El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Soria y Alba, como si no se conocieran
Antes era el lugar en el que ambos fueron vistos en más de una ocasión departiendo amistosamente. Ahora casi da la impresión de que se esquivan. José Manuel Soria ya no es ministro de Industria, Energía y Turismo, sino un consultor internacional que se gana la vida explotando los contactos que atesoró durante sus más de veinte años en la política pública. Salvador Alba Mesa es un magistrado bajo sospecha que quedará automáticamente suspendido como juez en cuanto una magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias decrete apertura de juicio oral por la presunta comisión de cuatro delitos graves cometidos en el ejercicio de su función jurisdiccional (cohecho, falsedad, prevaricación judicial y revelación de secretos).
Ambos, el empresario y el juez en capilla, coincidieron la noche de este lunes en la misma terraza, La Gabarra, un lugar céntrico, casi inevitable de la playa de Salinetas, en el municipio grancanario de Telde. Esa misma mañana el TSJC había comunicado al juez que su última bala para esquivar el banquillo de los acusados la había gastado sin éxito: se inadmitía su recurso contra el auto de transformación de la causa en procedimiento abreviado, la antesala al juicio oral, cuya fecha se señalará en cuanto se constituya un tribunal formado por tres magistrados o magistradas. Por eso quizás se le notaba decaído y taciturno en su larga charla con su hermano Francisco Alba, cirujano en Hospiten Roca, en la urbanización turística de San Agustín (San Bartolomé de Tirajana), y muy activo en las redes sociales tanto en aspectos muy técnicos propios de su profesión, como a favor de las tesis más conservadoras del Partido Popular cuando de hablar de política se trata.
Dos mesas más allá, José Manuel Soria departía más distendidamente con una de sus hermanas y con el esposo de esta. El local estaba lleno, pero nadie detectó la presencia de ningún escolta policial, esos que el ministro usa solamente para viajar y para impresionar al acudir a alguna cita empresarial.
La Gabarra es propiedad de un cuñado de Soria, hermano de María del Carmen Benítez, un empresario celoso de la intimidad de sus clientes hasta el punto de seguir al fotógrafo hasta la calle para recriminarle haber hecho su trabajo sin pedir permiso.
Ese es el establecimiento donde Salvador Alba debutó como cantautor en septiembre pasado interpretando algunas canciones ajenas pero, sobre todo, dando a conocer al mundo la calidad que le distingue como compositor. Piezas como Soñar es mejor que pensar es un cántico a “lo torcido que está este país”, lo que al autor provoca una “decepcionante decepción”; u otra dedicada a los periodistas que le incordian, cuya letra entusiasma especialmente a su fan número uno, la secretaria judicial Teresa Lorenzo, su esposa.
Antaño compartieron mesa y mantel Soria y Alba en La Gabarra, eran tiempos en que se ayudaban en sus respectivos afanes. Ahora, cada uno con su familia, como si no se conocieran.
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