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ENTREVISTA Carlos Andradas, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo

“La educación no es un mero intercambio de formación, sino un espacio de convivencia y de crear lazos”

Carlos Andradas, rector de la UIMP.

Javier Fernández Rubio

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Carlos Andradas (Reus, 1956) es un firme defensor de la educación pública, tanto como concepto como en la práctica de una intensa vida profesional. Este catadrático de Álgebra ha sido investigador y docente y ha tenido cargos de relevancia en la universidad española, sobre todo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), institución en donde se formó y que acabó dirigiendo. Profesor visitante en las universidades de Berkeley, Stanford o Harvard, fue decano de la Facultad de Matemáticas de la UCM y luego rector, etapa con la que aún guarda un vínculo como rector honorario. Desde hace escasos meses es el nuevo responsable de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), puesto al que accede después del polémico paso por la entidad pública dependiente del Estado de María Luz Morán.

Andradas ha sido asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación del Ministerio de Economía y Competitividad y asesor científico de la vicepresidenta tercera del Gobierno central y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. Del gabinete de esta última salió para asumir a finales de 2021 las riendas de la Menéndez Pelayo, con el objetivo de que esta, en 2022, con los rescoldos aún persistentes de la pandemia, recupere su antiguo esplendor educativo y mediático, potenciando sus cursos y escuelas, y estrechando los vínculos con Santander, ciudad en la que tiene su sede más emblemática en el Palacio de La Magdalena.

La UIMP cumple ahora 90 años y ya tiene a la vista el centenario. ¿Va a ser 2022 un año de celebraciones?

Este año celebramos el 90 aniversario y queremos usar esa circunstancia para hacer un relanzamiento de la UIMP, de los cursos y todas sus otras actividades, porque, a su faceta más visible e histórica -sus señas de identidad desde 1932 son las de una universidad internacional de verano-, hay que añadir la de los posgrados y formación permanente. Sin olvidar nuestros cursos de español para extranjeros, parte también de nuestras señas de identidad, especialmente ahora que acaba de aprobarse por el Consejo de Ministros el PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) sobre el español, en cuyo desarrollo esperamos colaborar. Queremos atraer de nuevo a las personas y las instituciones que se han descolgado en los últimos años, entre otras razones por la pandemia, para decirles: “Aquí estamos de nuevo”.

¿A qué se refiere cuando dice que quiere recuperar relaciones perdidas?

Una de las cosas que hemos hecho es un análisis histórico, con las escuelas que llevaban muchos años celebrándose, patrocinadas por las mismas instituciones, fieles a su cita con la UIMP; unas relaciones que, desde el 2019 en algunos casos, se habían interrumpido. Tenemos una perspectiva de presencialidad plena y nos gustaría saber si dejaron de presentar propuestas por fin de ciclo, debido a la pandemia u otras cuestiones. En general, la gente sí que ha respondido y estamos ya recuperando las presencias tradicionales de esas entidades.

¿Con qué novedades se va a abrir el curso?

Queremos trabajar en conseguir relaciones que sean estables en su duración mediante convenios plurianuales que simplifiquen la tramitación de cada año. Ahí incluimos a muchas de las instituciones que patrocinaban las escuelas. Tenemos que conseguir que se consolide en el imaginario colectivo que hay unas citas temáticas internacionales en Santander, de calidad y rigor académico, en bioquímica, biología molecular, matemáticas, biodiversidad, literatura...

¿Considera que las escuelas plurianuales han de recuperar el impulso perdido, entonces?

También estamos explorando otras nuevas que deberían estar. El formato de las escuelas está ocupado fundamentalmente por las áreas científicas y áreas de la salud y queremos ver si podemos ampliarlas a las ciencias sociales y las humanidades. Y ahí nos queremos apoyar en las Reales Academias como la de la Lengua o la de Jurisprudencia, para que sean garantes de su solvencia académica.

Usted se ha referido en varias ocasiones a que desea que la UIMP sea un punto de encuentro. En una sociedad crispada como la española, ¿cómo se consigue esto?

Como decía Pedro Salinas, “las cosas hay que soñarlas porque, si no, dejan de hacerse”. Sueño con que la UIMP pueda ser un foro de diálogo. Tenemos un espacio académico, tranquilo, donde deberíamos ser capaces de hablar de todo. Vamos a ver si lo logramos. Apelo a lo que decía también José Hierro, que definía a La Magdalena como “una isla de libertad”, incluso en el período de la dictadura, en donde se podía hablar de cosas de las que fuera era imposible.

¿El diálogo es un recurso obsoleto en un continente en donde la guerra sigue siendo noticia?

Quiero hacer un llamamiento a la paz, al cese inmediato de los combates y a la retirada del ejército ruso de Ucrania. La invasión me parece inaceptable y sus consecuencias abominables. Cualquier posible litigio debe resolverse desde el diálogo y el respeto mutuo entre personas y países. La invasión rusa abre escenarios que pueden ser impredecibles y que creíamos ya desterrados en Europa. Y debe hacernos reflexionar sobre lo que puede ocurrir cuando una persona, en este caso Putin, concentra todo el poder sin que exista un contrapeso democrático.

¿Cómo afronta la relación entre la universidad y la ciudad? ¿No ha vivido la UIMP de espaldas a Santander?

Afronto la relación con la ciudad con ilusión y ganas de que la UIMP se abra a Santander. Con el 90 aniversario pretendemos invitar a todos los ciudadanos a que se sumen y se aproximen. El día 23 de agosto, el día del cumpleaños, haremos un acto dirigido a ello pero, aparte de eso, queremos que algunas actividades se hagan fuera, en el Centro Botín, en el auditorio, en la Plaza Porticada... Queremos que la ciudad perciba que somos parte de ella, porque en determinados momentos de nuestra historia ha habido un cierto aislamiento. Este objetivo, de abrirse a la ciudad, lo comparte también la alcaldesa, Gema Igual. Hablamos con cierta frecuencia y la actitud del Ayuntamiento es de colaboración absoluta y haremos lo posible por que siga siendo así. La UIMP tiene sus raíces en Santander y es su cara más conocida.

La UIMP siempre ha tenido una especial repercusión mediática. Si hay que elegir entre rigor e impacto mediático, ¿qué elige? ¿Es posible el equilibrio?

Es importante tener proyección mediática. Tenemos que cuidarla. Lo que pasa es que esa proyección hay que ganarla desde la seriedad. Somos una universidad y queremos hacer cosas de actualidad, traer los mayores exponentes de la actualidad, pero siempre intentando dar una visión más rigurosa y de contenido. Hay que atraer a las personas adecuadas e implicarlas en actividades claramente académicas, y el debate, el conocimiento, las ideas, lo son.

¿Y un equilibro entre ciencia y humanidades?

La ciencia tiene que tener un espacio importante pero también las ciencias sociales y las humanidades, porque el mensaje que deberíamos de lanzar es que deben ir de la mano y hemos de intentar hacer cosas que fueran muy interdisciplinares, poner en diálogo a científicos con humanistas. No son cosas contrapuestas, sino complementarias.

María Luz Morán, su antecesora en el puesto, dejó el mismo tras una agria polémica y con el equipo rectoral lleno de vacantes. Me gustaría que me evaluara la gestión de su antecesora y que me dijera si ya ha completado su equipo.

María Luz Morán es una excelente catedrática, compañera mía en la Universidad Complutense. Ha tenido que lidiar con unos años muy complicados y me consta que lo ha hecho con toda su energía e ilusión. Fueron años muy difíciles. He hablado con ella en varias ocasiones, tiene todo mi respeto y su labor como rectora también lo merece. La nombraremos rectora honoraria.

Se lo comento porque la alcaldesa de la ciudad prácticamente clamaba contra el descenso de actividad de los cursos y su repercusión negativa en el sector servicios de la ciudad. ¿Volverá el programa a la situación prepandemia?

El objetivo que hemos planteado al Patronato es llegar a los 100 cursos y 4.000 estudiantes en este año. Es un objetivo ambicioso, pero realista. En 2019 se celebraron unos 120 cursos; en 2020, ninguno; en 2021 hubo una recuperación y se alcanzó en torno a 60 en condiciones de semipresencialidad; y en 2022 vamos a dar un paso importante, a ver si logramos esa cifra de 100; y si no, nos quedaremos cerca, para seguir creciendo después. Aunque también hay que ser conscientes de que crecer más de lo que se pueda físicamente se vuelve en contra. Una cosa fundamental es que todos -alumnos, docentes, invitados...- se sientan bien atendidos y acogidos. Dar calidad, la misma que exigirnos a los cursos. Y eso exige saber dimensionar.

Lo 'online' estaba ya incorporado, aunque con cuentagotas, y con la pandemia se ha acelerado. Sin duda, ha llegado para quedarse, pero creo que lo que tenemos que ver es qué aporta de valor añadido y cómo y dónde tenemos que meterlo

¿Ya tiene cerrada la programación de este verano?

Todavía estamos cerrando alguna cosa de la programación. Esta semana, en el Consejo de Gobierno aprobaremos un primer gran grupo de cursos, entre ellos las 'piedras fijas' de todas las escuelas. Y sobre eso montaremos el resto de las propuestas de cursos, así como los distintos actos solemnes.

¿Cuáles son las principales carencias que se ha encontrado y que se proponga poner fin? Por cierto, ¿ya ha completado el equipo rectoral ante las dimisiones que se produjeron durante el mandato de su antecesora?

El equipo rectoral está completo y tengo la fortuna de estar acompañado por un grupo extraordinario de profesionales. Lo que no hemos podido cubrir, y por eso mencionaba antes lo de ser realistas, son los huecos en la plantilla de personal, que es algo complicado porque formamos parte de la Administración General de Estado, lo que implica que estos procesos sean largos, procelosos. El diagnóstico de la UIMP que he transmitido al Patronato, en cuanto a necesidades, es: primero, agilizar la gestión; segundo, recuperar económicamente el presupuesto adecuado (ahora es un 30% inferior a 2009 y 2010, años de recortes muy grandes en toda la administración, y ahora iniciamos una tímida senda de recuperación); y, por último, el personal. La plantilla tiene muchos huecos y hay que aprovechar para redefinir puestos, perfiles y sus condiciones económicas para que resulten atractivos.

Y en contraposición, ¿qué cosas encomiables se ha encontrado?

En contraposición, la UIMP tiene un prestigio muy grande y crea unos vínculos magníficos con todos los que pasan por ella. Hasta ahora, no he encontrado a nadie que me hable, no ya mal, sino siquiera regular de ella. Después, somos una institución universitaria, pero no al uso. Ello ofrece a la UIMP ofrece la posibilidad de ser única, una universidad de universidades con posibilidades de cursos avanzados y posgrados en mejores condiciones que una universidad aislada.

La UIMP ¿estaba preparada para la sacudida que iba a suponer la pandemia? Me refiero a la alternativa educativa 'online'...

Lo 'online' estaba ya incorporado, aunque con cuentagotas, y con la pandemia se ha acelerado. Sin duda, ha llegado para quedarse, pero creo que lo que tenemos que ver es qué aporta de valor añadido y cómo y dónde tenemos que meterlo. Mientras sea para llegar a personas y sitios y poder contar con su participación que presencialmente sería imposible, es decir, lo que sea añadir, es bueno. Pero no puede ser un 'sustituto de'. Nos equivocaríamos entonces. Si algo hemos aprendido en esta pandemia es que lo 'online' ofrece muchas posibilidades, pero también agota; necesitamos el contacto y la frescura del diálogo cara a cara, los gestos... eso, en el caso nuestro, es uno de los valores fundamentales. La educación no es un mero intercambio de formación, sino un espacio de convivencia, de crear lazos y vínculos.

Hay que encontrar ese equilibro en donde ciencia, técnica y humanidades vayan de la mano y trabajar en cosas más interdisciplinares, horizontales, en donde los estudiantes puedan sentirse a gusto

¿Qué opina de la situación de las humanidades en los planes educativos un catedrático de Matemáticas?

Creo que efectivamente las humanidades han estado un poco postergadas. Hay que ponerlas en su sitio. Al mismo tiempo, tenemos que ser conscientes de que esta aparente 'sobrevaloración' de la ciencia y la técnica no está siendo muy eficaz en el sentido de que seguimos teniendo el mismo problema estructural de hace años: la falta de vocaciones STEM [acrónimo en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas]. Seguramente, esa sobrevaloración hace que se ponga en una altura que tampoco resulta atractiva. Hay que encontrar ese equilibro en donde ciencia, técnica y humanidades vayan de la mano y trabajar en cosas más interdisciplinares, horizontales, en donde los estudiantes puedan sentirse a gusto. La realidad es que las ciencias 'duras' atraen a un número insuficiente de estudiantes para las necesidades de los próximos años y tal vez haya que buscar otras fórmulas.

¿Cuál es su opinión sobre la universidad privada? ¿Considera que es una alternativa justificable en cantidad y calidad?

A mí el número de universidades privadas me parece excesivo. No estoy en contra de la iniciativa privada, la Constitución les reconoce su espacio y tienen derecho, pero me gustaría que fueran universidades privadas que apostaran fundamentalmente por la calidad y no estoy seguro de que sea así. Me da la impresión de que a veces están más dirigidas a encontrar nichos de negocio, seguramente necesarios para su sostenibilidad económica. Ojala tuviéramos algún MIT [Instituto de Tecnología de Massachusetts] o Harvard aquí, pero estas son universidades que apuestan por un abanico amplio en su oferta formativa y tienen un componente de investigación muy potente. Me parece que no es el caso de al menos algunas universidades privadas. Por lo tanto, veo una inflación que es posible que desemboque en una burbuja que tenga problemas posteriores. Lo anterior también lo predico para las públicas: Hay que apostar por la calidad que va unida al binomio docencia-investigación.

¿Cómo le gustaría que fuera la Menéndez Pelayo al filo de 2030, cuando vaya a celebrar su centenario?

En primer lugar, con un prestigio indiscutible, que se debiera a la calidad de lo que ofrece, a que fuera un sitio donde se reunieran los mejores científicos, artistas, todo el mundo más representativo en distintas áreas para comunicar ideas y avances. Me gustaría también que fuera más internacional y, por parte de los estudiantes, que vieran en la UIMP una cita anual en la que a todos les gustaría participar. Tenemos que avanzar en formación permanente y estudios de posgrado, algo en lo que tenemos que ir focalizándonos cada vez más. El mundo de la formación permanente cambiará de forma importante y ya hay quien la ofrece al margen de la universidad. Creo que debemos situarnos y prepararnos para dar una respuesta ágil y práctica a esta necesidad, porque, si no lo hacemos, otras instituciones ocuparán ese espacio.

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