Muertos y enterrados

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Quizás los muy cinéfilos piensen que estas líneas que leerán a continuación tienen algo que ver con la famosa película de culto de principios de los años 80 que lleva por título el mismo que este artículo. Pero no, esto no es una historia ficticia ni de cine, es una historia real. Demasiado real para mi gusto.

Dudé varias veces si escribir estas líneas porque no creo que los conflictos ni las denuncias públicas sirvan para nada en la vida. Siempre es mejor, en mi opinión, tratar de buscar soluciones basadas en el sentido común, la escucha, la conversación constructiva...

Pero a veces, cuando se toman decisiones difíciles de entender para casi nadie, pues no queda otra alternativa que decirlo en voz alta con la máxima claridad posible. Con buena intención, eso siempre.

Todos los habitantes de La Palma saben que el volcán de 2021 sepultó muchos hogares. Pero todos, o casi todos, también recuerdan que sepultó los hogares de muchos que hace tiempo ya se habían ido.

El cementerio de Las Manchas fue prácticamente sepultado en su totalidad. Algunas familias tuvieron la suerte de que sus seres queridos quedaron exentos, pero fueron pocas. Casi todos nuestros familiares y amigos quedaron enterrados bajo la lava.

Y ahora, tras más de dos años sin poder visitarles, sin poder estar junto a sus restos, con vallas que no permiten -lógicamente- por motivos de seguridad ni acercarse a donde un día estuvieran nuestros padres, abuelos, hijos, hermanos... el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane ha creído conveniente volver a cobrar por nuestro cementerio.

Me lo dijo primero una persona. Pero no le hice mucho caso. Poco después una segunda persona me lo repitió. Y este lunes, en el mismo cementerio, me lo confirmó una tercera persona que, de hecho, ya había pagado.

Desconozco si estas personas pueden visitar a sus seres queridos o si son como tantos y tantos otros que como yo tenemos que conformarnos con el recuerdo de imaginarlos bajo ese manto negro y triste del volcán.

Yo, sinceramente, no entiendo esto.

¿Dónde está el sentido común? ¿Dónde quedó perdida nuestra empatía? ¿Nuestros políticos no escuchan los sentimientos de la gente? ¿Nos hemos convertido en seres inanimados sin sentimientos ni emociones?

Yo sé que las instituciones deben recaudar para poder afrontar nuestras demandas y necesidades. Pero creo que las instituciones deben ser más empáticas, deben escuchar más a la gente y deben actuar en consecuencia. Al fin y al cabo, las instituciones son de todos nosotros, de la gente.

¿Está bien volver a recaudar con el Cementerio de Los Ángeles? ¿De verdad está bien?

No seguiré escribiendo ni una palabra más sobre este asunto. Pero espero que los responsables de esta decisión tan difícil de entender recapaciten y, en lugar de cobrar impuestos de un lugar que quedó sumergido bajo la lava, se centren en trabajar para que volvamos a tener un cementerio digno. Después se pagará como corresponde, como todos hemos hecho siempre.

Y mientras, nosotros nos seguiremos haciendo a la idea de que dejaremos para siempre a nuestros seres queridos allí, bajo la lava, muertos y enterrados.

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