La escritora e investigadora Elsa López fue entrevistada este miércoles en la Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma por Daniel María, coordinador de ciclo 'Entre palabras', que organiza la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias y que cuenta en La Palma con la colaboración de la Consejería de Cultura del Cabildo, cuya titular, María Victoria Hernández, estuvo presente en el acto. María confesó que el encuentro con Elsa suponía para él “una ilusión, un acto de amor, porque estoy absolutamente enamorada de ella”. Aseguró que la poetisa palmera “expone en sus poemas con una brutalidad desoladora lo que vivimos y sentimos”.
'El viento y la adelfas' (1973), el primer poemario de Elsa, fue el punto de partida de la conversación, en la que no solo se habló de la obra de la escritora palmera sino también de su familia, su activismo feminista, su militancia comunista o su defensa del suicido. A la pregunta de cómo se enfrentaba a 'El viento y las adelfas', un libro “sagrado” para Elsa, según María, la poetisa respondió: “A casi todo hay que responder con poemas; me supera siempre que lo leo; en ese libro está toda mi vida, es un biografía”.
Las mujeres han tenido en la existencia de Elsa López una importancia capital. “Defiendo el matriarcado; la mujer es un cuenco donde se recogen muchas tradiciones de nuestras vidas”, dijo. Citó a su abuela, a su madre y a sus tías, que le transmitieron la pasión por la lectura, y recordó los veranos en África leyendo las colecciones de Losada y Austral que encargaba su progenitora y que llegaban desde Argentina. “Desperté al sexo gracias a las novelas de amor que leía mi abuela”, confesó. “Fui una lectora empedernida desde muy pequeña y se lo debo a las mujeres de mi familia”. “Con mi madre me inicié en la lucha social y política”, subrayó.
El proceso creativo de Elsa López es “un instante, un momento, una sorpresa, una emoción, curiosidad, deslumbramiento? Y esto lo llevo al papel, no hay nada académico ni extraño; mi poesía no tiene ciencia”, afirmó.
El Tablado, en Garafía, su lugar en el mundo, inevitablemente también estuvo presente en la conversación. “Allí escucho el viento soplando en mis ventanas y el mar batiendo en La Fajana; allí he sentido miedo a que la persona que amaba me dejara sola”.
Daniel María se interesó por su producción narrativa, y Elsa fue clara: “A mí lo que me gusta es escribir poesía; la novela es un juego que me divierte porque vengo de una tradición oral”.
Las relaciones sociales, según reconoció, son fundamentales en su vida. “No puedo estar sin sentir que alguien me toque en la puerta, sin el calor humano; sin que me visiten mis vecinas de El Tablado o yo vaya a sus casas a buscar naranjas?”.
Sobre el suicidio, presente en su obra, manifestó. “Lo defiendo para poner fin al dolor, la posibilidad de elegir tu propia muerte es un acto de libertad”, resaltó.