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La crisis: balance (desigual) de daños y prioridades para la recuperación
Nuestra economía trata aún de recuperarse de la que ha sido la crisis más dura de las últimas décadas. En el actual contexto de buenos datos de la coyuntura económica, pero con el impacto económico y social de la crisis aún muy presente, se ha intensificado la discusión en torno a si está teniendo lugar, o no, una recuperación real. No parece existir una respuesta clara a esa pregunta.
En este artículo, a partir del análisis de un conjunto de indicadores económicos clave, pretendo ofrecer una visión general acerca de qué elementos han sufrido un mayor deterioro en los últimos años, en Cantabria y en España, y en cuáles queda aún mucho terreno por recorrer para una verdadera recuperación.
El gráfico que acompaña al texto representa el valor más reciente de 11 indicadores para Cantabria (en color azul) y el conjunto de España (en color verde), en relación a su nivel de 2008 que se expresa, a modo de referencia, como equivalente a 100 en todos ellos (línea roja del gráfico). Como se observa, el PIB real español (el valor de la producción, a precios constantes) es actualmente casi un 5% inferior al nivel previo a la crisis.
Habría que remontarnos a la posguerra para encontrar un deterioro de la capacidad productiva de la economía española durante un periodo tan largo. En Cantabria la caída ha sido aún mayor: el PIB regional es, actualmente, un 10% inferior al de 2008, a precios constantes. Al ritmo actual de crecimiento, que es notable, la economía española no recuperará el nivel de producción previo a la crisis hasta 2017, mientras que la cántabra necesitaría hasta 2019. Podemos hablar, en consecuencia, de una década perdida para nuestra economía. No obstante, el deterioro de otras dimensiones económicas es aún mayor.
La crisis ha tenido un impacto particularmente duro en el mercado laboral. Como muestra el gráfico, el número de ocupados en España es actualmente casi un 13% inferior al de 2008; en Cantabria la ocupación ha caído casi un 14% en este periodo, lo que implica que existen actualmente 36.000 puestos de trabajo menos que antes de la crisis. Al ritmo de creación de empleo previsto para 2016, nuestro país no recuperaría el volumen de empleo previo a la crisis hasta 2020, mientras que nuestra región no lo haría hasta 2021. En estos años, además, el número de puestos de trabajo a tiempo completo ha disminuido aún más que el empleo en su conjunto, con una caída de casi el 17% tanto en Cantabria como en el total de España.
En lo que respecta a los ingresos de los trabajadores, el salario mediano (el situado justo en la mitad de la distribución) ha experimentado, en términos reales, un incremento de casi el 3% en España y una caída del 2% en Cantabria entre 2008 y 2013, último dato disponible. La explicación a este dato, que puede resultar llamativo, radica en que durante los primeros años de la crisis la destrucción de empleo se concentró en puestos de trabajo con salarios más bajos, de forma que los valores medios y medianos aumentaron por un efecto estadístico; en los años siguientes, los salarios sí se han deteriorado significativamente, lo cual compensa el efecto anterior al analizar el conjunto del periodo.
Estudiando esta evolución de manera más detallada, destaca el incremento de la desigualdad salarial: el salario que marca el límite del 10% de trabajadores con mayores ingresos se ha incrementado un 5% en España y se ha reducido menos de un 2% en Cantabria, siempre en términos reales (corrigiendo el incremento de los precios); mientras, el correspondiente al 25% que menos gana se ha reducido casi un 4% en el conjunto del Estado y casi un 9% en nuestra región, y el del 10% que menos gana ha caído cerca de un 15% y un 16%, respectivamente. La renta media de los hogares se ha reducido también sensiblemente en estos años, llegando a caer casi el 17% en Cantabria, como consecuencia de la pérdida de empleos, el deterioro de los salarios más bajos y el de los ingresos de los desempleados.
También ha sufrido especialmente la crisis el sector público. Como refleja el gráfico, los ingresos de nuestra Comunidad Autónoma han caído un 16% a precios constantes en estos años, una reducción similar a la experimentada por el resto de las autonomías españolas. Como consecuencia de ello, el gasto público autonómico, con funciones de gran importancia desde el punto de vista económico y social, también ha disminuido sensiblemente (en torno a un 9% en Cantabria y un 11% en el conjunto del Estado). Por tipo de gasto, esta reducción ha afectado fundamentalmente a la inversión pública autonómica: la de Cantabria es, actualmente, menos de la mitad de la existente antes de la crisis y la del conjunto de las comunidades, apenas una tercera parte.
La crisis, en definitiva, ha sido muy dura, pero ha tenido también un impacto muy desigual. Ha afectado con especial virulencia a elementos particularmente sensibles para la calidad de vida de la población, como el empleo, los ingresos de las rentas más bajas y la financiación del sector público, cuya caída dista mucho de revertirse. Esto explica que, pese a que las cifras de crecimiento económico y de creación de empleo en 2015 han sido positivas, la sensación de recuperación no acaba de cristalizar. En Cantabria, además, la crisis ha tenido un impacto particularmente grave en la capacidad productiva y el empleo y la situación actual es especialmente preocupante.
La crisis ha sido tan larga y su impacto tan profundo que superarla no será cuestión sencilla ni inmediata. Necesitará unas políticas económicas que acierten en cómo impulsar la recuperación de lo perdido en este tiempo, sin olvidarse de aquellos elementos que han sufrido un mayor castigo. Una recuperación sostenida requeriría, además, que seamos capaces de aprender de nuestros errores, tanto de los anteriores a la crisis como de los acontecidos durante la misma, para reducir el riesgo de que volvamos a recaer en ellos. Un ejercicio de análisis y reflexión como sociedad que, de momento, echo en falta.
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