Si quien escribiera estas líneas fuera un psiquiatra, con muchos años de carrera profesional, seguro que les empezaría a enumerar todos y cada uno de los factores que pueden llevar hasta el momento en el que una persona pierda la capacidad de razonar y su mente se llene de delirios, fobias y demás elementos que terminarán por distorsionar su realidad de manera irreversible. En mi caso particular, y conocedor de mis limitaciones en cuanto al tema médico, desgranaré los principales elementos que rodea la película de Emma Tammi utilizando, para ello, sus propias palabras.
Lizzy Macklin (Caitlin Gerard) en The Wind © 2019 Soapbox Films, Divide/Conquer and Mind Hive Films.
The Wind se sustenta, casi de manera obsesiva, en el opresivo escenario en el que se desarrolla; es decir, un desolado páramo en medio de ninguna parte, a finales del siglo XVIII. Los personajes que interactúan y/o tratan de sobrevivir en dicho escenario estarán siempre condicionados por esta circunstancia, algo que la directora deja claro desde la primera secuencia con la que arranca su película. Además, cuando la realidad es el monstruo del relato, ¿para qué molestarse en cambiarlo, si ya tienes lo que estabas buscando?
Emma Tammi (ET) La historia escrita por Teresa Sutherland está basada en sucesos reales, los cuales tiene relación con las experiencias de aquellas mujeres que colonizaron el salvaje oeste y el precio que éstas pagaron por ello. Ella y yo añadimos, luego, algunos otros elementos, pero el esqueleto ya estaba antes de que nosotras llegáramos.
Film Kino (FK) La película nos deja claro que dicho precio fue muy, muy alto y lo poco que podían hacer todas aquellas personas para cambiar su vida.
ET: Sí, lo fue y no sólo por lo que significa abandonar un país -tal y como le ocurre a Lizzy, alemana de origen- para viajar hasta otro bien distinto, desprovisto de casi todo, salvo en las ciudades más importantes, sino por el abandono que debieron sufrir, dado que sus parejas solían estar fuera de casa casi todo el tiempo.
FK: Esa sensación de abandono debe de ser terrible, por mucho que el matrimonio compuesto por Lizzy (Caitlin Gerard) e Isaac (Ashley Zukerman) trate de comportarse como si vivieran en una ciudad cualquiera. Por lo menos ellos ponen todo de su parte para adaptarse, algo que no ocurre cuando llega el matrimonio compuesto por Emma (Julia Goldani Telles ) y Gideon (Dylan McTee) Harper, dado que la capacidad de los primeros para salir adelante en aquel páramo es inversamente proporcional a la incapacidad de los segundos.
Emma Harper (Julia Goldani Telles) en The Wind © 2019 Soapbox Films, Divide/Conquer and Mind Hive Films.
ET: Tiene razón al señalar ese punto. Emma nunca logra soportar la opresión, la desolación y la soledad que produce aquel pedazo de tierra. Lizzy cuenta con el apoyo de Isaac y con una determinación que no posee Emma, quien tampoco cuenta con el apoyo de su marido. Lo que ocurre es que Lizzy es también una víctima de las circunstancias, a pesar de que lo lleve mejor. Y después está el viento…
FK: Sí, el viento, título de la película, ese incesante sonido del aire chocando contras las puertas, contras las ventanas, colándose por todos lados. Yo nací en una isla, lugar condicionado por el agua que la rodea y por un viento que suele ser constante. Recuerdo muchas noches en la que algún vecino se dejaba una ventana abierta y el viento no paraba de moverla hasta que, en muchos casos, el cristal se terminaba por romper, aunque luego el ruido no cesaba.
ET: En la película, el viento es sólo uno de los muchos elementos que están en contra de las protagonistas, pero sí el más constante. Los hombres, quienes suelen estar poco en casa, no lo sufren de la misma forma y, por eso, tampoco entienden lo que sufren ambas mujeres y el motivo de sus quejas.
FK: Por lo menos, Issac trata de hacerlo. Gideon, no. Más bien, todo lo contrario.
ET: Sí, pero Isaac tampoco entiende el estado en el que se encuentra su mujer y que éste se irá deteriorando. Y ese estado tiene mucho que ver con la sensación de soledad y abandono que ésta sufre, a lo largo de toda la película.
FK: Sí, la constante falta de empatía que sigue existiendo, hoy en día, en pleno siglo XXI, entre ambos sexos y que tantos problemas le acarrea a nuestra sociedad. A los varones de antes, y de ahora, les cuesta mucho darse cuenta de las imposiciones que la sociedad le impone a las mujeres, imposiciones que ellos no deben soportar, ni tan siquiera considerar.
ET: Pues en aquella época era mucho peor. Teresa (Sutherland) te podría contar más cosas, si estuviera aquí. Lizzy y Emma son dos buenos y trágicos ejemplos de ello, por desgracia.
Lizzy y Emma son dos miembros de aquella legión de mujeres que se embarcaron durante más de un siglo, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, en la exigente, descarnada y demoledora colonización de un país que estaba muy lejos de ser la potencia mundial que hoy en día es, por mucho que sus dirigentes actuales se empeñen en demostrarnos lo contrario. Su papel, secundario, pero tan exigente como el de los varones, se desarrollaba siempre en la retaguardia, en solitario, y a merced de unos elementos tan salvajes como brutales. Lizzy -mucho antes de la llegada de Emma y su marido- tendrá que hacer frente no solamente al incesante viento, sino a los animales salvajes que la acosan y ponen en riesgo su vida, así como a las demoledoras tormentas, cargadas de un aparato eléctrico que hubiera hecho las delicias de los dioses helenos, y sus posteriores efectos en el ecosistema del lugar.
FK: Otra cosa que me ha sorprendido y agradado, a la misma vez, es la forma en la que presentas los dos embarazos de ambas mujeres, sobre todo el de Lizzy, dado que el de Emma termina por ser un detonante más que una circunstancia. Normalmente, este tema se trata de forma tangencial o no se la da la importancia que tiene en la vida de una mujer.
ET: Quería mostrar lo que suponía quedarse embarazada y tener el niño sin contar con más ayuda que la de tu pareja. Si un embarazo te cambia la vida, imagina qué es pasar por todo eso, en la más absoluta soledad y con personas a tu lado -tal y como le sucede a Emma con Gideon- que no tienen ni idea de cómo comportase, ni qué hacer…
Lizzy Macklin (Caitlin Gerard) en The Wind © 2019 Soapbox Films, Divide/Conquer and Mind Hive Films.
FK: La primera secuencia de la película te invita a que veas cuáles son los efectos. Luego ves que Lizzy tiene que acudir en ayuda de Emma, ante un Gideon que se ve desbordado por todo lo que pasa a su alrededor.
ET: Sí, con tan sólo ver el rostro de Caitlin Gerard (Lizzy) en la primera secuencia puedes entender lo que está pasando aquella mujer, sin necesidad de que ésta diga una sola palabra. O cuando Emma se mete debajo de la cama para tratar de encontrar un espacio seguro, algo que ni su casa, ni su vida le ofrece, sólo Lizzy sabe lo que hacer, aunque su trabajo le cueste. En ambos casos te das cuenta de lo cerca que están ambas de llegar a un punto sin retorno.
FK: He escrito en muchas ocasiones que lo descrito por Joseph Conrad en su novela En el corazón de las tinieblas (1899) supone un viaje que va más allá del que recorre Charles Marlow, en busca de Kurtz, con el río Congo como escenario de toda aquella aventura. El viaje termina por llevarle hasta el corazón de las mismas tinieblas, en sentido literal y figurado, haciendo perder la misma noción del bien y del mal, tal y como lo conocemos en nuestra sociedad.
Lizzy Macklin (Caitlin Gerard) en The Wind © 2019 Soapbox Films, Divide/Conquer and Mind Hive Films.
ET: Lizzy y Emma hacen el mismo recorrido, pero sin necesidad de subirse a ningún barco. Ellas permanecen quietas en un mismo lugar. Para ellas, el lugar en el que están es el corazón de las tinieblas que describe (Joseph) Conrad en su libro.
FK: Y por eso, todo termina por carecer de sentido y cualquier gesto, cualquier acción, cualquier ruido representa el peligro que esconde el lugar.
ET: Llega un momento en el que Lizzy debe drogarse para no perder la cordura. Piensa que así luego despertará y todo habrá pasado.
FK: Lo malo es que, es entonces, cuando a la directora y a la guionista se les ocurre añadir a la narración, y sin ningún aviso previo, elementos del cine de género que NO deberían estar ahí…
ET: ¿Tanto te sorprendieron?
FK: Te puedo confesar que, hasta ayer, cuando vi tú película, no escuchaba unos gritos como los que escuché durante la proyección… Y Night Visions no empezó este año, ni el año pasado. Aquí ya están acostumbrados a este tipo de películas y la gente no lo pasó nada, nada bien.
ET: La culpa la tiene Teresa (Sutherland). Ella es una gran aficionada al cine de género, yo también, pero no he visto tantas películas como ella, ni como tú. Fue idea de ella añadir elementos de otras películas de género, pero con distinto escenario.
FK: ¿Como El príncipe de las tinieblas (1987) de John Carpenter?
ET: Sí, cosas de un sitio u otro, sobre todo si tenían que ver con demonios y cosas por el estilo.
FK: Lo que sucede con tu película es que, de la misma forma en la que John Carpenter logra que el espectador se sienta mal en la butaca con tan sólo un escenario y unos cuantos personajes, The Wind lo logra con todavía menos elementos.
ET: Desde antes de empezar el rodaje tenía claro que no quería utilizar muchos elementos y de ahí que siempre rodamos en el mismo escenario y sin añadir prácticamente nada nuevo. Esto nos permitió conocer cada detalle del lugar y poder planificarlo todo para que cada elemento fuera importante en la narración. Y también ayudó a que pudiéramos rodar en tan sólo cuatro semanas.
FK: Sí, es cierto. Hasta los más mínimos detalles como una mesa, una silla o una cama terminan por ser tan importantes en la narración como el deterioro, físico y mental que van sufriendo los personajes.
ET: Para mí, lo verdaderamente terrorífico de la película es la indefensión que sufren Lizzy y Emma…
FK: Ninguna de las dos tienen donde apoyarse cuando la soledad les persigue y el viento les castiga sin cesar…
ET: ¡Exacto! No hay nada que les pueda ayudar a soportar todo aquello, sin perder la lucidez. Ni siquiera las casas en las que viven les sirven para algo. Es más, el viento, las tormentas, los animales salvajes sólo les ayudan a entender que están en el peor escenario posible.
El Reverendo (Miles Anderson) en The Wind © 2019 Soapbox Films, Divide/Conquer and Mind Hive Films.
FK: Al final los demonios que “habitan” aquel lugar son una mera anécdota y una excusa para que el espectador lo pase mal en la butaca.
ET: Los demonios de la pradera son un elemento que Teresa (Sutherland) y yo quisimos añadir para poder explicar lo que le sucede a Lizzy y, en parte, a Emma. No obstante, los demonios terminan siendo otra excusa, al igual que la llegada del reverendo (Miles Anderson), personaje que, lejos de ayudar a la protagonista, le empujará un poco más hacía la locura.
FK: Yo no creo que Lizzy esté loca, por lo menos no en el sentido literal de la palabra. Su estado se va deteriorando por las circunstancias en las que se ve envuelta y, llegado el momento, entiendo que solamente le queda una salida.
ET: Una salida que puede parecer desesperada…
FK: Yo creo que es una muestra de lucidez y de cordura antes de perderla totalmente. Lizzy podría haberse rendido, como le ocurre a Emma, cada vez más ensimismada y delirante, pero no. De una u otra forma, con demonios o no, Lizzy no quiere rendirse y eso demuestra la fortaleza que tiene.
ET: En realidad, Lizzy es la heroína de la historia, aunque no me planteara la película en esos términos.
FK: En cierta forma, Lizzy es como Charles Marlow quien, de alguna forma, acaba siendo seducido por el escenario que hizo cambiar a Kurtz. En el caso de la primera, Lizzy terminará por aceptar que el lugar en el que está es más fuerte que ella y las opciones que tiene son bien pocas.
ET: Lizzy termina por entender que sola nunca podrá sobrevivir, por mucho que Issac se empeñe en decirle lo contrario. Emma ni siquiera tiene quien se lo diga y, además, su comportamiento para con el marido de Lizzy tampoco ayudará a que la situación mejore.
FK: Lo que ocurre es que, con la puntuación que tiene la película, hay que estar muy atento a lo que sucede y ser capaz de relacionar los sucesos sin necesidad de que éstos se presenten de manera lineal.
ET: Yo tengo experiencia en la sala de montaje y gracias eso entendí que la forma en la que se presentara la acción también sería otro elemento que podría llevar a que el espectador tuviera que poner de su parte o, llegado el caso, darle miedo.
FK: Sí, no sólo se trata de ver qué pasa, sino cómo pasa. Mientras tanto tú te imaginas lo que ha sucedido, luego lo ves en la pantalla y todo eso te causa desasosiego.
ET: De la misma forma que Lizzy no sabe si lo que está pasando es real o se lo está imaginando. Ni siquiera sabe si Issac es real o se trata de otro ser poseído por los demonios que dicen que habitan esos parajes…
FK: Y, cuando se llega a ese punto, sólo queda una salida, por drástica que ésta pueda llegar a ser, aunque, como ya te dije antes, salida que siempre he creído que es una muestra de lucidez.
ET: Me agrada mucho que entiendas la motivación de Lizzy, porque es mucho más fácil pensar que ella está loca y no ver que no hay nada, ni nadie que le ayude a tomar otras decisiones que no sean las que toma.
FK: Pensar lo contrario sería volver a repetir los esquemas de todos los siglos anteriores, donde solamente los hombres saben tomar las decisiones correctas y las mujeres sólo están ahí y poco más.
Photo by Percival & Associates © 2019 IFC Midnight
ET: Sí, Lizzy es una mujer actual o trata de serlo, pero en el siglo equivocado.
FK: Sólo espero que los varones que hayan visto la película hasta ahora lo entendieran de la misma forma…
ET: Pues te puedo asegurar que, en la mayoría de los casos, ha sido así. Por lo menos, cuando he tenido la oportunidad de hablar con personas que han visto la película en los distintos festivales a los que he acudido. En su mayoría todos entienden al personaje y ven que su situación no puede ser peor.
FK: Aunque tarde, los hombres se están enterando de lo difícil que ha sido, y sigue siendo, ser mujer en una sociedad como la nuestra…
ET: Ya sabes que lo cambios cuestan y más en ese tipo de cosas…
FK: Sí, pero con películas tan intensas como The Wind, tengo claro que las cosas pueden cambiar y mucho más rápido…
ET: Gracias por tus palabras y por todas las cosas que has visto en mi trabajo.
FK: Gracias a ti por hacer que lo volviera a pasar mal en una butaca de cine y por contar aquellas cosas que deben ser contadas, a pesar de los sobresaltos (risas)
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2018 y 2019.
© 2019 Soapbox Films, Divide/Conquer and Mind Hive Films.