Juegos del hambre

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Por si fuera poco, ahora una guerra. Covid, crisis, volcán y guerra. ¿Que es en Ucrania y nos pilla lejos? Pues va a ser que no. Nos pilla muy de cerca. Los ucranianos morirán por las bombas pero aquí no se salva nadie. Ya ni veo las noticias. Es imposible saber quién miente, quién inventa, qué intereses están ocultos. Lo único claro son los muertos, los refugiados, el dolor, el miedo y la certidumbre de que se acaba el mundo tal cual lo conocíamos. 

Empiezan los Juegos del hambre. Ya no es solo un libro de ciencia ficción pasado al cine donde unos niños deben luchar para sobrevivir mientras son observados por la televisión nacional. Si nos dicen ahora que Europa se convertirá en un continente postapocalítico con un nuevo orden, con privilegiados extremos que trivializan la muerte mientras viven como reyes y, sin embargo, el resto de la población trabaja como esclavos en pobreza extrema, nos lo creemos. La distopía hecha realidad. 

En Rusia, lo tenían más claro. En 2012, cuando salió la película, quisieron montar un programa reality basado en los Juegos del hambre. Vamos, que para algunos, no era tan descabellado. Estábamos avisados: los recursos se acabarían, la población mundial sobrepasa lo que la Tierra puede soportar, el petróleo tiene fin, la avaricia humana no tiene límites y nuestra economía neoliberal es insostenible. Estábamos avisados y no hemos hecho nada. Salvo Putin, que lo vio venir, y preparó los tanques y su bolsillo. 

Así que los precios comenzaron a subir en 2021, empezando por la energía. Que si ahora no te dejo pasar el gaseoducto por aquí (Ucrania, Marruecos), que si Europa no fija precios máximos para la energía porque el libre mercado es prioritario, que si la energía sigue siendo privada y no un bien común... Y ahora empieza a subir la comida. En dos meses, el precio del pan será de lujo y el precio de la carne, para unos pocos. Nos lo hemos ganado. En muchos países de Europa dejamos de producir alimentos y bienes de primera necesidad para producir “conocimiento”, turismo o monocultivos que tenían que ser transportados a miles de kilómetros para ser consumidos. Eso de ser agricultor solo tenía caché en caso de los latifundios. Ser granjero era de pobres. Y en España, es sabido, que todos somos de clase media para arriba, hágame usted el favor... 

Así que los que controlen los países con agricultura, como Ucrania, que es la despensa de Europa, nos van a decir a cuánto podemos comprar los alimentos y después de esto, se encarecerá aún más por los transportes. Y mientras luchemos por mantener cubiertas nuestras necesidades básicas, dejaremos que nos restrinjan nuestros derechos también básicos: comer es lo primero. 

Todas las guerras son tan inútiles como crueles. Sirven para pasar el poder de unas manos a otras, para enriquecerse unos pocos, mientras por el camino, la población de ambos bandos pasará hambre. La diferencia con esta guerra de Ucrania, es que es una guerra por la dominación de los recursos. Recursos que ya escasean. Los optimistas piensan que la guerra se quedará en Ucrania, pero los rusos se acercan ya a la frontera con Polonia. 

¿Podría ser la tercera guerra mundial? Es posible. Si la guerra es nuclear, en lugar de Juegos del hambre tendremos a MadMax y ya no hará falta pelear por los recursos (sí, he dicho pelear y no compartir). La cosa está en una distopía para una muerte lenta o rápida. ¿Tiene solución? Puede que parcial. Si a Rusia se le corta el suministro económico frenará su avance. Pero si como segundo paso, no optamos seria y urgentemente por unas prioridades comunes que garanticen nuestra supervivencia (energías renovables y economía sostenible), la prioridad real del bien común sobre los bienes individuales a nivel global, es solo cuestión de tiempo... Nuestro problema en tiempos de paz es cómo y si es justo el reparto de recursos. Ya lo decía Thomas Mann (Premio Nobel): “La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”. 

Por el momento, vamos a mantener la llama de la esperanza....plantemos las huertas y recordemos que en las pelis suelen ganar los buenos, aunque se queden con estrés postraumático. Sinceramente espero no tener razón.

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