Laura falleció de “muerte violenta”
El cansancio y la tensión comienzan a hacer mella en el maratoniano juicio del caso talio en el que se acusa al enfermero Iván R.A. de asesinato con circunstancia agravante mixta de parentesco por el fallecimiento de su mujer, Laura A.G.
Este martes había gran expectación en la Sección VI de la Audiencia Provincial de Las Palmas por escuchar los testimonios de los peritos. “Laura falleció de muerte violenta, es decir, se le administraron múltiples sustancias que le causaron la muerte”, afirmó Eva María Bajo, subdirectora del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas de Gran Canaria.
La forense comenzó su exposición, apoyada por fotografías, sobre la autopsia realizada a Laura A.G. dos días después de su muerte (el 13 de julio) asegurando que se trata de un caso “extraordinariamente complejo”, y pidió al jurado popular que no perdieran “la visión de conjunto”.
Durante el examen realizado al cuerpo de la fallecida se encontraron signos que hicieron pensar a los forenses que Laura A.G. sufrió una intoxicación “prolongada durante meses”. Las mejillas sonrosadas con “aspecto de vida”, la alopecia que presentaba y las “líneas de mees” que tenía en los dedos (síntomas característicos de la intoxicación por arsénico o por otros metales pesados como el talio), apuntan, según la forense, a que Laura A.G. “estuvo expuesta a talio”. Aunque nunca tuvo patologías que justificaran la muerte por parada cardiorrespiratoria, las pruebas forenses demostraron que su corazón presentaba microinfartos y una “infiltración grasa en el tejido”.
Cuando los médicos sospecharon que Laura A.G. podría haber sido intoxicada solicitaron el análisis de metales pesados donde se hallaron niveles “altos” en su cuerpo aunque, explicó Bajo, “evidentemente” no murió por ello. “No podemos decir que haya muerto de algo concreto, pero sí que se vio expuesta a varios tóxicos que deterioraron su organismo”, concluyó. Exposición que tanto Iván R.A. como su abogado escucharon negando con la cabeza y con gestos de fatiga.
“Como si pequeñas piedras fueran lanzadas a un cristal poco a poco y lo acabaran rompiendo”, afirmó el abogado de los padres de Laura, Acenk Galván, a modo de metáfora para resumir lo expuesto por los forenses. Durante el interrogatorio de la acusación particular los peritos afirmaron que “el suministrador” de las sustancias tóxicas “debía tener conocimientos de medicina y acceso a la víctima y a las sustancias”.
A su vez, los peritos hicieron hincapié en que la persona que le administró sustancias no pautadas por los médicos, conocía “la vida” que tenían dichos medicamentos, porque tanto el tiopental como la morfina (sustancias que se encontraron en varios análisis realizados a Laura A.G.) tienen vidas muy “cortas”, es decir, desaparecen del cuerpo en cuestión de horas. “La persona que la intoxicó estaba siguiendo vías raras para despistar”, aseguraron.
En relación a estas afirmaciones, la médico intensivista, Carmen Pérez, que acudió a esta sesión en calidad de perito y auxiliar de autopsia, negó, basándose en el informe de uno de los doctores, que a Laura A.G. se le administrara morfina durante el trayecto en ambulancia de su casa al hospital el 3 de junio. El abogado defensor señaló que tiene constancia de que otro doctor sí había indicado la administración de dicha sustancia, lo que Pérez atribuyó a un “error en la transmisión de la información”.
Tras denegarle al abogado de la defensa, José Álvarez, en más de diez ocasiones que se le mostraran a la doctora Carmen Pérez diversos informes, la paciencia del magistrado Carlos Vielba llegó a su límite durante una de las intervenciones que realizó el doctor Javier Tapia, cuando comentó que las intoxicaciones por talio “no son tan raras” y que este metal pesado “se podría haber cogido del hospital” exposición que el abogado defensor contestó gesticulando con actitud burlesca. Ambos recibieron el apercibimiento del juez.
En relación al bulto que tenía Laura A.G. en su flanco izquierdo, los forenses confirmaron que hubo “daño provocado por una punción” ya que apreciaron durante la autopsia la trayectoria de una aguja en el interior del cuerpo que llegó a dañar el músculo.
Otra de las cuestiones recurrentes en este juicio son los índices de insulina en el cuerpo de la fallecida, que aumentaban y disminuían sin motivo aparente. Los forenses aseguraron que los elevados “picos” que presentaba Laura A.G. hacen pensar que fue suministrada de manera exógena.