Feliz Navidad a ti, que brillas desde el cielo
En estas fechas tan bonitas, como son las navidades, y con todo lo que suponen las reuniones familiares, las celebraciones, los regalos y las emociones de muchos, es importante no olvidar. No olvidar a aquellos que ya no están presentes en vida, pero que nos alumbran con su luz desde el cielo.
Estamos ante unas celebraciones diferentes, unas navidades un tanto extrañas, por la ausencia responsable de muchos y de muchas a lo largo de todo el mundo, e incluso unas celebraciones que irónicamente, poco tienen para celebrar en muchas familias, debido a la pérdida, causada por este malicioso virus, de seres queridos.
Precisamente este escrito es para ellos, para ellas. Pues merecen ser recordados, y nunca olvidados. Y es que cada vez que miramos al cielo estrellado y vemos un destello de luz fuerte que nos penetra, sentimos que esa persona está con nosotros, dándonos un empujón a seguir adelante, a seguir luchando, con la capacidad de sin tan siquiera tocarnos, alentarnos y llenarnos de orgullo para hacer cualquier cosa por la que estemos esforzándonos, por él o ella, pues sabemos que es de esa manera que estará satisfecho o satisfecha, allá donde esté.
Piensa en cómo le gustaría a tu ser querido que estuvieras pasando el día hoy, estas navidades y trata de “complacerle”. Las personas a las que amamos nos desean el bien y quieren que seamos felices. Sufrir por el que no está es una conducta normal, pero seguro que no es lo que la persona fallecida hubiera elegido para ti. Querría que estuvieras viviendo una vida serena, aprovechando los momentos pequeños de la vida y que siguieras disfrutando de todo. Trata de complacer a quien ya no está siguiendo el estilo de vida que hubiera deseado esa persona para ti. Es una forma de estar en contacto y en paz con esa persona. De esta manera, y brindando con una mirada al cielo, por los que ya no están, los sentiremos con nosotros de alguna forma.
En Navidad recordamos más a quien el día de ayer estuvo a nuestro lado y que ya nunca más podrá estar, ni tan siquiera para darnos un abrazo o regalarnos una sonrisa. Nos resignamos, recordando los momentos vividos con ellos, las navidades pasadas a su lado o cualquier otro momento, otro recuerdo. Cerramos los ojos y por un solo instante quisiéramos volver hablar, tocar sus manos o abrazarlos, pero ya no están.
Y alzamos la mirada al cielo, con la esperanza de que quizás nos estén mirando desde lo alto, escuchando nuestro corazón, y al hacerlo, lágrimas se forman en nuestros ojos. Ojalá hubiese una escalera hasta el cielo para poder abrazarlos y decirles que les extrañamos, que nunca les olvidaremos y que nada ha sido igual desde su último aliento.
Por todo esto, porque nunca, pero nunca, les olvidaremos, en estas navidades, con la sonrisa puesta que esa persona nos regalaba, miramos al cielo y brindamos por ella o él. Ponemos todas nuestras fuerzas en ello, y siendo nuestra fuente mayor de fuerzas, nuestro orgullo, con un suspiro, deseamos que esté donde esté, nuestro angelito descanse en paz.
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