Tres días en Tokio. Ruta 1: Del Palacio Imperial a los jardines Hamarikyu
Tokio es la megápolis más grande del mundo. Una ciudad que se ha desbordado en más de 15.000 kilómetros cuadrados engullendo todo lo que encuentra a su paso en torno a la enorme bahía que le da nombre. Sólo en los límites de la antigua Tokio viven casi 13 millones de personas que se apelotonan en 23 barrios históricos en los que se alterna la más rabiosa ultra modernidad y la tradición milenaria de los templos, los cementerios y los viejos barrios tokiotas. Pero es que Tokio también se comió otras 26 ciudades en su alocado y desmesurado crecimiento. Hoy, en la ciudad viven unos 38 millones de personas. Con estos números es difícil creer que se puede ver Tokio en tres jornadas; todo no se puede ver, pero sí lo más importante.
Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de planificar una visita a la capital de Japón es, precisamente, su tamaño y la enorme dispersión de sus principales atractivos. Aquí está la clave. La ciudad creció tragándose otras pequeñas localidades por lo que hay cosas dignas de verse por todos lados. Por eso hay que olvidarse de caminar entre un lugar y otro. Ni de coña. Este es un error frecuente. Hay que coger el metro y el tren para desplazarse con celeridad entre los distintos lugares y no perder tiempo yendo de un lado a otro. Lo normal es que si viajas a Tokio te muevas por otras partes del país. Y para eso, lo ideal es sacar la icónica Japan Rail Pass , que en la ciudad te da acceso a las líneas de tren Yamanote; Keihin-Tohoku; Chuo y Chuo-Subo; Saikyo; JR Keiyo; Musashi; Nambu y Yokohama. Para tomar el metro puedes comprar alguna de las tarjetas de prepago con descuento. Las mejores son la PASMO Card y la SUICA Card que permite su uso en metros, autobuses y, además, ofrece descuentos en tiendas y restaurantes.
Una de las cosas que Tokio te pone de manifiesto casi desde el minuto uno es la convivencia de lo tradicional y lo moderno. Para nosotros, acostumbrados a la idea de cascos históricos bien definidos, es chocante ver un viejo templo con seiscientos años acuestas rodeado de imponentes rascacielos. Eso aquí es moneda corriente. Aún así, esta primera ruta que te proponemos está centrada en algunos de los grandes hitos históricos y tradicionales de la ciudad, aunque en las idas y venidas (de un día en el que te vas a mover bastante a pie pero vas a usar el metro) te vas a encontrar con algunos de los grandes iconos de la ultra modernidad nipona. Si te alojas lejos del centro, empieza la visita por la Estación de Tokio (paradas de la línea Marunouchi –rojo- del Metro y la línea circular de cercanías Yamanote ), la más transitada del país. La estación original es un diseño de principios del siglo XX inspirada en su homóloga de Ámsterdam, pero ha ido sumando ampliaciones subterráneas e intervenciones hasta convertirse en un edificio que incluye lo viejo y lo más moderno. Permítete el gusto de buscar un lugar apartado, sentarte y mirar las riadas de gente que vienen y van. Sal por la avenida Gyoko Dori y camina entre los enormes edificios de acero, cemento y cristal. Dos manzanas más allá de la fachada de ladrillos de la estación, darás el primero de los saltos atrás en el tiempo de la jornada.
El Palacio Imperial (1-1 Chiyoda, Chiyoda City; Tel: (+81) 3 3213 1111; Visitas guiadas a las 9.30 horas). El Kokio (literalmente residencia) es un enorme complejo de recintos palaciegos y administrativos que ocupa el espacio del antiguo Castillo de Edo, una fortaleza de origen medieval de la que aún pueden verse sus muros exteriores, el pabellón pabellón Nishi-no-maru y los cimientos de una de sus torres. El germen de la capital tokiota se incendió a mediados del siglo XVII (el Gran Incendio de Meireki que destruyó el 70% de la antigua Edo y mató a unas 100.000 personas). Hay visitas guiadas todos los días a las 9.30 horas, pero son un peñazo y sólo hablan en japonés –las audio guías en inglés se agotan en poco tiempo-. Pero recorrer el enorme jardín que rodea el palacio es una gozada y ofrece muy buenos encuadres para los amantes de la fotografía. La única zona abierta al público de manera permanente son los Jardines Orientales del Palacio Imperial (Kōkyo Higashi Gyoen).
Para llegar al Parque Yoyogui toma el metro en Hibiya hasta Meiji-jingūmae (Línea Chiyoda –verde oscuro) y cruza hasta la espesa arboleda que verás nada más salir de la estación. Una gran puerta Toori nos da la bienvenida anunciando la sacralidad del lugar que vamos a visitar. El Santuario Meiji es uno de los grandes centros espirituales de la ciudad y, por extensión, de todo el país. Este enorme complejo de templos y adoratorios no son, ni de lejos, los más antiguos y tradicionales del país; pero simbolizan la consagración del Japón moderno al rendir homenaje a las figuras sacralizadas de los emperadores Meiji y su mujer Shōken, artífices protagonistas de la modernización del país. Aunque el templo data de principios del siglo XX (y se reconstruyó tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial) se usaron materiales y diseños tradicionales. Más de 120.000 árboles forman un denso bosque que acentúa el encanto del lugar; la vegetación es tan densa que te olvidas de que a pocos centenares de metros bulle el tráfico de una de las ciudades más frenéticas del mundo.
En la ruta que te proponemos para esta primera jornada de tres días paseo por Tokio, la siguiente parada es el mítico paso de peatones de Shibuya, una de las imágenes paradigmáticas de la capital nipona. Dicen que por este quíntuple paso de cebra transitan casi un millón de personas al día. A este punto de la capital la conocen como el Times Square japonés: es obligado verlo de día y de noche, cuando los neones y las modernas pantallas led se encienden. A pocos metros de aquí tienes dos visitas que merecen la pena. La primera es la estatua del perro Hachikō que ahí sigue esperando a su dueño muerto en la puerta de la populosa estación de Shibuya. Intérnate en el barrio de Daikanyama, una de las muchas zonas de la capital que han sido colonizadas por los hipsters plagándola de restaurantes, cervecerías, cafés de moda, tiendas de moda –con esa predilección por lo vintage de todos los neopijos- y galerías de arte. Aprovecha para comer algo. A dos pasos nos topamos con la Casa Asakura (29-20 Sarugakuchō; Tel: (+81) 3 3476 1021) una preciosa casa tradicional japonesa, una de las pocas de la zona que sobrevivió al gran terremoto de 1923. Este barrio fue el fruto de ese cataclismo y la guerra: para evitar futuros incendios o colapsos se diseñó un barrio de casas bajas de cemento. Y les quedó muy bonito, la verdad, con algunos ejemplos de arquitectura muy notable como la Galería Hillside Terrace, justo al lado de la Casa Asakura.
Te proponemos terminar este primer día de visita a orillas de la Bahía de Tokio, justo en la desembocadura del Río Sumida. Toma el tren en la estación Meguro hasta Shimbashi ( Línea Yamanote) y camina entre los enormes rascacielos de Shiodome hasta el Jardín Hamarikyum , otro de esos milagros verdes de la ciudad. Este imponente parque diseñado a la tradicional se encuentra en las orillas de la bahía; el agua de mar entra y sale con las mareas como un elemento más del diseño. Desde aquí parten los buses acuáticos que recorren el río Sumida y el frente acuático de la ciudad. Es un buen lugar para hacer un descanso a media tarde antes de que anochezca.
PLANES PARA LA TARDE-NOCHE .- El barrio de Ginza hay que verlo de noche. No está mal guardar alguna hora para pasear por aquí de día, pero cuando las luces se encienden y los laboriosos japoneses y japonesas salen del trabajo a divertirse (ya verás que algunos lo hacen a lo bestia) este exclusivo barrio repleto de tiendas de primeras marcas internacionales y tecnología, cambia su aspecto de aséptico centro de negocios para convertirse en un despiporre. Aquí se concentra un buen puñado de iconos arquitectónicos de una ciudad que está en un proceso de cambio permanente. El llamado Cruce de Ginza es el lugar icónico de este barrio es el cruce de sus dos principales avenidas: Harumi Dori y Chuo Dori. Otras calles notables son Ginza Yanagi Dori, Sotobori Dori o Ginza Maronie Dori. En todo el barrio podrás ver edificios de vanguardia y tiendas a porrillo; aquí fliparás con la fiebre consumista de esta gente. Muy cerca de acá está el distrito de de Nihombashi es uno de los seis barrios de geishas que aún persisten en la ciudad. Estamos ya a dos pasos de la Estación de Tokio, cerrando el círculo del día.
Fotos bajo Licencia CC: dconvertini ; Ankur Panchbudhe ; MIKI Yoshihito ; Terrazzo ; Simon Allardice
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