Verdolaga
De pequeño descubrí
que al pájaro le gustaba,
al ver que picoteaba
la planta con frenesí.
Tempranamente aprendí
el lugar donde crecía,
pero lo que no sabía
y nunca logré entender
porqué el pájaro al comer
me miraba y se reía.
Jócamo, 17.VIII.2024
NOTA: Mucho antes de saber que las plantas tenían nombre en latín, mi padre me enseñó que la “verdolaga” (Portulaca oleracea) le gustaba a los pájaros. También me dijo los sitios preferentes donde crecía, es decir, su hábitat: intersticios entre adoquines urbanos, calzadas empedradas y veredas arcillosas, no excesivamente secas.
Igualmente aprendí a enjaretar entre las cañas de la jaula las ramitas de verdolaga, que el pájaro picoteaba con fruición, saltando nervioso en los trampolines, a la par que me observaba desconfiado y de cuando en cuando se paraba y cantaba alegre, o eso me parecía a mí. Mi padre decía que eran “risas de contento” y yo feliz me lo creía, aunque nunca me explicó porqué eran risas y no llanto por sentirse prisionero en la jaula.
Ahora sé que la verdolaga la bautizó para la ciencia Linneo, en 1753, y que su gran polimorfismo obedece a variaciones micromorfológicas, que se reflejan en las células de la cubierta seminal (episperma) y derivan en taxones afines, propuestos como especies diferentes difíciles de separar y reconocer incluso para los botánicos.
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