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Anaga, con reservas

Parque Rural de Anaga

Tachi Izquierdo

Santa Cruz de Tenerife —

Anaga, uno de los principales valores naturales de Tenerife, ha sumado a su denominación como Parque Rural, el de Reserva de la Biosfera, otorgado recientemente por el Consejo de Coordinación Internacional del Programa MaB de la Unesco, celebrado en París.

Cargos públicos e instituciones coinciden en resaltar esta nueva figura de protección para la zona, que consideran como una nueva herramienta complementaria que aportará desarrollo y economía para un espacio que comparten los municipios de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Tegueste.

Sin embargo, y aunque el eje central de todo este proceso no haya sido la crítica o el rechazo al mismo, sí que hay en este lugar bastante inquietud respecto a las posibles restricciones que puedan venir aparejadas a la declaración de todo este espacio natural como Reserva de la Biosfera. En esta parte del territorio insular, desde que se implantó el otro instrumento de protección que convivirá con el otorgado por la Unesco, como es el Parque Rural de Anaga, una parte de sus habitantes no han ocultado cierto malestar por el carácter restrictivo de sus decisiones y ahora expresan sus dudas y recelos con relación a los beneficios reales que les ha representado estar bajo su paraguas.

Esta inquietud se desarrolla más en el ámbito del parque que pertenece a la capital tinerfeña, donde quizá el diálogo y el consenso no fraguó como en la zona que abarca La Laguna, donde sus responsables públicos aseguran que fruto de los contactos establecidos con los vecinos, “se alcanzó un mayor grado de comprensión y compromiso”.

El exdirector del Parque Rural de Anaga, Cristóbal Rodríguez, ha destacado que la designación del Macizo como Reserva de la Biosfera es el resultado de un trabajo en equipo, en el que sitúa a los técnicos y a los responsables políticos de los tres municipios y el Cabildo tinerfeño, así como a sus habitantes que “son los verdaderos artífices de la conservación de la zona a lo largo de los años y los impulsores de esta declaración”.

El también jefe del Servicio de Gestión Territorial y Ambiental del Cabildo señaló que esta nueva declaración “es un valor añadido”, pues puso el acento en que no va a representar un instrumento de restricción, pues dijo que la Unesco “lo otorga a aquellos territorios que son un ejemplo de desarrollo sostenible y de conservación de recursos”.

Aunque reconoció que se ha suscitado cierta inquietud por las interpretaciones que se han podido realizar con respecto a su posible incidencia en el margen de uso del territorio, Rodríguez indicó que “esta figura no conlleva ninguna prohibición, salvo las medidas que debe adoptar cada país desde su legislación para promover la conservación de cada espacio y su ecosistema, así como su desarrollo armonioso”.

Además, señaló que esta denominación es totalmente complementaria con la de Parque Rural, de la que se valía hasta la fecha, pues añadió que, incluso, “para que un territorio acceda a esta distinción de la Unesco, es necesario que previamente los estados los hayan dotado de instrumentos de protección y seguimiento para su protección”.

En el caso de Anaga, además de dicho parque, se cuenta además con tres reservas integrales y dos Zonas de Especial Conservación marinas, otros elementos que han sido esenciales para esta denominación.

Para quien ha sido baluarte de uno de los instrumentos de conservación de la zona, como es el Parque Rural, Anaga cuenta entre sus valores naturales imprescindibles y más destacados, que por constituir la zona más antigua de Tenerife, “es una isla dentro de otra, que además de aportar información valiosa desde la vertiente geológica de cómo se formó nuestro territorio, también por ese carácter aislado, ha sabido conservar muchas especies que conforman un ecosistema muy importante, con una biodiversidad única y con un número de especies con una relevancia muy importante”.

Además, señaló que también tiene un valor singular desde el punto de vista cultural, pues explicó que desde que este territorio fue poblado por los aborígenes y los europeos con posterioridad, se ha mantenido su idiosincrasia, conservando por su carácter disperso la realidad de cada uno de sus valles y caseríos, con sus tradiciones y formas de vida, algo que también ha incidido en la declaración de la Unesco, una forma de vida que, indicó, “se puede exportar como ejemplo a otras zonas del planeta”.

Cristóbal Rodríguez, sin embargo, reconoció que ese aislamiento y la falta de medidas que impulsen algunos elementos de la economía en el lugar, causan cierto desasosiego en sus habitantes, aunque explicó que esta es una realidad común en el ámbito rural, y que, “a pesar de que se están haciendo todos los esfuerzos para poner en marcha modelos de desarrollo para sostener la población, no es tarea fácil, pero estamos implicados en ello y esta declaración será un acicate para lograr nuevos recursos”.

Al respecto, remarcó que Anaga tiene muchas posibilidades en el campo de la agricultura y mostró su voluntad de seguir apostando y revalorizando las especies propias de la zona, “para que lleguen al mercado y repercutan en su economía”, aunque también mostró su deseo de que el turismo se diversifique y visite sus lugares singulares.

Además, cree que una asignatura pendiente es el turismo local, para sacar partido a todas las propuestas que ofrece este territorio, que es, dijo, “un recurso de primer orden que puede repercutir en un mayor consumo de productos del lugar”, por lo que indicó que las instituciones están inmersas en proyectos de potenciación, aunque de momento se produce una desconexión entre el productor y quien puede ponerlo en el mercado o transformarlo.

Sin embargo, para quien ha tenido un contacto directo con el territorio y la gente de Anaga a través de la figura del Parque Rural que dirigió, “la declaración como Reserva de la Biosfera es un reto y el principio de una etapa que espero sea fructífera para un territorio que se lo merece”.

Esta nueva declaración cuenta, no obstante, con voces críticas, con ideas que desde la distancia inciden más en las desventajas de la lejanía actual y la ausencia de recursos, que en los posibles beneficios que la Unesco les acaba de otorgar.

Muchos habitantes de Anaga ni siquiera se sienten protagonistas de la declaración y arrastran su descontento desde que la zona fue considerada como Parque Rural, pues creen que ellos son quienes se han encargado de mantener el territorio tal y como está, pero lamentan que las instituciones se hayan olvidado de algo esencial: “Las personas”.

Luján González Izquierdo es el presidente del colectivo vecinal La Voz del Valle, de Taganana, y representa a una parte de ese sector más crítico con este nuevo instrumento de conservación, explica que cuando en el lugar se habla de este elemento, “se hace con desconfianza”.

Señala que aunque la población sabe bien lo que supone proteger al territorio y defender un sello único como el de Anaga, “la inquietud y el miedo vienen a raíz de que no se respete nuestra forma de vida o a que se nos sigan poniendo piedras en el camino para dificultarnos aún más nuestro desarrollo, dentro del retroceso acentuado que padecemos desde hace años”.

Con el deseo de que se pueda equivocar, González Izquierdo dijo que ponía “en duda que la declaración como Reserva de la Biosfera represente riqueza”, pues remarcó su esperanza es que “sirva de verdad para que la administración ponga su mirada en la zona, para que nos saque del ostracismo en el que estamos y que cambie esa imagen actual de lugar oscuro y tenebroso en el que se ha convertido Anaga, en cuanto a su paisanaje”, precisó.

El dirigente vecinal resaltó que los habitantes de la zona no conciben a este territorio sin las especies que lo pueblan, pues esta tierra “requiere preservar su diversidad y su forma de vida también”. Al respeto, indicó que “suena ridículo tener que ir hasta Santa Cruz a pedir un permiso para levantar un muro de 200 años que se cayó y cuyo coste no se cubrirá con años de actividad agrícola, mientras que en otras zonas, como en San Andrés, permiten que se arrasen sus zonas de cultivo”. Luján González Izquierdo señaló que, “por ello, lo miramos todo con desconcierto”.

Además, calificó la relación de Anaga con el ente que representa su Parque Rural de “rara”, pues remarcó que “nosotros es que de la administración no nos fiamos”. En este sentido, comentó que “dicen que han contado con el pueblo para este nueva declaración”, pero matizó que “acudir a una reunión no significa un sí o un no. Hay que buscar el consenso e ilusionar a la gente con las cosas que pongan en funcionamiento para su tierra y abordar lo que se ha perdido”.

El presidente de La Voz del Valle explicó que uno de los principales problemas de la zona es la pérdida de población, “con la que se va en cuestión de años nuestra idiosincrasia”, un temor que sustenta en el cierre sistemático de centros educativos de la zona.

“Peor que en una reserva india”

Por ello, este dirigente vecinal considera que en Anaga, “hablando de reservas, estamos peor que en una reserva india, porque ellos tienen más capacidad de decisión, porque es su tierra, aunque les dieran la peor, pero les pertenecía. Nosotros nos sentimos como esos indios a los que les quitan las plumas poco a poco, y que cuando le quiten la última ya no se sabe lo que son”.

Según González Izquierdo, “vamos a tener menos categoría que una reserva india, pues ellos tiene sus propias leyes y nosotros estamos sometidos a una administración de un pueblo lejano”, un análisis que realiza dentro de un marco en el que, dijo, “ha faltado mucha sensibilidad”.

Sin embargo, indicó que es consciente de todo lo que implica la declaración de Reserva de la Biosfera y todo lo que abarca y la compone, aunque resaltó que en este lugar “lo que queda son ganas de trabajar y mucha ilusión. Anaga no está en los confines del mundo, pues estamos dentro de la isla, pero hay que cambiar a los que tienen ganas de dividirnos, por los que quieren trabajar con todos al margen de ideas políticas y defender nuestra tierra. Si nos comportáramos como una tribu unida, difícilmente podrían con nosotros”, concluyó.

Ese mismo espíritu crítico lo podemos encontrar en otras organizaciones de la zona, que anteponen a la reciente declaración la carencia de servicios esenciales como un centro de salud debidamente dotado y abierto toda la semana, una ambulancia permanente, una adecuada canalización del alcantarillado del que se carece en la actualidad, un trasporte público con frecuencia o instrumentos al alcance del reto de la población como internet o una señal de televisión estable.

Por su parte, el presidente de la Plataforma Canaria en Defensa de los Intereses de los Afectados por la Ley Costas (Pcalc), José Luis Langa González, aseguró que espera que esta declaración “sea beneficiosa para su población, para todas esas personas que están aún amenazadas por la Ley de Costas”.

Langa González aseguró que las poblaciones de Igueste de San Andrés, Tachero, Almáciga y Roque de las Bodegas, afectadas por esta ley, deberán tener, a partir de ahora, un reconocimiento distinto y quedar fuera de la aplicación retroactiva de esta norma, “toda vez que la Unesco ha reconocido la antigüedad de este enclave y, por ende, de los poblados que hay en el mismo”.

Para el presidente de la Pcalc es el momento de enfrentar, de nuevo, las consecuencias que la aplicación retroactiva de la Ley de Costas en Tenerife, en particular, y en Canarias, en general, “un problema que afecta a más de 150.000 personas y que de no tomar las medidas necesarias podría dejar a muchos ciudadanos sin sus casas y sus negocios”.

Por ello, indicó que una vez constituidas las nuevas instituciones públicas, propondrá la creación de un frente común ante la Administración del Estado, “pues esta es una de las primeras cuestiones que se deben afrontar, dado que tenemos en jaque a miles de personas, de ellas, cientos en Anaga”.

Por su parte, la Federación de Asociaciones del Litoral Anaguense (FALA) prefiere tener una lectura inicial en “positivo”, aunque no oculta la expectativa ante una mayor carga burocrática para los habitantes de las zonas más protegidas a la hora de realizar cualquier tipo de actuación.

En este sentido, su presidente, Luis Febles, señaló que “como Parque Rural la gente ha padecido muchas restricciones y ahora se abre una nueva etapa que esperamos que repercuta en más ingresos para solventar las carencias de la zona”.

Febles indicó que “ahora habrá que ser cautos y debemos estar pendientes a lo que representa esta nueva figura de protección”, en el sentido de que sea una herramienta para potenciar el turismo o las comunicaciones, “para que no se tiren a la basura las propuestas que han aportado las organizaciones”.

El presidente de la FALA indicó que “ahora se trata de recuperar nuestro territorio, del que cada vez se van más habitantes por la falta de expectativa, y de que las acciones no se realicen en el sentido contrario de lo que demanda la gente”, pues señaló que “es un reconocimiento cuyo mérito se debe a la lucha de los vecinos, a pesar de las penurias que han padecido, a pesar de que aún quedan muchas cosas por terminar”.

49.000 hectáreas de equilibrio medioambiental

El espacio que ocupa la declaración de la Reserva de la Biosfera abarca más de 49.000 hectáreas de superficie, de las cuales, 33.000 pertenecen al medio marino. Este territorio está ubicado en el extremo nororiental de Tenerife, ubicado dentro de los municipios de Santa Cruz, La Laguna y Tegueste, además de la franja marina hasta los 1.000 metros de profundidad que les rodea.

Esta declaración, como las otras otorgadas a espacios similares, persigue su desarrollo desde una vertiente en la que las actividades humanas tradicionales se desenvuelvan en un equilibrio medioambiental, además del mantenimiento de cultivos con variedades locales o el fomento de razas autóctonas desde las prácticas culturales propias, siempre desde el respeto al entorno.

Las instituciones que han fomentado esta declaración insisten en la discusión y consenso que han rodeado al documento, en especial a través del Plan de Acción donde se recogen las propuestas de desarrollo, además de recordar que existe el compromiso de desarrollar un trabajo conjunto con amplia participación ciudadana, que se vería intensificado una vez otorgado este título por parte de la Unesco.

Tras la declaración, las acciones de conservación y mantenimiento se adoptarán conforme a la legislación estatal, aunque también son aplicables las estrategias y planes de acción del Programa MaB, que en este caso, estarán reguladas por el vigente Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Rural y por lo estipulado en los respectivos planes generales de cada uno de los municipios, para aquellos territorios que queden fuera del Parque Rural.

En el mundo se reparten 632 Reservas de Biosfera a lo largo de 119 países, 46 de las cuales se encuentran en España, incluidas las siete que se sitúan en Canarias, con la obtenida por el Macizo de Anaga.

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