¿Y si sale bien?
¿Cuántas cosas has dejado de intentar por miedo a fracasar en el intento?, ¿cuántas veces el silencio y el vacío se convirtieron en lo único que conseguiste de ese pensamiento que tanto te llenaba de ilusión?, y ¿cuántas veces lo dejaste pasar, sin ni si quiera intentarlo…?
Es probable que todos, alguna vez en nuestras vidas, hayamos sentido miedo a que las cosas no salgan como las deseamos, a que salgan mal. Y esto que nos atemoriza, nos deja en el cuerpo una horrible sensación, que en muchos casos nos frena, nos lleva a no ir tras lo que buscamos, lo que anhelamos, y finalmente a quedarnos con la duda del qué hubiera pasado si al menos, lo hubiésemos intentado.
Este tipo de sensación puede pasarnos en múltiples situaciones de nuestras vidas, desde querer conocer a una persona que nos gusta, pero que creemos inalcanzable, o a la que, por vergüenza, no nos acercarnos; no realizar una carrera de 50 kilómetros por miedo a no llegar a la meta; o no intentar pasar unas pruebas por creer que existen muchas personas mejores que tú en ello, entre otros muchos casos. El miedo aparece sin avisar, y si tú lo permites, ahí se quedará.
Nos preocupamos y nos atemorizamos de cosas que solo están en nuestra imaginación, cosas que tan solo hemos estimado y lo hemos hecho de una forma pesimista. Pero si al menos lo intentáramos, aún fallando, la sensación que se nos va a quedar es totalmente diferente, pues tendremos la conciencia tranquila de que tratamos de conseguirlo, pero no salió como queríamos.
Y es que ya el grupo de música británico Coldplay nos lo dice en una de sus populares canciones (Fix You), con un verso que nos dice así: “But if you never try, you'll never know”, lo cual viene a significar “pero si nunca lo intentas, nunca lo sabrás”. Y precisamente de esto tratamos en la presente reflexión, en cómo conseguir dejar a un lado ese miedo, esas dudas, esa vergüenza, todo aquello que no nos deja avanzar, que nos frena y que nos hace perder muchísimas oportunidades que podrían ser maravillosas.
Y no, no es fácil controlar este tipo de sensaciones, pues muchas veces salen de manera inconsciente y son difíciles de gestionar. Pero si logramos dejar poco a poco todo esto atrás, y empezamos a atrevernos, a arriesgarnos y a no quedarse con las ganas, quizás muchos grandes momentos, muchas personas, grandes logros y un sinfín de buenas cosas, vendrán a nuestras vidas.
Porque sí, podremos equivocarnos mil veces, pero es que solo aquellos que se atreven y están dispuestos a fallar en gran medida, podrán lograr mucho en sus vidas, pues al final, como decía Robert F. Kennedy “la vida es una constante y desafiante aventura o, sin embargo, nada en absoluto”.
Y es que, indudablemente, este tipo de momentos en los que no sabemos si lanzarnos y atrevernos o no, pueden cambiarnos la vida, pues nunca sabes si el amor de tu vida está en ese cruce de miradas que ha surgido entre la gente, si el éxito de tu vida empieza en esa idea emprendedora o si al decidirte y hacer las pruebas de aquello que sueñas, tendrás más éxito del que esperas, entre otras situaciones. La vida nos puede cambiar de un momento a otro con una simple decisión de acción.
Definitivamente, debemos decir que uno de los mayores riesgos en esta vida es precisamente el de no tomar ningún riesgo, pues fallamos más a menudo por timidez o por miedo, que por un exceso de atrevimiento.
Cuando las personas tomamos riesgos, debemos saber que habrá momentos en los que tendremos éxito y habrá momentos en los que no, pero ambos son igual de importantes, porque sí, puede salir todo mal y no conseguirlo, de lo cual aprenderemos, pero ¿y si sale bien?
Christian Pérez Martín
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