Cuando dejes las maletas en el hotel o, mejor aún, en el Riad, lo primero que tienes que hacer una sencilla pregunta ¿Jemaá el Fna? Y seguir las indicaciones que te den hasta llegar a esta enorme explanada abierta al cielo. Una vez aquí, dedica las primeras horas de estancia en la ciudad para ir internándote poco a poco en los oscuros recovecos que dan acceso al laberinto rosa. Camina algunos centenares de metros por las calles principales que salen de la plaza a norte (Souk Laksour), sur (Riad Zitoun Lakdim y Riad Zitoun el Jdid) y oeste (Derb Dabachi) y cada tanto métete por algún recodo y explora la red de callejones a un lado y a otro para hacerte una idea de la magnitud de la enorme tela de araña que forma la medina de Marrakech. En el siguiente enlace puedes consultar nuestra guía útil de Marrakech con direcciones, horarios, teléfonos, restaurantes y consejos: GUÍA ONLINE DE MARRAKECH
Y siempre volver al punto de partida. Ahí está una de las claves para aprehender la esencia de la ciudad. Porque todo gira en torno a Jemaá el Fna y cada hora tiene su razón de ser y su propia atmósfera. Conviene ir, al menos una vez y aunque el desayuno esté incluido, para comer un buen crepe con miel (nos encanta el Café Glacier) mientras miramos como la ciudad se pone en marcha; y volver al medio día y ver como los acróbatas, los encantadores de serpientes y los aguadores reinan por unas horas hasta que, al caer la tarde, llegan los contadores de historias y empiezan a aparecer casi de la nada los toldos y mesadas de un improvisado restaurante al aire libre que, en pocas horas, bullirá de actividad con cientos de parrillas lanzando al aire columnas de humo con olor a cordero y especias (te recomendamos el kiosko 31 y sus famosas salchichas –dicen que son las mejores de todo Marruecos-).
Una explosión de vida que desafía a las horas, el sol, la pura lógica (la nuestra claro, basada en el orden) y hasta al diccionario. Porque Jemaá El Fna quiere decir algo así como Asamblea de los muertos, ya que era aquí donde, hasta no hace mucho, se ejecutaban las sentencias de muerte. Muerte y vida de la mano. Orden dentro del caos; una ciudad en la que puedes ver a seis personas subidas a una moto; un atasco monumental de carros tirados por burros o una chica embutida en ajustados vaqueros hablando con una amiga tapada de arriba abajo con un chador negro. Una ciudad fascinante que está apenas a dos horas de avión de cualquier ciudad de España y que es todo un salto cultural. Es, literalmente, otro mundo. Y eso es lo que lo hace tan atractivo para los viajeros y viajeras. Te da la posibilidad de tener la sensación de gran viaje y puedes hacerlo en un puente o un fin de semana.
La primera vez que fuimos a Marrakech nos fascinó y nos apabulló. Estuvimos cuatro días aprovechando una oferta de Binter Canarias desde Gran Canaria y nos dio tiempo más que suficiente para ver todo lo que hay que ver sin prisas. Y las dos veces que hemos vuelto después hemos estado de paso. Pero siempre dedicando al menos un día a volver a perdernos por esa geografía de calles imposibles, esquinas inverosímiles y pasadizos por los que apenas cabe una persona. Lo ideal es, si sólo dispones de un fin de semana, dividir la visita en días. Dedicar uno al sur de la Medina y otro al norte. Y caminar. Y mucho. La ciudad se presta al paseo tranquilo aunque apelando al sentido común. Marrakech es una ciudad segura y la gente es muy amable con el que los visita. Eso sí debes estar preparado para ser abordado constantemente por gente que te pedirá dinero o por guías pesados que te persiguen para prestarte sus servicios advirtiéndote de uno y mil peligros. Y no hay tales riesgos. La medina se deja recorrer sin necesidad de guías. Basta con tener bien localizadas las calles principales que te hemos dicho antes y las vías de acceso hasta Jemaá El Fna. Y si tienes alguna duda no tienes más que contactar con nosotros a través de nuestra página de facebook y estaremos encantados de resolverla. Pero aquí te vamos a contar qué ver en Marrakech para que planifiques tu viaje.
¿Qué hay que ver sí o sí?
Jemma El Fná y alrededores .- Es el corazón de la ciudad y, como te decíamos antes, conviene visitarla con frecuencia para advertir los cambios que se van produciendo a lo largo de las horas. A dos pasos de la plaza está la Mezquita de Kutubia. Las leyes marroquíes no permiten la entrada a los no musulmanes, pero desde fuera podremos ver su famoso alminar, emparentado con la mismísima Giralda de Sevilla y considerado como una de las obras maestras del arte almohade . Ahí mismo, a pocos metros del minarete, se encuentra el santuario de Lalla Zohra, un pequeño templete también de época almohade, que guarda los restos de Lalla Zohra, una de las mujeres más influyentes de su época. A espaldas de la Koutubia se encuentra el Parque Lalla Hasna, desde dónde puedes hacer muy buenas fotos de la Koutubia y su famosa torre. Oír la llamada a la oración es una pasada.
Una buena manera de ver la plaza desde las alturas es tomar un té a la menta en la terraza del Café Glacier. Como te decíamos antes, la calle Souk Laksour conduce al norte de la medina y, también, a los principales zocos tradicionales de la ciudad. Ya irás viendo que prácticamente toda la ciudad está ocupada por tiendas de la más diversa ralea y condición. Pero algunos gremios se agrupan en zonas determinadas dónde se concentran. Los zocos más famosos de Marrakech son el Zoco Semmarine; el Zoco Souafine y el Zoco de los tintoreros y artesanos (lleno de madejas recién tintadas y puestas a secar al sol). Aquí encontrarás textiles, alfombras, cerámica, objetos en metal, lámparas, cueros, especias… Muchas de las calles de esta zona están cubiertas y acentúan esa atmósfera mágica que tienen los zocos musulmanes. Esta zona es muy segura para pasear al caer la tarde y durante las primeras horas de la noche.
Al norte de la Medina .- La estrella de la zona norte es la Madrasa de Ben Youssef (Dirección: Plaza Ben Youssef; Tel: (+212) 24 390 911; Horario: L-D 9.00-18.00), uno de los principales edificios históricos de todo Marrakech. Esta antigua escuela coránica del siglo XVI es una oda a la belleza y nos recuerda a los palacios andalusíes del sur de España como la mismísima Alhambra de Granada. Es una visita obligada que no debe faltar. Optativo, según nuestro punto de vista, es el Museo de Marrakech (Dirección: Place Ben Youssef; Tel: (+212) 24 441 893; mail; Horario: L-D: 9.00-18.30). La colección se reduce a piezas de artesanía de la zona y algunas antigüedades aunque el palacio es interesante. Lo que no debes dejar pasar es bajar hasta la Kouba El Baadyin (Dirección: Plaza Ben Youssef; Tel: (+212) 024 390 911; Horario: L-D 9.00-18.00), único edificio de la ciudad de la época almorávide (siglo XI) y según los expertos obra maestra de la arquitectura islámica del Magreb. Es chiquito, eso sí. Más al norte pásate por la Fuente Choub Chorb (algo así como bebe y admira) y si tienes ganas puedes caminar un poquito y ver, sólo por fuera, la Zaouia de Sidi ben Slimane el-Jazouli (cerca de la Rue Dar el Glaouiy) la Zaouia de Sidi bel Abbés, dos santuarios dedicados a importantes santos locales y centros de peregrinación para musulmanes de todo el norte de África. Lamentablemente la entrada está vetada a los no creyentes.
El otro punto de interés al norte de la Jemaá El Fna es el barrio de los curtidores, situado en el extremo noroccidental de la medina y junto al lienzo de murallas que culminan en Bab Debbagh, una de las puertas monumentales de las murallas de la ciudad. Aquí será difícil librarte de algún guía improvisado que quiera enseñarte la mejor tenería del mundo mundial y después embaucarte para meterte en una tienda de cueros o alfombras; pero es parte del folclore del lugar y la recompensa es ver de cerca el proceso de curtimbre de los cueros, que se sigue haciendo como hace siglos usando productos de fuerte impacto olfativo como los excrementos de paloma o los orines de vaca. No son tan impresionantes como las curtidurías de Fez, pero también impresionan. Y del mal olor no te asustes; no es tanto como dicen…
Al sur de Jemaá El Fna .- Nuestra recomendación es iniciar la visita a esta parte de la ciudad siguiendo el trazado de las antiguas murallas y entrar en la medina por Bab Agnaou (puerta de los carneros sin cuernos), el lugar por donde entraban las caravanas de esclavos que llegaban desde el sur atravesando el Atlas. A tiro de piedra de la puerta nos topamos con el Mausoleo de los Saadíes Mausoleo de los Saadíes (Dirección: Rue de la Kashba; horario: X-L 9.00-12.00 / 14.30-18.00; Tel: 044 43 62 39), un fastuoso cementerio familiar erigido por la dinastía Saadi en el siglo XVI siguiendo el estilo andalusí. En esta zona de la ciudad se construyeron los grandes conjuntos palaciegos de Marrakech: algunos en ruinas pero aún así magníficos como el Palacio El Badi Palacio El Badi (Dirección: Plaza des Ferblantiers; Horario: L D 8.45 – 12.45 / 14.30 – 17.45), otros más recientes como el Palacio El Bahia (Dirección: Rue Riad Zitoun el Jdid; Horario: L-D 8.45 – 11.45 / 14.45 – 17-45; Tel: 044 38 92 21) construido en el siglo XIX por un visir obeso que, según dicen, tenía un harén con más de 200 concubinas.
Las calles Riad Zitoun Lakdim y Riad Zitoun el Jdid son las vías principales de esta parte de la ciudad y comunican los barrios del sur con Jemaá El Fna. En torno a estas dos calles se abren multitud de comercios de todo tipo conformando uno de los zocos más activos de la ciudad. También guardan dos verdaderas joyas que a nosotros nos encantaron. El Museo Dar Si Said (Dirección: Riad Zitoun el Jdid; Horario: M-L 9.00 – 12.00 y 15.00 – 18.00; Tel: 044 38 95 64) se asienta en un bonito palacete de principios del XIX y guarda una preciosa colección de artesanía del sur de Marruecos. Por su parte, el Museo Tiskiwin (Dirección: Derb El Bahía (desde Riad Zitoun el Jdid); Horario: L-D 9.30 – 12.30 y 15.00 – 18.30; Tel: 044 38 91 92; E-mail: tiskiwin@yahoo.fr) fue uno de los mejores descubrimientos de nuestro primer viaje y hemos repetido. Se trata de un pequeño museo privado que explica de manera rigurosa el fenómeno de las caravanas comerciales del desierto entre la ciudad y la lejana y mítica Tombuctú. Merece mucho la pena visitarlo. Y si te interesa la antropología aún más ya que tiene muchísima información sobre los Touaregs. En el extremo sur se encuentra la Mellah, el antiguo barrio judío de Marrakech. Te intentarán llevar por todos los medios a la Sinagoga de Lezama. Si te interesa ve. A nosotros no nos gustó. Esta judería no tiene nada que ver con la de Fez, por ejemplo, en la que sí se conservan casas y viejas sinagogas.
A extramuros; la ciudad nueva y los jardines .- La ciudad nueva o Gueliz se articula en torno a la Avenida de Mohamed V. Más allá de la Medina los puntos de interés se reducen. Imprescindibles son los Jardines Majorelle Jardines Majorelle (Dirección: Rue: Yves Saint Laurent; Tel: (+212) 05 2431 3047; Horario: L-D del 1 de octubre al 30 de abril de 8.00 a 17.30; del 1 de mayo al 31 de septiembre de 8.00 a 18.00), un lugar mágico construido en torno a la residencia del pintor francés Jaques Majorelle, que supo captar como pocos la esencia del sur de Marruecos. Los jardines son impresionantes y en el museo se puede ver una buena parte de la obra de Majorelle y una buena colección de objetos relacionados con la vida del artista y sus viajes por el país. Otro lugar imperdible es La Menara (Acceso por la Avenida de La Menara; Horario: L-D de 8.30 a 18.00), un pequeño palacete construido junto a un enorme estanque de época almohade y rodeado por un imponente olivar. Las malas lenguas dicen que fue construido por la élite gobernante para retirarse fuera de la ciudad y organizar juergas de Primera. La mejor opción para llegar hasta aquí es a través de los petit taxis.