La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

“Mami, yo soy un chico sin pene”: la transexualidad infantil, una realidad

Araceli Oliva

Las Palmas de Gran Canaria —

El bebé de origen chino fue adoptado con 9 meses por una familia canaria, Juan y Eva, tras casi seis años de espera para poder tenerlo en Gran Canaria. Y apareció la sorpresa: “Esperé casi seis años por una princesita y me ha traído un príncipe”, explicó Eva a su hijo al principio de esta aventura. Hoy, ya es David y su historia es una de tantos niños que demuestran que la transexualidad infantil es una realidad.

Cuando nacemos se nos asigna un sexo en relación a nuestros genitales que no siempre se corresponde con nuestra identidad sexual. Es entre los 2 a los 3 años cuando ya el menor es capaz de verbalizar si se siente niño o niña, otra cosa es la orientación sexual -quién nos gusta y/o quien nos atrae sexualmente- que podemos adquirir en diferentes etapas de nuestra vida.  

David empezó a manifestar que se sentía un niño desde los dos años y medio: “Mami, a mí no me pongas ni coletas ni trabitas que yo soy un chico”, empezó a decir el pequeño. Con tres años, sentado en el orinal y metiendo su cabecita casi dentro, dijo: “Ves mamá, yo tengo un pene pequeñito, está ahí adentro y me va a crecer”. Ante todos estos comentarios, que sus padres no conseguían comprender, solo respondían: “No cariño, tú eres una niña”. Estaban equivocados.

La información, el primer paso

La transexualidad infantil y juvenil es poco conocida socialmente, principalmente por su invisibilidad y los prejuicios asociados a los derechos de los menores transexuales en relación con su identidad sexual. Sin embargo, la sociedad no cuestiona a los niños cisexuales -aquellos cuya identidad sexual coincide con la asignada al nacer- cuando en edades tempranas manifiestan si son niños o niñas.  

También era un concepto desconocido para Eva y Juan hasta que ella decidió averiguar lo que le estaba ocurriendo a su pequeño. Eva asistió a una charla de cómo educar en la igualdad sexual a nuestros hijos en el colegio y ahí encontró lo que todavía no era consciente que estaba buscando: su niña podía ser en realidad un niño. “¡Qué ignorante es uno con 40 años!”, pensó la madre tras escuchar por primera vez en su vida que existían niños transexuales y por lo tanto se podía ser una niña con pene y un niño con vulva.

A partir de este momento, la familia inició un proceso de aprendizaje para comprender los cambios que David continuó manifestando. Los padres aprendieron el protocolo a seguir gracias a la información que les facilitó la asociación del colectivo de Gamá de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales de Gran Canaria. Eva y Juan han acompañado a su hijo en un proceso en el que siempre han intentado que sea el menor el que tome la iniciativa.

En carnavales pidió disfrazarse de bombero y así lo hizo. Fue un paso sencillo para los padres, ya que era carnaval después de todo. Pero en mayo llegó la fiesta tradicional de Canarias y aquí el pequeño se mostró contundente: “Mami, yo quiero ir a la romería, pero vestido de chico”, reclamó el pequeño. Supuso un paso más difícil por la presión social, pero finalmente los padres aceptaron la decisión de David. Y el pequeño continúo manifestando sus deseos de cambio: primero el corte de pelo, después el cambio de armario y finalmente su “etiqueta social”, su nuevo nombre masculino.

Es un proceso que aún no ha acabado y que tampoco saben cómo acabará. David, al igual que cada uno de nosotros, transita y evoluciona cada día de su vida y sus padres han decidido acompañar a su hijo en el camino que él decida en todo momento. Es esencial que los niños transexuales (al igual que el resto de menores cisexuales), cuenten con el apoyo familiar, como también lo es que sus padres sean a su vez respaldados por la familia y amigos.  Así lo entendió Eva, ya que no podía continuar con la soledad ni con el silencio. En una carta -disponible en la página web de Chrysallis- explicó a su familia la realidad que se vivía en su casa. Para ello, Eva pidió el apoyo de su familia y les invitó a ver un documental de TVE de Documentos TV, El Sexo Sentido: “Si podéis verlo sería muy útil porque al final de lo que me he dado cuenta es que nos falta información, ¡mi hijo está sano!”, escribió Eva en la carta.

La información, como bien dice Eva, es la mejor herramienta para visibilizar la transexualidad infantil y evitar el acoso social que sufren estos menores a través de micro-violencias diarias.

Eva Pascual, fundadora de Chrysallis Canarias

Juan y Eva viajaron a Madrid para conocer a la asociación Chrysallis de familias de menores transexuales. La experiencia fue enriquecedora pero también un privilegio que no todas las familias canarias pueden permitirse por el coste de desplazarse a la península. La solución era traer Chrysallis al archipiélago y así lo hizo Eva con la ayuda de 5 familias con niños trans. En 2015 se fundó la asociación con Eva como presidenta y desde entonces trabajan para visibilizar esta realidad.

Eva y su familia siguen asistiendo a los encuentros estatales de Chrysallis cada seis meses para seguir formándose.

El 23 de noviembre del 2017, Eva Pascual volvió a Madrid. Compareció en el Senado para reclamar cambios normativos en educación, sanidad y justicia para lograr el reconocimiento de los derechos de los menores transexuales.

Diferentes comunidades autónomas, entre ellas Canarias, están llevando a cabo importantes reformas en materia educativa. Desde el 20 de septiembre del 2017, Canarias cuenta con un Protocolo Educativo para Alumnado Trans de obligado cumplimiento. Desde su entrada en vigor en el presente curso, se han atendido a más de 160 menores que han transitado en las aulas de Canarias, sin embargo, los avances no están siendo igual en todo el territorio nacional. Por ello, la asociación reclama una ley estatal para que los contenidos educativos reflejen la diversidad en la identidad sentida. “Hay que dejar de hablar del aparato reproductor femenino y masculino para empezar a hablar del aparato reproductor gestante y fecundante y solo así estaremos todos incluidos”, propuso Eva en su intervención en el Senado.

En el ámbito sanitario también existen diferencias entre comunidades autónomas. En Canarias las personas trans tienen tarjetas sanitarias con su nombre sentido independientemente del nombre que aparezca en su DNI, pero con el condicionante de obtener un informe médico patologizante que certifique su identidad sexual. Por lo tanto, la ley canaria parte de la base de que estos niños son enfermos. Chrysallis exige la inmediata despatologización de la transexualidad y que se reconozca la identidad sexual en las tarjetas sanitarias en todo el Estado, para lo cual es “esencial”, especifica Eva, que el Ministerio de Sanidad lo permita. Así mismo, Pascual instó a los senadores a facilitar el acceso a los tratamientos hormonales para los menores y adolescentes trans que así lo requieran o necesiten.

La asociación también insta a modificar la legislación vigente en materia registral. La ley española de Identidad de Género, aprobada en 2007, permite a las personas trans (mayores de edad) el cambio de nombre y de sexo en el registro civil y el DNI, eso sí, el solicitante debe ser diagnosticado, mediante informe médico o psicológico, con “disforia de género”, que hace referencia al sentimiento de malestar por la discordancia que se produce entre la identidad sexual de una persona y el sexo asignado al nacer. Solicitando este informe médico, la legislación española relaciona directamente la transexualidad con la disforia de género, lo cual es incorrecto, ya que no todas las personas trans sufren este sentimiento de malestar. La disforia es consecuencia de la estigmatización, que aún existe, de la transexualidad, por lo que su cura está en educar a la sociedad en la diversidad de identidades sentidas. “Mi hijo ama su vulva”, afirma Eva en un intento de derribar el mito de que las personas transexuales están atrapadas en cuerpos equivocados y por lo cual sufren disforia de género. Chrysallis entiende y defiende que la transexualidad nunca puede ser diagnosticada porque no es una enfermedad y, por lo tanto, las personas trans, incluidos los menores, deben tener derecho a solicitar el cambio de sexo y nombre en el registro civil y en su DNI.  Se trata de que cuenten con los mismos derechos civiles que el resto de ciudadanos.

Reforma de la Ley 3/ 2007

Las reivindicaciones del colectivo trans han logrado entrar en la agenda política del país. Las diferentes asociaciones trabajan para cambiar la legislación vigente y hasta el momento han conseguido el apoyo de la mayoría de los grupos parlamentarios.

El Congreso de los Diputados aprobó en noviembre de 2017 una proposición de Ley para eliminar el requisito de presentar informes médicos. Todos los grupos políticos, a excepción del Partido Popular, apoyaron la propuesta presentada por el PSOE. El texto aprobado contempla que los menores transexuales puedan cambiar su nombre y su sexo en el registro civil a partir de los 16 años. Para los menores de esa edad serían sus progenitores los encargados de solicitar el cambio. “De momento seguimos necesitando la empatía del juez de turno que tenga cada uno en su Registro Civil para conseguirlo, algo injusto y aleatorio, además de que les discrimina”, explica Eva.

Unidos Podemos también ha presentado en febrero de este año una propuesta de ley para garantizar los derechos de las personas trans. Esta iniciativa amplía la protección jurídica de los menores de 16 años, que podrían cambiar su nombre y sexo en los documentos oficiales con el único requisito de que sean “capaces intelectual y emocionalmente de comprender el alcance de dicha decisión”. La iniciativa incluye incorporar el tratamiento hormonal a los menores de edad que lo necesiten dentro de la cartilla básica del Sistema Nacional de Salud. Entre otras medidas, también contempla cambios en materia laboral para acabar con la tasa de desempleo que sufren las personas trans, un 85% de paro, con incentivos fiscales que favorezcan su contratación. Además, la ley propone que puedan participar en competiciones deportivas atendiendo a su identidad sexual, cuando se distingan categorías por sexo, sin necesidad de informes médicos o psicológicos previos.

Aunque insuficientes para el colectivo trans, ambas propuestas suponen un paso importante para visibilizar la diversidad del sexo sentido y apoyar jurídicamente los derechos de las personas transexuales. Se trata de derechos básicos, de derechos humanos de los que disfruta el resto de los ciudadanos y que se les niega a las personas transexuales. “Mi hija cisexual me dijo con 2 años que era una princesa y mi hijo transexual que era un niño. Ambos decían la verdad, pero yo no creí la verdad de David”, dice Eva. Le pregunté sobre el derecho de los menores de 16 años y me respondió con otra pregunta: “¿Desde cuándo sabes tú que eres una chica?”. Se creó un silencio y ella añadió: “Vivimos en una sociedad heteronormativa y cisnormativa”. Entendí lo que me quería decir.  Al final, lo que Chrysallis demanda es simplemente que un niño transexual tenga los mismos derechos que otro cisexual.