El arte de policromar belenes con colores hebreos

Esther R. Medina / Esther R. Medina

Pinta sus piezas, muchas de ellas diminutas, con extrema delicadeza y pasión. Antonio García Pérez es experto en policromar figuras de belenes, una tarea artística que inició en 1999 y a la que se entrega dos o tres meses antes de la llegada de la Navidad. Estos días expone parte de sus creaciones en la sala de arte 'Hay un mundo por conocer?La Palma' de La Molina Artesanía, en la capital.

Antonio, a su regreso de Inglaterra, donde residió durante 20 años, realizó un curso en la capital de España, en el estudio de Victoria Hernández, sobre pan de oro y barnices, y comenzó a policromar las figuras que componen el belén. “Antes las compraba en La Palma, pero como han cerrado muchas tiendas, ahora las traigo de Madrid”, ha señalado a LA PALMA AHORA. “Desde pequeño siempre he estado en las iglesias y me ha gustado mucho contemplar las imágenes y sus colores”, confiesa. “Las figuras vienen de fábrica en color blanco o marrón; yo utilizo las de marmolina o las resina porque las escayola son muy flojas y se rompen enseguida”, explica.

Para policromar, Antonio, que también es acuarelista, utiliza “pintura acrílica, barniz de porcelana u otro que es muy bueno y que se usa para restaurar en las iglesias, el barniz 'winsor and newton”, detalla. Pero previamente, antes de pintar, debe recurrir a sustancias impermeabilizantes (gomas y tapaporos) para evitar que la figura absorba la figura.

Este artista es muy exigente con su trabajo. “Algunas figuras las he pintado hasta tres veces, porque cuando las termino, no me gusta el color”, reconoce. Antonio siente predilección por lo que él denomina “colores hebreos” que son “los verdes, rojos, marrones, púrpura, pero tratados todos con un poquito de negro para sacarle ese encendido que tienen; no me gustan los tonos chillones”, afirma.

En los belenes de este artista, junto a la Virgen, San José y el Niño, aparecen el buey, la mula, los pastores y hasta gallos. “Lo más complicado es pintar los ojos, porque muchas figuras son muy pequeñitas y hay que tener un cuidado tremendo; yo las pinto con un palillo, porque con los pinceles el color se puede ir, y el palillo solo lo utilizo una vez, puesto se ablanda la punta con el agua”, comenta. En policromar las cinco piezas principales del Misterio de la Navidad puede tardar “si me pongo a ello, tres o cuatro días”, dice. Las figuras las vende para la elaboración de belenes en las casas o para regalos. Esta tarea artística le da muchas satisfacciones. “Cuando termino de pintar una pieza, hasta me sorprendo de que lo haya hecho yo”, confiesa. A Antonio, que es el autor del belén de la Capilla de la Orden Tercera, entre otros, le han pedido que dé clases de policromía, pero no le entusiasma la idea porque “tienes que tener un local especial para eso y yo pinto en mi casa”.

La Navidad, para Antonio, es “una fiesta alegre y, a la vez, triste, porque se reúne toda la familia pero notas las ausencias de aquellos que ya no están con nosotros”. “En mi casa conservo un belén que era el que más le gustaba a mi madre y nunca me desprendí de él; aunque ya no está, se lo sigo poniendo en su habitación cada año”.

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