Unas condiciones climatológicas favorables, con temperaturas que no bajan de los 18 o 17 grados y escasas precipitaciones, unido a la peculiaridad de su terreno volcánico hacen del municipio de Agaete, al noroeste de la isla de Gran Canaria, un lugar idóneo para el cultivo de un café de gran calidad. Este producto, que presume de ser el único que se cultiva en Europa, se cobija bajo la protección de aguacateros, naranjos, mangos y otros árboles frutales que aportan a la planta la sombra que necesita para poder crecer y dar sus granos de café.
“Aroma a chocolate, regaliz y fruta, una suavidad que persiste en la boca, con una baja dosis de acidez y amargor”, así define este café Víctor Lugo, presidente de Agroagaete (Asociación para el Fomento y Desarrollo Agropecuario del Municipio de Agaete) que nace con el objetivo de que no se pierda la producción de este tradicional café. La modalidad cultivada es la Arábica Typica, una variedad que se ha dejado de plantar en muchos de los países productores, a pesar de ser una de las más antiguas. Es originaria de Etiopía, pero hace más de dos siglos que se implantó en el Valle de Agaete y se adaptó perfectamente a las condiciones que presentaba este lugar. Se caracteriza por la excelente calidad de sus semillas y por la flor que crece de esta planta, muy parecida al jazmín, tanto por su forma como por su olor embriagador.
Cómo se cultiva
La familia de Víctor Lugo tiene una amplia tradición en el cultivo de este producto y relata que se trata de un proceso muy laborioso, pues requiere de un cuidado minucioso, especialmente en la recogida. Cuando los granos de la planta alcanzan un color cereza se van retirando uno a uno, y a mano, para no estropear las hojas y para que el producto final obtenga las máximas garantías de calidad. Además, todas las semillas no maduran a la misma vez, por lo que hay que hacer varias pasadas a la planta hasta que se han recogido todos los granos de color cereza.
Otra de las peculiaridades que hay que conocer para el correcto cuidado de los cafetos es que no necesitan mucho riego pero sí que precisan de sombra, humedad en el ambiente y que no sean sometidos a cambios bruscos de temperaturas, pues tanto el frío como el excesivo calor pueden dañarlos. La temporada de cosecha comienza en primavera y se vuelve a recoger en la primavera siguiente, a excepción de una pequeña producción que se puede recoger en noviembre. Además, es a partir de los tres años cuando la planta comienza a dar sus frutos.
Los siguientes pasos que se deberán llevar a cabo para obtener este producto serán: descascarillar el grano, limpiar, tostar... hasta que finalmente se muele. El presidente de la asociación destaca que de cada siete kilos de granos de color cereza se puede extraer tan sólo un kilo de café tostado (entre otras razones porque al recibir calor pierde el 18% de su peso), esta cantidad equivaldría a 120 tazas de café. En esta fase de tostado sí que emplean maquinaria, la misma para todos los agricultores que forman parte de la asociación Agroagaete. A la hora de limpiar y empaquetar también utilizan tecnología especial, traída desde Sudamérica, para que el producto final pueda conservarse mejor.
Productividad del café de Agaete
V. Lugo señala que la producción actual de café en el municipio de Agaete es de unos 4.500 kilos, sin tener en cuenta que algunos agricultores van por independiente y utilizan sus cafetos para consumo propio. Un dato llamativo es que el 90% de los beneficios del café es para distribuidores, cafeterías… y tan sólo un 10% aproximadamente pertenece al agricultor. Por ello, esta producción se vende hoy día a 60 euros el kilo. En otros países ha sido posible abaratar el precio final, entre otros aspectos, con la utilización de mano de obra más barata. Sin embargo, en este municipio pretenden promover la idea de que el café de Agaete es de una calidad exquisita, por el que merece la pena pagar. Es natural, se elabora sin utilizar elementos químicos y con las semillas de una de las mejores variedades del mundo.
Desde Agroagaete pretenden, entre otros objetivos, promover la cultura del café, ya que, por lo general, en Canarias y en el resto de España apenas se tiene conocimiento sobre este producto. V. Lugo lo compara con el vino: “Si no nos importa pagar por un buen vino, por qué no hacerlo también por un buen café” y añade: “Cada vez son más los médicos que recomiendan beber café a diario, sin embargo, debemos ser exigentes con lo que bebemos y buscar una variedad que sea saludable”. Resalta que el café de este municipio es mucho más bajo en cafeína que el de otras marcas comerciales, por esta razón, no nos acelera y nos permite dormir perfectamente cuando llega la noche.
Gracias a este proyecto de valorización del Café de Agaete, por el que ha venido trabajando esta asociación, es posible que actualmente se venda como un producto para gourmets o para quienes quieran probar una bebida exquisita. Hoy tenemos la posibilidad de encontrarlo en tiendas de artesanía, puntos de turismo, a través de encargos a las propias fincas… Como hecho anecdótico resalta que una de las pastelerías más famosas del archipiélago ha elaborado unos bombones con este café. Además, al venderse como producto de calidad puede ser perfecto para un regalo, para un acontecimiento especial...
Un atractivo turístico más para el archipiélago
Agroagaete no pretende hacer de este producto un negocio para la exportación, pues se acabarían rápidamente las existencias. Entre sus objetivos está el de consolidarlo como un reclamo más para que los visitantes se acerquen hasta el pueblo para apreciar los cafetales, saborear el café y disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad que aporta este municipio. Es una forma de adentrarse más en la cultura canaria y de contemplar el archipiélago con otra mirada.
Actualmente, varias fincas, principalmente del Valle de Agaete, organizan visitas guiadas a las plantaciones de café. La finca de la familia del presidente de la asociación Agroagaete es un ejemplo de ello. Cada día, decenas de turistas se acercan a este lugar para vivir una experiencia mágica: caminar entre árboles frutales, ver de cerca los cafetales, percibir su olor, conocer la historia de esta tradición del café, que es parte de la propia historia del pueblo. Todo ello brindando también la posibilidad de probar productos de esta tierra como vinos, quesos, frutas y, por supuesto, la oportunidad de saborear una buena taza del protagonista de la visita; el Café de Agaete. Personalidades de todo el mundo se han dado cita en esta finca, recientemente visitada por el científico Stephen Hawking, que quiso interesarse también por este producto, y les felicitó por la gran labor que llevan a cabo.
V. Lugo destaca que entre sus deseos para el futuro está el de fomentar que los agricultores se sientan cada vez más orgullosos de su labor como contribuyentes a que esta tradición continúe con el paso de los años. Asegura que para él es un honor que personas entendidas en el mundo del café, procedentes de países con una gran producción como Colombia, le hayan comentado que el Café de Agaete es un producto excelente. Además, afirma que hoy día muchas familias viven de los cultivos de café en el municipio, pero que si se invirtiera más en esta producción podría generar mucho más empleo.
Breve historia de la llegada del café
Más de doscientos años de tradición amparan al Café de Agaete. Cuenta la historia oficial que ya por el siglo XVIII se datan indicios de existencia de café en Canarias, concretamente en la isla de Tenerife, donde el Jardín Botánico de La Orotava era todo un referente en la difusión de nuevas plantas exóticas en las islas.
Hasta que no se finalizó la carretera de Las Palmas de Gran Canaria hasta Agaete, la principal vía de comunicación de este municipio era la marítima. Por esta razón, establecieron relaciones comerciales fundamentalmente con Tenerife, de donde se cree que proceden las primeras plantas de café que se plantaron en este pueblo.
A pesar de que el cafeto se cultivó en las fincas situadas más próximas a la costa, la mejor calidad y la mejor producción se obtienen en la zona del Valle de Agaete, donde encontramos la mayor parte de las plantaciones actuales. Habría que destacar que el café era, por aquel entonces, una producción secundaria, que se cultivaba a las orillas de otros árboles como guayabos, naranjos, mangos o plataneras.
La cosecha se recogía manualmente y se empleaba el “procedimiento en seco”, para eliminar la cáscara que envuelve a los granos de café. Más tarde, se extendían al sol sobre una superficie limpia, y, una vez seca, se procedía al desmontado. Después de limpiar con mazos de madera y rodillos la semilla del café, el siguiente paso consistía en tostar el grano, labor que también se realizaba a mano mediante un “tostador” de barro que cada casa guardaba. Otro elemento que se hacía imprescindible era el molinillo de café para prepararlo conservando todo el aroma, lo cual se sigue recomendando hacer. Todo este procedimiento manual se llevó a cabo hasta los años sesenta, cuando se introdujo la maquinaria.
Agroagaete (Asociación para el Fomento y Desarrollo Agropecuario del Municipio de Agaete)
Fue fundada en el año 2002 con la intención de que no se perdiera la producción de café en el municipio. Antes de esa fecha había diferencias considerables entre las capacidades de producción, riego, sistemas de cultivo... de cada agricultor. Esta situación generaba cafés de distintas calidades y sabores, lo cual dañaba la imagen de este producto de la zona.
Con la puesta en marcha de esta asociación se pretende que los agricultores que forman parte de ella vayan todos en una dirección conjunta y crear una marca común (Café de Agaete) que aporte valor a este producto único en Europa. Pretenden gestionar este proyecto con el objetivo final de trabajar por su calidad. Para ello, desarrollan diferentes acciones de promoción, iniciativas turísticas, potencian el surgimiento de nuevos procesos productivos...
Actualmente Agroagaete se está convirtiendo en la plataforma de representación agroganadera del municipio. Su objetivo es trabajar por los intereses del sector agrario en general y sus posibilidades de explotación turística y educativa.
Porque este sistema tiene una fecha de caducidad más allá de la cual las personas han de trascender.
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