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La reproducción en cautividad ofrece una nueva esperanza al guirre canario

El Centro de Recuperación de Fauna del Cabildo de Gran Canaria ha logrado reproducir por segunda vez en cautividad al guirre, uno de los emblemas de las islas. Efe /Elvira Urquijo

EFE/ José María Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria —

El Centro de Recuperación de Fauna del Cabildo de Gran Canaria ha logrado reproducir por segunda vez en cautividad al guirre, uno de los emblemas de las islas, con una técnica que cada vez está más cerca de contribuir al rescate de esta especie, en peligro de extinción.

La población de esta variedad de alimoche, exclusiva de Canarias, se reduce hoy a unos 270 ejemplares, asentados en Fuerteventura y también, aunque en menor medida, en Lanzarote, pero las crónicas de los naturalistas atestiguan que su silueta era una imagen común en los cielos de todas las islas orientales hasta hace solo 50 años.

De Gran Canaria, los guirres desaparecieron en los años ochenta, pero esta isla ha seguido desempeñado un notable papel para la supervivencia de la especie, prestando cuidados veterinarios a numerosos ejemplares encontrados en Fuerteventura con todo tipo de lesiones e intoxicaciones, y devolviéndolos a la naturaleza.

Y ahora, paradójicamente, el mayor de sus éxitos puede venir de algunos de sus fracasos del pasado, ya que dos de los guirres que en su día fueron salvados en por el Centro de Fauna Silvestre de Tafira, pero se quedaron en sus jaulas por resultar inviable su vuelta al medio, se han consolidado como pareja reproductora.

En junio de 2013, el centro que dirige el biólogo Pascual Calabuig consiguió sacar adelante por primera vez una cría de guirre, “Tamarán”, que fue liberada meses después en Fuerteventura.

El joven guirre se ha adaptado sin problemas a la isla de sus progenitores, que recorre por completo en busca de carroña para alimentarse, desde los barrancos del sur, hasta el islote de Lobos.

Sin embargo, “Tamarán” era un caso único, una excepción, porque la misma pareja se reprodujo en 2014, pero los huevos se malograron en la incubadora, para desespero de los biólogos del centro.

La puesta de este año ha sido fructífera: desde hace justo una semana, se cría en Tafira un pollo de guirre que ha sobrevivido a un nacimiento prematuro y sigue adelante otro huevo.

Los primeros días del pollo, al que se aislará de cualquier contacto con el hombre desde hoy mismo hasta su suelta en Fuerteventura, han sido complicados, pero la cría de guirre tiene buenos padrinos: la organización europea Four Vultures, que ha asesorado en todo el proceso; la Fundación Loro Parque, que ha donado una incubadora de última generación; y, sobre todo, el equipo veterinario del Centro de Fauna Silvestre de Gran Canaria.

“Hay que ir abriendo camino, aprender y dejarse asesorar. En nuestro caso, estamos en manos de Alex Llopis, que ha criado centenares de quebrantahuesos, en los Alpes, en Pirineos, en Cazorla... Como asegura el dicho, no hay que ser el mejor, sino tener el teléfono del mejor”, presume Pascual Calabuig.

El director del Centro subraya que el sueño de su equipo es reintroducir el guirre en Gran Canaria, apoyándose en la cría en cautividad a partir de poblaciones donantes de Canarias, como se ha hecho con la paloma rabiche. En este caso, la isla donante, si el proyecto prospera, sería Fuerteventura, que en contrapartida vería aumentar la diversidad genética de sus poblaciones de guirre.

Calabuig está convencido de que las causas que hicieron desaparecer al guirre de Gran Canaria están controladas y que es factible que haya poblaciones en la isla a diez años vista si se apuesta por reintroducirlo. Porque eso es algo, añade, que ya se ha conseguido en varias cordilleras europeas con el quebrantahuesos.

La consejera de Medio Ambiente de Gran Canaria, María del Mar Arévalo, subraya que los casos de Tamarán y de este nuevo pollo constituyen “un hito histórico para la preservación del guirre”, el ave “más emblemática de Canarias”, tan arraigada en el acervo popular de las islas, recuerda, que aquí al adolescente que está en pleno estirón del crecimiento se le dice que está “enguirrado”.

“Es una subespecie única en el mundo y corre un serio peligro. Por eso es tan importante que los cabildos y el Gobierno de Canarias se impliquen y no escatimen esfuerzos para recuperarlo”, defiende.

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