Sonia Vivas: “Es duro decir a una víctima de violación que no puede lavarse porque sin las pruebas de su cuerpo no la van a creer”
Sonia Vivas, agente de la Policia Local de Palma de Mallorca, ahora en excedencia, aterrizó en el feminismo tras sufrir acoso por parte de dos compañeros del cuerpo por ser mujer lesbiana. Una sentencia condenó a prisión a sus agresores y a ella la empujó al activismo por los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI. Sus 14 años de experiencia en las fuerzas de seguridad del Estado le han permitido conocer los claroscuros y entresijos de un gremio “endogámico” donde reina “la ley del silencio”.
En la actualidad, es concejala de Podemos en el Ajuntament de Palma y autora del libro Vivas nos queremos. Manual de autodefensa feminista, una obra que ha presentado en Canarias esta semana y que pretende adentrar el feminismo en todos los hogares y llevar el movimiento a todas las mujeres que son feministas y buscan la igualdad “aunque no se hayan dado cuenta”. “Cualquier mujer quiere poder ser igual a un hombre. Eso es ser feminista. Muchas tienen miedo al paraguas del feminismo porque el sistema se ha encargado de desprestigiar la palabra, atribuyéndole etiquetas negativas que sitúan a las feministas como demonias”, apunta.
A través de relatos cortos, Vivas comparte información sobre qué derechos tiene una denunciante de violencia de género, técnicas de autodefensa ante una agresión machista, formas de detectar conductas tóxicas en una relación y experiencias personales como agente de policía, entre ellas, la atención a víctimas de violaciones. “Es duro decir a una mujer que ha sido violada que no puede lavarse, porque sin las pruebas que hay en su cuerpo no la van a creer”, señala. “Incluso con pruebas, es ella la que tiene que demostrar que dice la verdad y responder a preguntas como: por qué iba sola por ese lugar, qué ropa llevaba puesta, si conocía al hombre o si había bebido”, añade.
Un feminismo unido para combatir el negacionismo
Vivas nos queremos, tal y como ha señalado Vivas en una entrevista ofrecida a Canarias Ahora, defiende la unión y la resistencia del feminismo como única vía para combatir al odio y al negacionismo. “El sistema de creencias patriarcales es el que no quiere que esto avance porque lo que ha pasado en los últimos 8M les da mucho miedo. Quieren que haya manifestaciones separadas”, explica. La escritora rechaza que incluso el sentido del humor se sustente en la desigualdad. “Lo pudimos ver el 25N, cuando Arguiñano hizo un chiste sobre violaciones. Al disculparse, en ningún momento pidió perdón a las víctimas, sino que repetía que se sentía mal. De nuevo ese patriarcado que solo habla de lo que le pasa a él”.
“Nos han hecho pensar que pueden decirnos cualquier cosa por la calle y que es positivo, cuando tú lo que quieres es caminar tranquila sin que nadie te increpe. Además, es todo tan machista que si hay un hombre a tu lado, no te lo dirán”, apunta. La escritora considera que el sistema edificado sobre el sentimiento de superioridad del hombre piensa que “lo normal es que a las mujeres nos violen, nos asesinen y que digan que esa violencia no tiene género”. “Lo que no es normal, según ellos, es que pidamos que eso deje de suceder”.
En esta línea, insiste en que no todas las ideologías son respetables, no aquellas que “subyugan a la gente y atentan contra los derechos humanos”. Respecto al silencio de otros partidos al negacionismo de la extrema derecha, Vivas defiende que “cerrar los ojos a Vox no es la solución, sino combatirlo”. Según la activista, la “derecha reaccionaria” se ha repartido los roles porque con un solo discurso no pueden llegar a toda la gente. “Es lamentable que PP y Ciudadanos firmen acuerdos contra la violencia de género y no entiendan que tiene una raíz”, opina.
“No digo que a la derecha no le duela el machismo, lo sufre. Otra cosa es que sean conscientes de que tiene una raíz y que hay que atacarla con educación, inversión económica y entendiendo que hay un sistema que legitima que eso pase”. Vivas insiste en que las medidas pasan por luchar contra la feminización de la pobreza, por que las mujeres no estén en la precariedad absoluta, y con medidas de desarrollo laboral para “no tener que aguantar a señores que nos maltratan porque no tenemos salidas”. Para alcanzar este sistema igualitario hace falta deconstruir este, “y hacer ver a la gente que no es una cuestión de ideología, sino de convivencia y derechos humanos”.
Otra de las estrategias del patriarcado para debilitar el feminismo pasa por introducir debates que dividan el movimiento. “Un ejemplo es la prostitución”, señala Vivas, quien propone que, a pesar de que puedan existir posturas distintas sobre este asunto, la solución es dialogar y escucharse, no enfrentarse. Además, insiste en que deben contemplarse también las dobles e incluso triples discriminaciones que sufren las mujeres migrantes y del colectivo LGTBI. “Lo que quieren es dividirnos, pero tenemos que resistir, ser más sororas y tolerantes que nunca, porque ya están aquí y, si no, nos van a comer”, defiende. Además, apela a los hombres como aliados necesarios en la lucha por la igualdad: “Están llamando a nuestros compañeros planchabragas o pagafantas”, señala. “El machismo construye la masculinidad infravalorándonos a nosotras. Si nos acercamos e igualamos a sus roles les dejamos sin identidad”.
Sistemas de protección insuficientes y falta de protocolos
Un 21% de las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año (52, según las cifras oficiales) había interpuesto denuncia por malos tratos y en un 10% de los casos se habían concedido medidas de protección. “Es un dato que no se narra porque supondría reconocer un fallo del sistema”, asevera Vivas. “Cuando se pone una orden de alejamiento al agresor, se está confiando únicamente en la buena fe del maltratador”, indica.
Además, explica que el nivel de riesgo de una mujer que denuncia malos tratos lo determina de forma fría un sistema informático: el VioGén, al que se incorporaron los menores el año pasado. “El acompañamiento a la víctima se reduce a llamadas telefónicas. Por otra parte, debemos apostar por sistemas tecnológicos también para controlar a los agresores”, revela. En su nuevo libro, la autora explica con detalle los derechos con los que cuenta una mujer cuando interpone una denuncia. “Tienes derecho a que alguien te acompañe, a recibir asesoramiento jurídico y también psicológico”, avanza.
La atención policial a las mujeres víctimas de agresiones machistas y de violaciones, según la experiencia de la agente, no tiene perspectiva de género. “Se traslada a las mujeres en vehículos no habilitados, con mamparas cerradas, en los mismos coches que se traslada a los delincuentes. El mensaje que se traslada a la víctima es que ha hecho algo mal”, indica. “No se puede dejar algunas cosas al albedrío de la buena fe de los agentes, hay que protocolizar todo”. En cuanto a la Ley de Violencia de Género, también la considera insuficiente. “Hay mujeres que van al supermercado y no vuelven, que van a correr y no regresan. Las escogidas y seleccionadas por ser mujeres quedan fuera. La ley no te protege si no es o ha sido tu novio, si no has categorizado la relación. No te priorizan al interponer la denuncia. No tienes nada. Eso también es violencia institucional”.