Día Internacional de la Hamburguesa, una burbuja que amenaza con explotar

Hamburguesa Dalsy.

Javier Suárez

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El 28 de mayo está considerado como el Día Internacional de la Hamburguesa y más que dedicarme a recomendarles cualquiera de las que puebla el panorama canario, tengo la necesidad de hacer una pequeña reflexión al aire sobre el momento en que vive este sector. 

Hay concursos por doquier destinados a que cada local tenga su pegatina conmemorativa como “mejor hamburguesa de” y que a este paso terminarán siendo la mejor hamburguesa de la carta y se sacarán un premio para sí mismos, alguno que tiene locales en Tenerife y después dio el salto a Gran Canaria creo que terminará haciéndolo porque no gana ni compitiendo solo.

Eventos de foodtrucks donde se elige la mejor hamburguesa de todos ellos e incluso la aparición de un Campeonato de Hamburguesas en GastroCanarias donde todos competían con las mismas carnes, ejemplos de como esta fiebre por la hamburguesa se ha expandido miremos donde miremos.

Si hablamos de los precios ya casi no existen propuestas que no tengan dos dígitos en la cuenta. Aeste paso la más honesta será la de esa gran franquicia en la que todos pensamos porque ellos al menos disponen de burgers a precios muy populares, porque comer una hamburguesa con refresco y guarnición por menos de 15€-20€ se ha convertido en una Misión Imposible digna de Tom Cruise.

El problema es que ya todo el mundo quiere coger la carne más cara para hacer su hamburguesa, por no hablar de los que entre cada una de las rebanadas del pan crean un auténtico plato combinado pero en vertical. Ya no es que haya que comerlo con cuchillo y tenedor, cosa que para mí ya es un sacrilegio en una hamburguesa, sino que encontrar la carne o identificar su sabor se convierte en un juego parecido a dónde está Wally.

Es cierto que cada vez son más los locales que intentan especializarse en las carnes que quieren para sus hamburguesas, algunos incluso lo hacen de maravilla, pero hay mucha mentira en cada esquina. Cuando uno lee eso de “hamburguesa de cochino negro”, me gustaría saber que porcentaje del animal tienen, porque ya les aseguro yo que no hay tanto cochino como burgers que se venden así. Al igual sería con los distintos cortes y maduraciones de animales con mucho cartel y hasta burgers de carnes japonesas como reclamo principal de cara a poder insuflar un alto precio a la hamburguesa en cuestión.

En los sabores es donde muchas de las hamburguesas tiran para atrás nada más leer sus ingredientes. Ha desaparecido el pan para que todo sea brioche, algunas incluso se transforman en donuts con glaseados imposibles por encima. Otras bañan ya no solo el interior con la salsa de moda elaborada en casa, sino que a base de biberón mojan todo el pan por el exterior con la única intención de que el comensal se pringue nada más tocarla. La última guarrada porque no se le puede llamar de otra manera, es una hamburguesa a la que se le inyecta una salsa que simula el sabor del jarabe infantil Dalsy, y sí, se elabora en Sevilla pero ni siendo la última hamburguesa del mundo me meto eso en la boca. No dudo en que alguien le dedicará su versión en Canarias más pronto que tarde, porque en eso también nos hemos especializado aquí, en copiar lo malo.

Yo echo de menos la hamburguesa de antes, la tradicional que tenía pocos ingredientes, todos reconocibles y que entre sí hacía que cuando te la comieras el cuerpo se quedara satisfecho y como mucho, te pedía otra. La hamburguesa perfecta es esa que tiene un buen pan, una buena carne y unos acompañantes humildes que ayuden a realzar las virtudes de su materia prima, en mi caso con un buen queso, pepinillo encurtido, kétchup y mostaza, voy más que servido, no necesito más, y cada día me cuesta más encontrar esta hamburguesa, no les voy a mentir.

Como resumen me limitaría a pedirles a todos estos jóvenes empresarios que se juegan su dinero y construyen su sueño alrededor de elaborar hamburguesas que paren un poco, miren ese niño que eran cuando se enamoraron de comer hamburguesas y a partir de ahí dedíquense a ejecutar eso que en la cocina funciona muy bien; “menos es más”. Y no olviden el público al que se dirigen, joven y familiar, con una economía muy castigada y a los que pagar lo que se empieza a ver en las cartas hace que esta burbuja de crecimiento pueda reventar antes de poderse consolidar. Ahí vienen pisando con fuerza los Kebab a precios más competitivos y sin tanta parafernalia.

No voy a terminar este artículo sin lanzar un alegato en favor de locales que hagan buenos bocadillos, sin ir más lejos hace unos pocos días pude probar el mejor sandwich mixto, o requetemixto que lo llaman allí, y que por méritos propios pasa a ser el mejor que jamás me haya comido en Canarias. Se elabora en Sabela (Santa Cruz de Tenerife)  y quien lo prueba ya está contando los días para volver a degustarlo. Su secreto es sencillo, un buen pan, mantequilla, jamón, queso y mucho cariño, para todo lo demás, acudan y el equipo de Cris Hernández se lo demostrará. 

Yo pagaría por ir a un sitio que me hicieran un buen pepito de ternera como los de antes o un sándwich club en condiciones, pero donde no me verán es en esos sitios “creativos” donde hacen “sándwiches” con los mismos errores que en muchas hamburgueserías de moda, no todo vale por la foto. Sobre la proliferación de “influencers” de dudosa reputación y que se venden a contar que cualquier cosa es buena con tal de que les inviten, es un melón al que estoy pensando dedicarle un espacio en el futuro. 

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