Operación Lazcano: sigan el rastro del dinero

Carlos Alonso consuela a su compeñero José Manuel Bermúdez el día que perdió la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife.

Carlos Sosa

Las Palmas de Gran Canaria —

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El discurso que José Manuel Bermúdez llevó al pleno de constitución del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en julio pasado era el de un alcalde que iba a tomar posesión. Él y los suyos estaban seguros de que todo saldría bien, de que sus maniobras para torcer el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos iban a tener éxito. Por eso en su entorno reaccionaron tan furibundamente cuando vieron que fallaban las previsiones y Patricia Hernández, del PSOE, se hacía con la alcaldía. Mientras Bermúdez rectificaba sobre la marcha su discurso hacia uno que se pareciera al de un líder de la oposición, los voceros de Coalición Canaria y los de Ciudadanos que estaban en la misma operación vociferaban contra lo que llamaron “tamayazo” y “transfuguismo”. Justo desde ese instante comenzaron los movimientos para tumbar ese pacto, y ni siquiera la actual crisis sanitaria, social y económica les ha hecho desistir.

Lo primero que hicieron en Coalición Canaria fue fijarse en la número tres de la lista de Ciudadanos, la exconcejala Evelyn Alonso, a la que conocían muy bien del mandato anterior por haber estado compartiendo vivencias esos últimos cuatro años. Sabían de sus debilidades y de sus carencias y de lo relativamente fácil que sería atraérsela. Había que esperar, sin embargo, a ver cómo evolucionaba la crisis interna abierta en el partido tras la expulsión de los concejales y el proceso de renovación de la cúpula tras la dimisión de Albert Rivera. Luego había que estudiar de cerca al más flojo de los dos concejales de Santa Cruz, al más vulnerable a las críticas públicas, el destinatario de una de las acusaciones más graves de tamayazo urbanístico de cuantas se formularon desde el principio de mandato. Y apretarlo para que dimitiera y entrara la siguiente en la lista.

Enseguida supo CC que Juan Ramón Lazcano era un político sin mucho recorrido, débil de espíritu y de convicciones, víctima de la precariedad económica en la que como arquitecto entró desde la crisis de 2008.

José Manuel Bermúdez sabía desde la tarde del jueves que Juan Ramón Lazcano dimitiría como concejal de Santa Cruz de Tenerife horas después ante la subdelegación del Gobierno en Santander, ciudad en la que le sorprendió el confinamiento y desde la que no respondía desde hace semanas a ninguna de las llamadas, salvo las de Coalición Canaria, en ninguno de los dos teléfonos móviles a su disposición. Este mismo viernes a primera hora Bermúdez ya les hacía saber a los suyos que los acontecimientos iban a precipitarse.

¿Cómo sabía Bermúdez que Lazcano iba a dimitir antes incluso de que lo supiera la alcaldesa?

Quien ha estado detrás de la operación Lazcano desde el principio ha sido Fernando Clavijo, que se comprometió ante el exalcalde Bermúdez a reponerlo en el puesto, especialmente después de quedarse compuesto, sin cargo y sin sueldo y se vieran frustradas sus aspiraciones de ocupar la plaza de senador por la Comunidad Autónoma que, en el último momento, le fue arrebatada para investir al expresidente de Canarias del aforamiento necesario ante el Tribunal Supremo para defenderse del caso Grúas. Una pirueta forzada paradójicamente por Ciudadanos, que exigió en el Congreso de lo Diputados que desaparecieran los aforamiento en el nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias. Quién lo iba a decir.

Bermúdez había perdido la alcaldía por una mala gestión de los pactos regionales por parte de su partido, que antepuso la presidencia de la comunidad antes de cualquier otra institución y acabó perdiéndolas todas. Como le ocurrió a Carlos Alonso, que enseguida sufrió una moción de censura en el Cabildo de Tenerife que lo relegó a un inesperado puesto de líder de la oposición al que nadie parece estar aún habituado en Coalición Canaria.

De este modo, Bermúdez y Alonso amenazaron con convertirse en los principales opositores a la candidatura de Fernando Clavijo a la presidencia de Coalición Canaria en su próximo congreso, inicialmente previsto para mayo pero aplazado sine die a la espera de que los compromisarios puedan sorroballarse como es costumbre en este tipo de cumbres partidarias. Su fuerza, unida a los críticos de Fuerteventura, Lanzarote, El Hierro y La Palma podían hacer tambalear la candidatura de Fernando Clavijo y colocar a este y a su mentora, Ana Oramas, en una posición comprometida dentro de la organización.

Pero si la operación Lazcano sale como ha diseñado el expresidente del Gobierno, la capital tinerfeña puede convertirse para Coalición Canaria / ATI no solo en la plataforma para recuperar su fuerza, y subsidiariamente, el poder perdido desde el pasado verano en las islas, sino también para frustrar un giro ideológico hacia posiciones más proclives que acercarían a CC a una reunificación nacionalista con Nueva Canarias. O dicho de otra manera, la dimisión de Lazcano no solo propina una interesante sacudida al pacto progresista en la isla de Tenerife, sino que también tendrá repercusiones en Nueva Canarias, que comparte gobierno regional con el PSOE, Unidas Podemos y la Agrupación Socialista Gomera en momentos de mucha convulsión e incierto desenlace.

Pero para alcanzar este pacto no se han hecho solo gestiones políticas. Es posible incluso que esas hayan sido mínimas, en realidad. Tanto a Evelyn Alonso como a Juan Ramón Lazcano había que garantizarles la supervivencia económica. En el primer caso, incluso por encima de las ofertas que lleva recibiendo desde hace muchas semanas por parte de la alcaldesa y de la concejala Matilde Zambudio. A Alonso se le ofreció un puesto de personal eventual que mejorara sus actuales condiciones como asesora de Ciudadanos en el Parlamento de Canarias, y ante la eventualidad de la dimisión de Lazcano, la concejalía de Urbanismo o la que ella eligiera. No ha contestado.

De la dimisión de Lazcano hace tiempo que se venía especulando en el Ayuntamiento, donde todo el mundo sabe que necesita del suculento salario municipal para su supervivencia. Por lo tanto, o ha encontrado un empleo bien remunerado, a la altura de los ingresos de concejal de Urbanismo, o alguien se ha comprometido a garantizárselo de alguna manera.

Como ocurriera en las primarias de 2015 que catapultaron a Fernando Clavijo a la candidatura a la presidencia regional, también en esta ocasión ese sector de Coalición Canaria ha recurrido a acaudalados empresarios de ambas provincias canarias, todos ellos convencidos de que lo más seguro para sus intereses es la quietud que proporciona ese partido nacionalista. O, dicho de otro modo, cualquier partido conservador que no tenga ideas extravagantes con los impuestos o ingresos mínimos vitales para personas vulnerables. Porque Fernando Clavijo, además de garantizar un ataque al pacto de las flores desde la primera escaramuza que supone la toma de Santa Cruz, consigue con esta operación ganar el congreso de CC y frenar las ansias progresistas que laten en su organización provenientes de Fuerteventura, Lanzarote, El Hierro y La Palma.

Bastará con verificar quién se va a beneficiar con esa reconquista para saber quién ha financiado la operación Lazcano.

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