Microplásticos también en el pescado de las piscifactorías de Canarias
La revista Polymers ha editado recientemente un artículo que muestra la presencia de microplásticos en el tracto gastrointestinal de especímenes de dorada (Sparus aurata) y lubina (Dicentrarchus labrax) procedentes de granjas acuícolas marinas de la isla de Tenerife.
El trabajo realizado por el grupo de investigación en Química Analítica Aplicada (AChem) de la Universidad de La Laguna, coordinado por el profesor titular de Química Analítica Javier Hernández Borges, pone una vez más de manifiesto la amplia distribución de los microplásticos en el medio marino y el elevado grado de afección por estos contaminantes que sufren los organismos que habitan en él. El estudio también señala que el problema no es única y exclusivamente del sector de la acuicultura, ya que, según otros estudios recientemente publicados, se observan resultados similares en peces silvestres.
Para la realización de este estudio se adquirieron 86 ejemplares de pescado, 41 de doradas y 45 de lubinas, en diferentes establecimientos de Tenerife, procurando que el producto procediera de granjas de acuicultura de la propia isla. Todos los ejemplares fueron diseccionados en una cámara de aislamiento, procediendo a la posterior digestión del tracto gastrointestinal para la eliminación de los tejidos. Tras la filtración del digerido, se procedió a la visualización de los filtrados en una lupa estereoscópica. Los microplásticos fueron clasificados en función de su tamaño, color y forma (parámetros que aportan información sobre su posible procedencia), y posteriormente fue identificada su composición por espectroscopía infrarroja de transformada de Fourier.
De los 86 ejemplares estudiados, se aislaron un total de 450 partículas plásticas, 208 en doradas y 242 en lubinas, con un promedio de 5,2 partículas por individuo, en su mayoría microfibras. En cuanto a los colores de las fibras, abundaban las incoloras/translúcidas (60,9% para doradas y 47,7% para lubinas), seguidas de las azules (24,8% frente al 35,3%), negras (7,9% frente al 8,7%) y rojas (5,4% frente al 4,2%). En el caso de las doradas se encontraron también fibras blancas y rosadas en un 0,5%, mientras que las lubinas presentaron fibras amarillas (2,5%), verdes (0,4%) y violetas (0,4%).
En cuanto a la composición de estos materiales, se observó una prevalencia de fibras celulósicas en un 56,1% (tanto naturales como semisintéticas), junto a poliéster y poliacrilonitrilo, entre otros polímeros. Los patrones morfológicos y de composición de los microplásticos, similares para ambas especies, coincidieron con otros estudios llevados a cabo por este mismo grupo de investigación en sedimentos marinos y en erizos de mar. Además, en un 5,8% de los ejemplares analizados se detectó la presencia de “marañas de microplásticos”, que constituyen estructuras de mayor tamaño, que podrían potencialmente obstruir el tracto gastrointestinal de los peces.
En relación a las posibles fuentes de los microplásticos encontrados, se pudo concluir que tienen un origen principalmente antropogénico, es decir, originado. Por seres humanos, señalando los vertidos de aguas residuales y depuradas como una de las potenciales causas de introducción de este contaminante en el ecosistema marino.
El equipo de investigación señala, que si bien los efectos de la presencia de microplásticos en el desarrollo y fisiología de los peces no están del todo claros, el principio de prevención debería activar un mayor control de la contaminación en las zonas costeras. De igual forma, aunque la evisceración del pescado para su consumo supone una reducción importante del riesgo de entrada de microplásticos en los seres humanos, no elimina del todo esta posibilidad. Se requiere, por tanto, continuar realizando investigaciones en este campo, no solo en poblaciones de peces confinadas, sino también en poblaciones silvestres del archipiélago.
1