Al menos 58 personas murieron esta madrugada, 20 están desaparecidas y 150 más resultaron heridas al descarrilar en el sur de Pakistán un tren con unos 1.000 pasajeros, muchos de ellos devotos que se dirigían a sus casas para celebrar el festival musulmán del sacrificio.
El accidente ocurrió en torno a las 02.00 de la madrugada hora local (21.00 GMT de este martes), cuando quince vagones de los diecisiete que componían el expreso de Karachi (sur) descarrilaron en un área boscosa de la localidad de Naushero Feroz, en la sureña provincia del Sindh.
En una comparecencia ante los medios, el ministro de Ferrocarriles, Mansoor Tariq, aseguró que hasta el momento han sido recuperados 58 cadáveres, aunque reconoció que todavía hay unas 20 personas desaparecidas entre los escombros que se teme que hayan muerto, con lo que el número de víctimas mortales aumentaría.
Con anterioridad, un portavoz del servicio de ferrocarriles había precisado que cinco vagones quedaron completamente destruidos y que otros siete estaban sumergidos en un lago junto a las vías.
“Hay gente atrapada entre los amasijos y hay gritos de ayuda. La Policía está sacando a los fallecidos y muchos heridos sangran”, aseguró el portavoz de ferrocarriles en declaraciones al canal televisivo Geo Tv.
Según varios testigos, algunos vagones chocaron entre sí al descarrilar, mientras que el propio conductor del tren dijo haber sentido una fuerte sacudida antes de ver cómo la locomotora quedaba separada del resto del convoy. “Fue de noche, hubo un gran choque”, relató uno de los pasajeros, Mohammad Afzal.
Aunque en un primer momento las autoridades señalaron como causa el exceso de velocidad, sin llegar a descartar la hipótesis de un atentado, más tarde el director general de Ferrocarriles, Asad Saeed, achacó el accidente al mal estado de las vías.
“Se rompió una juntura de la vía. Las vías encogen en invierno. Están sometidas a muchas fuerzas y a veces se rompe la juntura”, dijo Saeed, quien añadió que la red de ferrocarril es vieja y está en proceso de renovación.
En el tren, que une las importantes ciudades de Karachi (sur) y Lahore (este), viajaban unos 1.000 pasajeros, entre ellos los componentes de una comitiva de boda, que habían reservado un vagón, y también muchos devotos que acudían a sus casas para celebrar el festival musulmán del sacrificio, el Eid.
La Policía, los equipos de socorro y varios centenares de voluntarios acudieron enseguida al lugar del accidente, pero su labor quedó entorpecida por la oscuridad, la niebla, el frío y la carencia de las herramientas necesarias para el rescate.
Muchos heridos fueron trasladados en ambulancia, motocarros, motos y hasta burros a varios hospitales de la zona que se declararon en emergencia para atender más rápidamente a las víctimas.
Además, con el paso de las horas, las autoridades ordenaron el despliegue del Ejército para ayudar en las tareas de rescate e instalaron una unidad de información y otra unidad médica móvil para dar atención a los heridos, así como refugio y comida a los afectados.
El primer ministro interino, Mohammedmian Soomro, se apresuró a expresar sus condolencias y ordenó la apertura de una investigación sobre el suceso.
El accidente es el más grave registrado en Pakistán desde el 13 de julio de 2005, cuando una colisión de tres trenes, también en la región de Sindh, causó la muerte de al menos 127 personas y heridas a otras 150.