejoría, aunque a la vez se debe destacar, que todo hay que decirlo, que incluso pudo haber sido más dramático, más negativo. A esta conclusión se llega si el análisis evolutivo de los últimos cuatro años se realiza en términos absolutos. Y ahora se manifiesta por si sirve para levantar algo la moral.

La economía agropesquera canaria mejoró el 3% en 2016 respecto a 2015, casi el 6% en 2017 en relación con el año anterior, y luego ya sufrió un parón en 2018, según la comparación con el ejercicio precedente, con solo un alza del 0,8%. Ello quiere decir que la generación absoluta de riqueza en ese sector, medida a precios de mercado, se elevó en todos esos años, pero esa mejoría, contabilizada en más millones de euros, de poco sirvió para remontar y hacer un sector primario más fuerte dentro del PIB regional. Ocurrió todo lo contrario: el peso relativo del campo y la pesca se diluyó aún más dentro de la suma global de actividades productivas. Así mismo ocurrió, y por eso ahora se puede señalar, sin riego a equivocación, que el sector agropesquero local, pese a incrementar de forma moderada su ritmo de creación de riqueza, se empobrece dentro del PIB canario. Y lo peor es que no se trata de algo nuevo, sino todo lo contrario.

En 2015, el campo y la pesca de las islas generaron 515,2 millones de euros calculados a precios de mercado, solo el 1,3% del PIB regional, este con 41.150,2 millones. Se nota, sin duda, lo chico que aquel se queda dentro del potencial económico regional, dominado por el turismo y los servicios, con mucho más del 30% del PIB canario.

Pero es que tres años después, en 2018 (los datos anuales más recientes, según una primera estimación realizada por el INE), pese a mejorar la aportación absoluta al PIB regional hasta los 566,3 millones de euros; esto es, unos 50 millones más en tres años, ello no resulta suficiente para evitar una caída leve en la aportación del sector primario al total del PIB de Canarias, pues pasa de aquel 1,3% de la riqueza global de las islas al 1,2% validado inicialmente en 2018.

Si el análisis de la marcha del sector primario canario en cambio se realiza tomando como base 100 el dato absoluto de 2010, la caída o involución se ve mucho más nítida: desde 2010 hasta 2018, ese umbral de 100 se ha reducido hasta 82,6, nada más y nada menos que 17,4 puntos, con un promedio de caída anual de 1,6. Otro registro que pone los vellos de punta.

Pero incluso hay más variables económicas que advierten de una evolución tan poco ventajosa. Por un lado, está lo gastado en remuneración de salarios, con 160,5 millones de euros en 2015 y 153 en 2018, y por otro, la variable sobre el empleo total generado: en 2015, 20.200 personas, por las 19.100 de 2018. Sigue la tendencia a la baja. Y todavía hay más: de ese empleo general, los asalariados representaron 14.800 en 2015 y solo 14.100 en 2018. La pérdida de puestos de trabajo por cuenta ajena también empieza a dejarse notar.

Así las cosas, o sea, atendiendo a este análisis macroeconómico del sector primario en Canarias, queda claro que la generación absoluta de riqueza de las actividades que lo integran crece algo en los tres últimos años, 2016-2018, pero ello se manifiesta con tanta debilidad que ese ritmo no contribuye a ganar peso dentro del PIB regional, lo que hace muy difícil, tremendamente complicado, que uno de los principales objetivos de los gestores públicos relacionados con ese sector económico, con tanta intervención directa de la Administración en aportación de apoyo público directo (el programa Posei), se vaya cumpliendo: la conquista, poco a poco, de mayores cotas de autoabastecimiento en la Comunidad Autónoma de Canarias.

Con ese balance, se puede decir que sigue estando todo por hacer, por reconstruir, por reconquistar, y además es verdad que cada vez queda menos tiempo para cumplir tremenda hazaña. La coyuntura económica actual y futura a corto y medio plazo incluso parece que se empeña en ponerlo más complicado: desaceleración del crecimiento económico en ciernes, el turismo que muestra signos de debilidad tras las vacas gordas de los últimos años y el nuevo marco de apoyo público dentro de la Unión Europea (UE), el que dibuje las perspectivas financieras para el septenio 2021-27, aún por definir, negociar y vencer desde las islas. Parece que vienen curvas muy cerradas. Y eso que esta vez nos permitimos el lujo de no meter en el análisis el brexit y sus consecuencias para la agricultura de exportación hortícola de las islas, entre otros efectos que quedan por medir con precisión.

Sigue tocando arremangarse la camisa. ¿Hasta cuándo? ¿En qué condiciones? ¿Con qué posibilidades de éxito?

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