Las cabañuelas en crisis

Nubes de algodón: amagan, pero no mojan. Foto: P.L. Pérez de Paz

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Estamos desconcertados

nadie se atreve a decir

cómo será el porvenir

en estos tiempos virados.

Los signos están cambiados,

no llueve como llovía,

la cumbre ya no se enfría,

la mar está más caliente,

el anticiclón potente,

sin borrascas como había.

Jócamo, 2.X.2024

NOTA: En general la cultura rural está en crisis, porque en buena medida se la ha tragado la urbana. Incluso buena parte de la gente que habita en el campo, vive de espaldas al mismo e ignora las prácticas agrícolas y ganaderas de antaño. Y no sólo eso, sino que se han olvidado infinidad de conocimientos útiles relacionados con la observación de la naturaleza.

En relación con el tiempo meteorológico estaban muy acreditadas las cabañuelas y por consiguiente las personas que sabían leerlas o interpretarlas.

Las cabañuelas consisten en un método tradicional campesino consistente en la observación de ciertos signos atmosféricos durante la primera quincena de los meses de enero y agosto, en función de los cuales se predecía el tiempo para los meses siguientes, con una elevada probabilidad de éxito.

En todas las comarcas existían especialistas o personas documentadas en la materia.

En los últimos tiempos el papel de estos sabios observadores locales, con experiencia acumulada, heredada de varias generaciones, está a la baja. No por demérito de sus conocimientos, sino porque las “ciencias adelantan que es una barbaridad” y las predicciones o proyecciones meteorológicas fundamentadas en datos globales aportados por satélites y complicados algoritmos atmosféricos, obviamente los han superado.

También, porque el cambio climático global ha alterado los signos a escala local y las señales que antes eran válidas ahora ya no lo son tanto. Por ambos motivos, pienso que las cabañuelas están en crisis o, si se prefiere, superadas por los acontecimientos científicos y naturales.

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