SANIDAD
La 'pandemia silenciosa': uno de cada diez usuarios de residencias en Tenerife porta superbacterias resistentes a los antibióticos
Cuando se habla de la pandemia silenciosa de los microorganismos resistentes a los antibióticos, el foco suele situarse en los hospitales. Los expertos vienen advirtiendo desde hace años del aumento de las infecciones causadas dentro de los complejos sanitarios por bacterias que han ido evolucionando, cambiando su ADN, hasta generar escudos que las hacen inmunes a múltiples medicamentos. Las intervenciones quirúrgicas, las técnicas invasivas o los episodios de contaminación bacteriana en las labores de limpieza e higiene hospitalaria pueden generar las denominadas IRAS (Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria), que incrementan los tiempos de estancia de los pacientes en los centros y la tasa de fallecimientos.
Sin embargo, no es el único entorno que preocupa a la comunidad científica. Especialistas del servicio de Microbiología y Control de la Infección del Hospital Universitario de Canarias (HUC) acaban de publicar en la revista Antimicrobial Resistance and Infection Control un estudio que analiza la prevalencia de colonización de los microorganismos multirresistentes entre todos los usuarios de catorce centros sociosanitarios del norte de la isla de Tenerife, diez de ellos públicos. De las pruebas realizadas a un total de 760 residentes entre octubre de 2020 y mayo de 2021, se detectó que cerca del 10% (71) eran portadores de las enterobacterias productoras de carbapenemasas, las que más inquietud generan en el ámbito sanitario. Se trata de una tasa “notablemente alta de colonización”, destaca un artículo que tiene como primer autor a Manuel Callejón, médico residente del complejo hospitalario.
La primera precisión es que se trata de usuarios colonizados por esas bacterias multirresistentes, no infectados. “Una persona sin factores de riesgo puede estar colonizada en la piel o en la mucosa por un microorganismo multirresistente sin que suponga un riesgo para su salud. Lo que pasa es que cuando una persona está colonizada e ingresa en un centro hospitalario va a recibir maniobras invasivas, desde insertar un catéter, un sondaje urinario, una ventilación mecánica... Y es ahí por donde las bacterias pueden penetrar al torrente sanguíneo o a alguna cavidad e infectar”, explica María Lecuona, jefa del servicio de Microbiología y Control de la Infección del HUC y directora del proyecto de investigación.
El estudio se ha centrado en unos microorganismos gastrointestinales, las denominadas enterobacterias productoras de carbapenemasas. Son las que “están produciendo las infecciones de mayor preocupación en los centros hospitalarios”, señala Lecuona. Estas bacterias han desarrollado un mecanismo de resistencia que las hace inmunes a una importante cantidad de antibióticos. Pero, además, tienen una particularidad. Se pueden transmitir por elementos genéticos móviles a otras familias de bacterias. “Si una no sabe que hay un paciente colonizado por este tipo de microorganismos, en el hospital se puede ir transmitiendo por las manos, por el ambiente, si no hay una limpieza o unos medios de prevención exquisitos...”
La OMS lleva años advirtiendo de que la resistencia a los antimicrobianos, propiciada en buena medida por al uso abusivo e inadecuado de antibióticos, representa una de las mayores amenazas mundiales de salud pública. En un reciente estudio, este organismo alerta de niveles de resistencia a los fármacos de hasta el 60% en ciertas bacterias y vaticina que las infecciones producidas por este motivo serán la causa de 10 millones de fallecimientos al año en 2050. Según un estudio publicado el pasado mes de noviembre en la revista The Lancet, una de cada ocho muertes producidas en el mundo en 2019 estuvo relacionada con infecciones bacterianas.
En el ámbito hospitalario se ha generalizado la implantación de equipos multidisciplinares para controlar el consumo de los antibióticos y evitar así que proliferen los microorganismos resistentes. Sin embargo, estos programas no han llegado aún a los centros sociosanitarios. Los especialistas del servicio de Microbiología del HUC recalcan que ninguna de las catorce residencias del estudio contaban con un protocolo de actuación específico para monitorizar y prevenir la transmisión de bacterias multirresistentes a los fármacos contra las infecciones.
Los ministerios de Sanidad, Agricultura, Pesca y Alimentación y Transición Ecológica y Reto Demográfico publicaron en septiembre el tercer Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). En el apartado sobre los centros sociosanitarios, este documento recuerda que en 2019 se creó un grupo de trabajo específico para abordar la optimización de antibióticos en las residencias. Sin embargo, a causa de la irrupción de la pandemia de Covid-19, su actividad se vio interrumpida. Para los próximos dos años, el plan se marca como objetivo el desarrollo de un “documento marco” que incluya un análisis de situación de los centros sociosanitarios, un bloque dedicado a la prevención de infecciones y otro a la implementación de programas de optimización del uso de antibióticos.
“Importantes reservorios”
En la investigación publicada recientemente, los microbiólogos del HUC inciden en que el aumento de la esperanza de vida y el consecuente envejecimiento de la población han convertido a las residencias en un elemento “esencial” del sistema de salud. Los resultados del estudio constatan la “alta prevalencia” de colonización de microorganismos resistentes en los centros sociosanitarios del norte de Tenerife y, por tanto, confirman la tesis de que estos entornos se erigen como “importantes reservorios” de las superbacterias y en un factor de riesgo para su transmisión y, en definitiva, para la salud pública.
Las residencias atienden a usuarios con enfermedades crónicas, a personas con discapacidad y a ancianos que, en un elevado porcentaje, presentan pluripatologías. Por ello, el movimiento entre estos centros y los hospitales es continuo y este hecho “facilita la propagación y el mantenimiento” de las bacterias. Para Lecuona, los datos obtenidos demuestran que son una población de riesgo y, por tanto, susceptibles de someterse a un cribado de colonización de bacterias multirresistentes en el momento del ingreso hospitalario para “poder detectar los casos positivos, aislarlos y tratarlos”. “Es absolutamente imposible cribar a todos los pacientes que entran, nos tenemos que centrar en los más vulnerables, que es donde se van a producir más infecciones”, añade la directora del proyecto de investigación.
El estudio señala que la transmisión dentro de los entornos residenciales puede deberse a factores como el uso de “antibióticos de alta presión, la vida permanente en un entorno confinado o la dificultad de diagnosticar infecciones que se presentan de forma atípica”, así como el deterioro cognitivo común de los usuarios. Investigaciones previas realizadas en Bélgica, Suiza, Países Bajos o Líbano habían detectado bajas tasas de prevalencia (entre el 0,06 y el 1,7%) de las bacterias productoras de carbapenemasas entre los residentes de centros de larga estancia. Sin embargo, otros estudios detectaron una incidencia elevada. Del 12% en Israel, del 4,1% en España y del 28,4% en Italia. El de Tenerife se sitúa en este segundo grupo.
El análisis realizado por especialistas del HUC identificó como factores de riesgo “importantes” para la colonización de ese tipo de microorganismo (las enterobacterias productoras de carbapenemasas) un requerimiento sanitario “alto o medio” de los usuarios y la hospitalización previa. También detectó una mayor prevalencia entre los residentes de sexo masculino, una dinámica que ya se había advertido en investigaciones previas y de la que aún se desconoce la razón, aunque algunos estudios sugieren que puede deberse a que los hombres presentan una “mayor frecuencia” de factores de riesgo y de comorbilidades que las mujeres.
La mayoría de los 71 pacientes portadores del estudio de las residencias del norte de Tenerife habían sido colonizados por uno de estos microorganismos resistentes a los antibióticos, pero hay quienes tienen dos y hasta tres, aunque son la excepción.
Protocolo estandarizado y alternativas
Los especialistas remarcan la necesidad de establecer un protocolo estandarizado entre los hospitales de agudos y los centros sociosanitarios para tratar a estos pacientes portadores, así como implementar programas de administración de antimicrobianos y medidas preventivas de control de infecciones en las residencias.
Con respecto a las alternativas terapéuticas frente a esas resistencias, Lecuona coincide con Aurora Fernández Polo, una de las responsables del Grupo de Atención Farmacéutica en Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, que en unas recientes declaraciones a eldiario.es dijo que en los últimos años la industria farmacéutica “ha puesto su interés en otras áreas de salud” y ha habido “poca investigación” en esta área. “Queda alguna alternativa terapéutica, pero en estos últimos años ha habido más crecimiento de la población de bacterias multirresistentes que de la investigación farmacéutica en antibióticos, porque es algo que requiere mucho esfuerzo, dinero, años de trabajo, fases...”, sostiene la jefa de servicio del HUC.
“Lo que nos da miedo a la comunidad científica es quedarnos sin recursos terapéuticos si siguen incrementándose las resistencias bacterianas y no hay tanta síntesis de nuevas moléculas de antibióticos. Hay que centrar los esfuerzos en generar nuevas moléculas y en intentar detectar de forma precoz a los pacientes colonizados para intentar disminuir la transmisión cruzada y utilizar los tratamientos que, aunque escasos, aún tenemos”, concluye.
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